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Villafuerte Solís, D. (2023). CHINA: ¿El nuevo Hegemón del siglo XXI?. LiminaR. Estudios Sociales Y Humanísticos, 21(1), 5. https://doi.org/10.29043/liminar.v21i1.995

Resumen

Reseña de China en el siglo XXI. El despertar de un gigante, de Sergio Rodríguez Gelfestein. Comitán, Chiapas: Editorial Entretejas, 2021.


China en el siglo XXI. El despertar de un gigante, libro escrito por Sergio Rodríguez, es más que pertinente en estos tiempos de crisis, de cambios dramáticos en el mapa mundial, caracteriza- dos por la emergencia de un mundo multipolar y la perdida de hegemonía de Estados Unidos.

La guerra en Ucrania y el realineamiento de los países de la Unión Europea son un factor ilustrativo de la crisis de hegemonía de Estados Unidos, que recurre al expediente militar, a través de la OTAN, sin reparar que ello puede llevar a una conflagración de carácter nuclear en la que el país del norte y sus aliados no saldrían librados. El 21 de mayo de 2022, Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, expresó: “Nos enfrentamos, en este momento, a dos potencias globales: China y Rusia, cada una con capacidades militares significativas, y ambas tienen la intención de cambiar el orden actual basado en reglas” (RT, 22 de mayo de 2022).

Lo que presenciamos hoy día en la guerra en Ucrania es una guerra híbrida, que combina lo militar, lo económico y lo ideológico, con consecuencias para las poblaciones de los países que acompañan la aventura belicista de Estados Unidos. Lo que está en disputa es el control de los recursos estratégicos: petróleo, gas, tierras raras, agua, selvas, mares, etc., y, desde luego, el liderazgo mundial.

También estamos frente a una crisis de la globalización neoliberal, una globalización negativa, cuyos efectos han sido la destrucción de vastos recursos naturales, la producción de pobreza en países y amplias poblaciones, la contaminación, el calentamiento global y la emergencia de enfermedades transmitidas por vectores. La COVID y otras enfermedades emergentes, ahora la hepatitis infantil aguda, la viruela del mono, son indicadores de cambios dramáticos en el planeta.

En todo el entramado de la crisis, China significa un problema para Estados Unidos por cuanto que representa una competencia real en el terreno económico, comercial, financiero, científico, tecnológico, incluso militar. Para los últimos gobiernos de Estados Unidos, encabezados sucesivamente por Trump y Biden, China constituye el principal desafío.

En este contexto, el libro China en el siglo XXI. El despertar de un gigante aporta luces para entender el significado de China para Estados Unidos y para el mundo en general, en el presente y lo que está por venir.

Uno de los aspectos interesantes de la obra es que parte de una visión situada, lo que permite tener un acercamiento claro a la realidad de las potencialidades del gigante. No se trata de un ejercicio de imaginación, sino de una investigación en la que se articula un posicionamiento teórico, una visión histórica estructural y un trabajo de constatación en el país. El trabajo en el lugar va desde la observación in situ hasta entrevistas a académicos, pasando por la revisión de la literatura propia de investigadores chinos.

A lo largo de la obra se reconstruye la historia, y son recuperados los periodos más importantes, definidos por las dinastías en las que se destacan los aspectos más sobresalientes. Se describen y analizan los fundamentos filosóficos del Estado y la sociedad china, y se enfatiza en las características de la construcción del socialismo que sirve de marco para su avance en el siglo XXI, sobre todo en lo que el autor denomina “la realización del sueño chino”, referido al fortalecimiento del proyecto económico, la lucha contra la pobreza, la modernización de las fuerzas armadas, la modernización del sistema político y la lucha contra la corrupción. También se analiza la política exterior de China, en particular en torno a la postura frente a Estados Unidos y los países más cercanos ideológicamente, como la ex Unión Soviética, Corea e Indochina; con América Latina se destaca el salto cuantitativo y cualitativo en materia de inversiones y cooperación en diversos rubros, y hace referencia, por ejemplo, a la relación política a través del Foro China-CELAC.

Se destaca la conformación, en 2013, del Corredor Económico Indo-Pacífico (IPEC) para confrontar el proyecto del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda. En contraste está la alianza estratégica con Rusia, país con el que mantiene buenas relaciones de cooperación y de intercambio comercial. En síntesis, se destaca la creación de un entorno regional y mundial favorable para la proyección de China; la defensa de la integridad territorial; el cumplimiento del sueño chino en lo que se refiere a política exterior bajo las directrices del partido y del presidente Xi Jinping.

Una cuestión medular para el entendimiento de la China actual es su sustento filosófico y su cultura construida a lo largo de varios milenios. La concepción de armonía social, heredada del pensamiento confuciano, contrasta notablemente con la visión y práctica occidental de las intrigas. El despertar de China ocurre en medio de la pérdida de hegemonía de Estados Unidos, pérdida que se va a convertir en una oportunidad, pero al mismo tiempo en obstáculo, debido a que Estados Unidos percibe a China como una amenaza real en la disputa de varios campos: comercio, economía, inversión, desarrollo tecnológico y militar.

Algunos aspectos de la obra que vale la pena resaltar son, por ejemplo, las profundas transformaciones, en particular lo que ocurre en la agricultura, a partir de cambios tecnológicos de gran calado, entre otros el desarrollo de la escritura y las técnicas en la minería, en particular la fundición del bronce, que dio paso de la era neolítica a la edad de bronce. Se destaca el periodo 770-221 a.C., cuando ocurren profundas transformaciones a partir de las innovaciones tecnológicas, los instrumentos de producción, en particular el arado de hierro, con lo que la agricultura se hizo más intensiva y permitió la ampliación de los campos de cultivos. Junto con los instrumentos destaca la construcción de obras hidráulicas que permitió irrigar 200 mil hectáreas, así como la selección de semillas, el uso de fertilizantes y el manejo de suelos.

Otro aspecto destacable es el avance en el pensamiento filosófico, que es visto como la gran explosión cultural que lleva a la proliferación de varias escuelas, la confuciana y la taoísta entre las más relevantes. Destacan los filósofos Confucio, Laozi y Mencio. La unificación del imperio, en particular la dinastía Han, con la centralización y control ideológico; así como la propagación del pensamiento confuciano. La unificación de China significó un salto fundamental que llevó a acelerar los adelantos científicos, la producción de acero a baja temperatura, que se articula con la producción de barcos. Un hecho notable es la creación del sismógrafo de alta precisión (Di Don Yi), 1 700 años antes de la creación de artefactos similares en Occidente. También destaca el cálculo del valor del Pi, 1 000 años antes que Occidente, así como el manual de matemáticas, escrito durante la dinastía Han, 500 años antes que Occidente lo que se conoce como teorema de Pitágoras. Otro de los aspectos destacados es el “Tratado de Fiebres” (Tifoidea y disertación sobre anginas de pecho). Finalmente se refiere al uso del petróleo y del gas natural para iluminar. En resumen, durante las dinastías Qin y Han florecieron la arquitectura y la escultura, las matemáticas, la geografía y la medicina.

En la época más actual destaca un elemento importante, que va a marcar el sometimiento de China por parte de Occidente. Se trata de la guerra del opio que comienza en 1840 y concluye 20 años después. Este periodo marca la decadencia de China y el desarrollo del capitalismo en Europa, a instancias de la Revolución Francesa y la Revolución Industrial, que hacen perder liderazgo a China. En este tramo de la historia resalta la ocupación de China por parte de Japón, cuyo costo para el primero de estos países fue de 35 millones de muertos.

En 1949 Mao proclama la República Popular China, y con ella el nacimiento de una nueva época de avances, pero al mismo tiempo con retrocesos por los errores de Mao con el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural. El antecedente inmediato de lo que hoy es China se puede encontrar en la política asumida por Deng Xioping que inicia una serie de reformas económicas, la apertura hacia el exterior y la construcción de las zonas económicas especiales, entre otras acciones.

Ya desde mediados del siglo XIX, con las guerras del opio, pero sobre todo en el siglo XX, se registran cambios significativos por la influencia de occidente. La idea de la democracia comienza a permear en un contexto de apertura y de cambios económicos y tecnológicos. Pensadores como Kant, John Stuart Mill, Herbert Spencer y Adam Smith comenzaron a ser leídos en China. En años más recientes, hacia finales del siglo XIX, el pensamiento de Marx y Engels cobra gran relevancia que se cristalizará en una directriz política y filosófica en la revolución de 1949.

Los cambios en las concepciones político-filosóficas, sobre todo con el fracaso del Gran Salto Adelante y de la Revolución Cultural, decantan en la gran transformación que hoy vemos en China. La recuperación de ideas sobre la apertura estuvo fundada en el ideario de Deng Xioping que planteaba el impulso de un sistema económico de mercado socialista.

Finalmente, rescato del libro algunos planteamientos que se relacionan con la realización del XVIII Congreso del Partido en 2012 y la elección del presidente Xi Jinping en 2013. Los logros han sido impresionantes: incrementó las reservas de divisas y de oro, convirtiéndose en las más grandes del mundo; la inversión china en el exterior pasó de 2 mil millones de dólares en 2001, cuando ingresa a la Organización Mundial del Comercio (OMC), a 103 mil millones en años recientes. China se convirtió en el país que más patentes registra en el mundo; en paralelo se emprende una lucha frontal en contra de la pobreza y logra sacar de esta situación a 700 millones de personas, a 1 300 millones que presentaban déficit alimentario, así como 770 millones de personas fueron incorporadas a la educación obligatoria.

Un elemento clave que abrió la economía de China fue su ingreso a la OMC. Aprovechó la globalización para influir en los mercados. Se desreguló la economía, se llevaron a cabo privatizaciones y procesos de desregulación financiera y los subsidios se redujeron.

Junto con la apertura económica destaca la modernización de las fuerzas armadas. El gasto militar ha crecido en los últimos 27 años, al grado de ocupar en 2021 el segundo lugar en el mundo con 293 mil millones de dólares, desde luego 2.7 veces por debajo de Estados Unidos, que en el mismo año alcanzó 801 mil millones de dólares. Lo interesante de China es que su objetivo central es garantizar la soberanía nacional y la unidad del país, mientras que Estados Unidos tiene como interés primordial mantener su posición hegemónica en el mundo.

El desarrollo va unido a la esfera política, en la que no existe separación de poderes porque se cree que “rebajan la efectividad del Estado”. La Asamblea Popular Nacional, junto con su comité permanente, es el órgano supremo de poder que tiene funciones legislativas y supervisión de gobiernos locales, tribunales y fiscalías; designa a dirigentes de órganos administrativos, procesales y fiscales que rinden cuentas a la Asamblea.

La idea es mantener los valores fundamentales de la sociedad china: prosperidad, legalidad, patriotismo, dedicación, credibilidad y amistad. En síntesis, el sueño chino está sustentado en la búsqueda de la prosperidad, la fortaleza del país y la felicidad del pueblo. El pasado, el presente y el futuro están estrechamente vinculados.

China es un país enorme con 9.6 millones de kilómetros cuadrados (6.7% de la superficie del planeta) y 20 mil kilómetros de frontera terrestre, de manera que la geografía es un elemento central en la construcción de las relaciones con el exterior. En años recientes, destacan las relaciones con la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN) y en el Foro de Cooperación Económica Asia- Pacífico (APEC); asimismo, las relaciones que ha venido construyendo con América Latina y el Caribe, con Medio Oriente y con África, a la que ha ofrecido una relación de ganar-ganar.

Hoy por hoy, el enemigo número uno de Estados Unidos es China. Hay innumerables referencias de ello, sobre todo a partir de la administración de Trump. Durante la pandemia de la COVID-19 se produjeron ataques sistemáticos al gobierno de China, ejemplificados incluso en el menosprecio de las vacunas producidas en ese país. Ahora con Biden se han realizado varias provocaciones con ejercicios militares en espacios marítimos y con apoyo a Taiwán. El Departamento de Estado termina de crear una instancia denominada “China House”, que es una “estructura para coordinar y desarrollar políticas relacionadas con Pekín” (RT, 26 de mayo de 2022). Y es que la meta de China es, hacia 2049, cuando la República Popular celebre su centenario, llegar a ser “un moderno país socialista”, basada en una vida mejor y prosperidad para todos, así como ofrecer al mundo paz y prosperidad a partir del gran proyecto del Cinturón y Ruta de la Seda.

Citas

  1. RT. El jefe del Estado Mayor de EE.UU. advierte que “aumenta el potencial de un conflicto internacional significativo entre las grandes potencias. 2022. Publisher Full Text
  2. RT. ’El reto más serio a largo plazo’”: Blinken expone la política oficial de EE.UU. sobre China. 2022. Publisher Full Text