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Gutiérrez López, F. del C. (2023). Las vías de la mirada. Jóvenes de Chiapas: Cuerpos y subjetividades. Reflexiones en torno a fenómenos contemporáneos. LiminaR. Estudios Sociales Y Humanísticos, 21(2), 6. https://doi.org/10.29043/liminar.v21i2.982

Resumen

Este documento es una reseña del libro Jóvenes de Chiapas: Cuerpos y subjetividades. Reflexiones en torno a fenómenos contemporáneos de Magda Estrella Zúñiga Zenteno y Jesús Morales Bermúdez. San Cristóbal de las Casas, Chiapas: Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (CESMECA-UNICACH).


La propuesta que subyace en Jóvenes de Chiapas: Cuerpos y subjetividades. Reflexiones en torno a fenómenos contemporáneos de Magda Estrella Zúñiga Zenteno y de Jesús Morales Bermúdez implica trazar tres ejes1 para adentrarse al conocimiento humano: el primero consiste en una mirada a las subjetividades desde la óptica de la vida afectiva -que se extiende más allá de las relaciones de pareja, incluso a los vínculos de odio y desamor- y otra desde la perspectiva de la creación literaria como manifestación artística y de subjetividades donde el creador revela lo encubierto del ser.

El segundo eje demarca a los jóvenes bachilleres de Chiapas como sujetos primordiales de la investigación y a los fenómenos que experimentan en sus vínculos cotidianos: las interacciones entre pares que conllevan odio y violencia como el acoso escolar, las relaciones afectivas que se generan con los amigos o las amigas con derecho, el vínculo con el propio cuerpo y las transformaciones a las que se somete desde el amor y el desamor como tatuajes y perforaciones, y el estudio e identificación de las relaciones afectivas triádicas que atraviesan a algunos personajes del escritor mexicano Juan García Ponce. El tercer eje indaga en la temporalidad de las configuraciones y reconfiguraciones que yacen en las relaciones afectivas personales y con los otros, como integrantes de una sociedad cambiante en un contexto de modernidad.

Al partir de la premisa que en cada sociedad existe producción de subjetividad es posible estudiar cómo operan sus engranajes. Los jóvenes de Chiapas son el punto hacia donde Zúñiga Zenteno dirige la mirada, la cual se acompaña de conceptos como el placer, el deseo y el cuerpo desde disciplinas como la psicología, el psicoanálisis y la filosofía, aunque el estudio se extiende a los fenómenos sociales que pueden reproducirse en otros sectores de la juventud y de la población, y que permean incluso al ámbito de lo literario como en los cuentos de García Ponce estudiados por Morales Bermúdez.

En primera instancia el título del libro -publicado en 2020 y que consta de 226 páginas- parecería no cohesionar del todo ambas propuestas, debido a que el autor no retoma a la juventud chiapaneca en su análisis, aunque el subtítulo sí ubica las reflexiones de ambos en una convergencia de fenómenos contemporáneos que se complementan en las subjetividades y en sus formas de mirar a los jóvenes y sus relaciones cotidianas y a la creación literaria de Juan García Ponce. El título más que un lapsus, da cuenta de la subjetividad misma de los investigadores.

Jóvenes de Chiapas: Cuerpos y subjetividades… consta de cuatro capítulos: 1. “La violencia, rostro de la maldad. Notas sobre la violencia entre pares en escuelas preparatorias del estado de Chiapas”, 2. “Configuraciones y funciones de la amiga(o) con derecho en jóvenes bachilleres de Chiapas”, 3. “Marcas corporales y subjetividad en jóvenes bachilleres de Chiapas” y 4. “De mirada y triángulos en cuentos de Juan García Ponce”. Los tres primeros capítulos, que ahondan en las subjetivida- des de los estudiantes, son de autoría de Magda Zúñiga y tienen como hilo temático la mirada y las triadas. Para fines de esta reseña enumero las relaciones triádicas identificadas en la lectura de cada capítulo: agresor-víctima-testigo con relación a la violencia entre pares, donde es vital la presencia del observador.

La siguiente triada corresponde al otro (amante o amigo con derecho) dentro de las relaciones afectivas o de noviazgo que suelen, como señala Zúñiga (2020), reforzar el vínculo: “Esta tensión sexual a causa de la presencia de otro fortalece la pareja, es la que hace que el triángulo no se disuelva” (p. 112), la cual se extiende a las relaciones homosexuales o al fenómeno de la casa chica,2 temas investigados previamente por la autora. La tercera triada se centra en el yo, la piel y las marcas corporales, donde el dolor es un vehículo para realizar las transformaciones entre los jóvenes: una parte del ser se proyecta en el cuerpo. El último capítulo, que corresponde a Jesús Morales Bermúdez, indaga en cómo la selección de cuentos de García Ponce enuncia los actos humanos del ser y su hacer en el mundo, a partir de una lectura de la mirada y de las relaciones afectivas triádicas.

La primera parte del libro analiza con rigor académico el sector poblacional de los jóvenes bachilleres de Chiapas. La metodología a la que recurre Zúñiga Zenteno implica la inmersión por medio de visitas escolares, entrevistas a profundidad y cuestionarios para reunir los datos que des- pliegan las subjetividades cotidianas de los estudiantes y sus interacciones entre pares; información que acompaña de sus reflexiones en torno a otros autores desde disciplinas como el psicoanálisis y la filosofía. Por su parte, Morales Bermúdez (2020) se centra en la selección y análisis de algunos cuentos del escritor mexicano Juan García Ponce como vertiente para explorar las subjetividades humanas. No es la intención del investigador, como se indica en el proemio, hacer crítica literaria ni enfocarse en elementos ya estudiados en torno al narrador: erotismo, pornografía, amor-deseo o sustancia filosófica o teológica, sino que “trata de hurgar en un conjunto preciso de sus cuentos algunas de las preocupaciones propias del presente libro, como el papel de la vista, las formas culturales de pareja con su necesario soporte, el triángulo, según se verá en la exposición” (p. 185).

La investigación abona a las ciencias sociales porque identifica las prácticas de comportamiento e interacción entre los jóvenes de Chiapas, pero también se centra en las humanidades al situarse en las manifestaciones más profundas y subjetivas de los estudiantes de bachillerato, quienes con sus visiones dan cuenta de su entorno social y de su lectura de los otros y de instituciones afectivas en temas de parejas. Otro de los aciertos de la autora es el sector poblacional investigado que, hasta hace pocas décadas, no era estudiado en función a ellos mismos y a sus sistemas relacionales entre pares, los cuales permiten el despliegue de sus interacciones no solo desde los vínculos amorosos sino también desde aquellos que les provocan recelo u odio.

La propuesta del autor, y es una de las razones que reafirma la pertinencia del capítulo dentro de esta obra, ubica a la literatura como un elemento que trasciende el goce estético y que permite un diálogo extraliterario con la subjetividad, con la mirada y con las relaciones triádicas. El aporte del libro permite una lectura amplia de la subjetividad desde visiones que se entretejen y convergen con las ciencias sociales y las humanísticas. Ambas aproximaciones metodológicas trascienden a sus objetos de estudio y pueden replicarse en otros grupos de jóvenes y en otros textos literarios. El hilo conductor de ambos estudiosos no solo abarca la presencia de la mirada implícita en el acto general de “mirar” de los jóvenes y personajes, sino se extiende a la de ellos mismos que dan cuenta del fenómeno desde y ante la presencia del otro, al más puro estilo de Octavio Paz: “En el centro de un ojo me descubro; no me mira, me miro en su mirada”.3

De forma puntual, el primer capítulo “La violencia, rostro de la maldad…” introduce a las subjetividades que yacen en las relaciones afectivas de los jóvenes, las cuales se extienden a los campos del sometimiento, la violencia física y verbal y el poder que ejercen unos sobre otros. La investigadora observa los siguientes aspectos dentro del acoso escolar o bullying entre pares:4 existe una relación afectiva asimétrica entre agresor y víctima, la cual tiene como vehículo al poder, el sometimiento y la violencia; cuenta con un agresor que busca dañar a su par; la víctima suele no denunciar a su agresor y existe un espectador que atestigua las tensiones afectivas.

Zúñiga (2020) afirma, por un lado, como causas del fenómeno que “la relación afectiva que establecen los actores (agresor-víctima-testigo) pone en juego las subjetividades de cada uno de ellos” y, por otro, “que la violencia es un fenómeno que muestra parte de la condición humana”, el cual puede leerse como “uno de los rostros de la maldad” (p. 18). La autora demuestra que en los estudios sobre el fenómeno de la violencia en los distintos niveles educativos no existe una convención sobre qué se entiende por violencia escolar, aunque entre sus dificultades señala que el bullying entre pares en la escuela se extiende hasta el Internet con el cyberbullying.

Este primer capítulo ofrece una mirada al rostro de la violencia entre pares y cómo los jóvenes bachilleres de Chiapas la perciben en ciudades como Berriozábal, Ocozocoautla y San Cristóbal de las Casas. De las respuestas obtenidas, Zúñiga profundiza en un tema que -desde las subjetividades de los jóvenes- clasifica a la víctima de acoso entre pares por su apariencia física, por rasgos de personalidad, por nivel socioeconómico, por tipo de religión, por preferencias sexuales, por ser de nuevo ingreso y por diferencias culturales. Dentro de este fenómeno el acosador se cree superior e incluso dueño de su víctima.

El segundo capítulo “Configuraciones y funciones de la amiga(o) con derecho…” alude a lo virtual u online entre las formas actuales de conseguir pareja, que se extienden más allá de la exclusividad del vínculo afectivo y pueden llevar a relaciones poliamorosas o swingers. La investigadora plantea que el matrimonio inicialmente se centraba en la unión de dos personas y de dos familias, donde existía poco espacio libre y limitadas formas de cubrir las necesidades personales. Actualmente ni el amor, los afectos o la sexualidad están ligados al matrimonio.

Entre los bachilleres el noviazgo es una de las formas más comunes de establecer pareja. Para los jóvenes esta relación debe basarse en el amor, la honestidad y el respeto; aunque estar en pareja podría poner en riesgo sus subjetividades. Zúñiga dedica un apartado a abordar el fenómeno de los amigos con derecho, sus distintas nominaciones y lo que conllevan estos vínculos. La definición del fenómeno supone tener o ser un amigo o amiga con derecho a roce ocasional. Entre sus cláusulas destacan la no involucración y la sinceridad entre pares, un contrato indeterminado sin intercambio o pago económico donde el sexo es primordial. Tampoco son válidos los celos y no se involucran actos de mayor intimidad como dormir juntos o filmarse, destinados al noviazgo. En este sentido, para Zúñiga, una amiga o un amigo con derecho es la antesala a la complejidad de la vida amorosa de los jóvenes que va más allá de la relación coital.

En el capítulo tres “Marcas corporales y subjetividad en jóvenes…” se analiza la relación afectiva que los bachilleres de Chiapas establecen consigo mismos. De ser solo un cuerpo, los jóvenes lo poseen: es su cuerpo y, por consiguiente, pueden adornarlo, remodelarlo y reconstituirlo. Existe una relación íntima con el dolor, no solo desde lo sensorial sino desde los usos sociales que implican esa “antropología del dolor”. Para la investigadora, cuando el lenguaje es insuficiente para la expresión, los jóvenes encuentran en las marcas corporales un símbolo de expresión. La piel se convierte en un espacio de transición a través de las perforaciones y de los tatuajes.

A decir de esta investigación, los jóvenes bachilleres entrevistados aportan sus definiciones sobre los cuerpos y sus testimonios sobre sus tatuajes y modificaciones corporales, donde las partes que más se tatúan o perforan son la espalda, hombros, cuello y brazos. Los dibujos más comunes entre esta población son los símbolos del yin y el yang, esvásticas nazis, ángeles, cruces, dragones, flores, calaveras, corazones, kanjis japoneses o ideogramas chinos. Destacan al final de este capítulo una serie de imágenes dibujadas por los jóvenes -sacadas de los cuestionarios-que ilustran los tatuajes más comunes entre esa población estudiantil chiapaneca.

El capítulo cuatro “De mirada y triángulos en cuentos de Juan García Ponce” de Jesús Morales Bermúdez ofrece una mirada con relación a la subjetividad del ser contenida en la obra del escritor mexicano, nacido en Yucatán, Juan García Ponce: actos humanos y pulsiones ambientados en lu- gares domésticos de provincia o en calles y edificios de la ciudad. El autor atrae la atención al acto de ver, retomado de Zúñiga, -como eje temático del libro correspondiente a las subjetividades-, pero no solo desde su aspecto fisiológico sino desde la percepción particular de aquel que observa. Como recurso, traerá a cuenta datos biográficos de la vida de García Ponce para con ello tejer su análisis a la par de los relatos que estudia.

Respecto al narrador, Morales (2020) asevera que -además de existir al interior del mundo narrado- funge como la conciencia, el conocimiento absoluto que analiza la intersubjetividad de los personajes en cada relato: “Con frecuencia ellos existen […] merced a la mirada como propusiera Schopenhauer en relación con el mundo y el conocimiento; merced a la mirada, en el interés de García Ponce; merced a la llama ferviente del deseo y a la mirada del deseo” (p. 186). El investigador examina -a través de las miradas del narrador y de los personajes- los relatos “Tajimara”, “La noche”, “Imágenes de Vanya”, “Descripciones”, “La gaviota”, “Enigma”, “El gato”, “Rito” y la novela Figuras de paja de García Ponce.

En el análisis de los personajes, Morales Bermúdez (2020) repara en las triadas donde están presentes elementos humanos como la mirada, el deseo, la belleza… Los triángulos en la obra son variopintos y dependen de las subjetividades que enmarcan la narración en la que se desenvuelven los personajes: “En ʻDescripcionesʼ, todo camina en cifras de tres: ʻlas obras de arte, en los libros, en los cuadros, en las esculturas […] Jaime estaba haciendo las tres cosas: interrumpió la lectura para recordar y verʼ” (p. 199). En “Rito” se alude al instante de la triangulación de una pareja: “(ʻeres el tercero, el que recibe la donaciónʼ), cuando ella pareciera entregarse a él, al invitado, y dejar de ser de Arturo” (p. 218).

A manera de reflexión final, Morales comparte las generalidades de la literatura erótica, la cual servirá para enaltecer la figura de la mujer y su disposición para ser objeto de culto. Lo pornográfico en García Ponce será el pretexto para exaltar los cuerpos, la voluptuosidad desordenada y la parodia de los mecanismos de poder, aunque no es el objetivo del investigador ahondar en ello; acaso “asomarnos a los fenómenos de mirada y triangulaciones en algunos de sus cuentos y algunas de las formas que dichos fenómenos alcanzan” (p. 225). La triangulación en García Ponce trasciende los relatos y se instala en la realidad, en el éxito del ejercicio erótico-sexual-amoroso de los personajes. El ojo del investigador es aguzado y sus cavilaciones profundas. Da cuenta de las subjetividades que llevaron a García Ponce a producir su obra: el paso de la vegetación y exuberancia de Mérida y Campeche hacia el concreto de la Ciudad de México y los edificios de Europa; experiencias que le permitieron crear personajes que, más allá del erotismo, son profundamente humanos en su mirar.

Los aportes de este libro en su conjunto son sugerentes más allá del contexto de Chiapas. Los artículos no son únicamente un recuento de la compilación y selección de los resultados del trabajo de campo de Zúñiga, sino una concienzuda urdimbre que se teje a la par de conceptos y reflexiones universales de autores como Baudrillard, Nasio, Sartre y Le Bretón, y contribuyen al entendimiento de las subjetividades. A la par, el fino entramado de Morales dialoga con Bataille, Klossowski, Lacan, Ruffinelli… para dar protagonismo al yo que opera dentro de los cuentos de García Ponce. La obra deja entrever que la subjetividad da identidad tanto a lo humano como a lo literario.

La imagen de portada corresponde a la serie Metamorfosis del pintor, escultor y ceramista español Joan Miró (1893-1983). El autor expresa, con técnicas como el collage y el dibujo a tinta china, lápiz y acuarela, su postura política y la oscuridad que conllevó para él la Segunda República Española (1933-1936). Estas figuras introducen, desde la abstracción de las formas, los testimonios vívidos de la violencia y el dolor que implicaban el estallido de la guerra. Los protagonistas de Miró destacan por los vibrantes colores rojo y amarillo, que evocan a la bandera e identidad españolas, y sobre- salen del fondo dividido en tres -siguiendo la línea triádica del libro-: verde, amarillo y blanco. Los seres amorfos -subjetivados-, que en su conjunto reflejan las atrocidades desiguales de la guerra, poseen narices, ojos y bocas alargadas y difusas que ostentan vellosidades y extremidades que se confunden con patas.

Esta imagen dice de la metamorfosis y, al igual que los mundos correspondientes a las juventudes y a los personajes literarios que atañen a esta reseña, expresa las subjetividades: el cuerpo y la mirada son el puente que une ambos universos. El observador se ve observado: la mirada se adentra -a la manera de “Las causas” de Jorge Luis Borges- en la espesura del “ojo descifrando la tiniebla”.

Citas

  1. Zúñiga Zenteno M. E., Morales Bermúdez J. T.. Jóvenes de Chiapas: Cuerpos y subjetividades. Reflexiones en torno a fenómenos contemporáneos. Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas; 2020.