Resumen Artículo
visto 179 109

Cómo citar
León Romero, A. L. (2023). ¿Cómo se representa el cuerpo gordo desde la literatura?: Leer el cuerpo gordo: miradas a la narrativa mexicana contemporánea desde la adipocrítica. LiminaR. Estudios Sociales Y Humanísticos, 21(2), 6. https://doi.org/10.29043/liminar.v21i2.980

Resumen

La necesidad de reflexionar alrededor del cuerpo y preguntarnos qué es y cómo se entiende este, qué es una corporalidad considerada normal o marginal, cómo se representa el cuerpo en la literatura y desde qué visión, hace que el libro de David Loría Araujo, Leer el cuerpo gordo: miradas a la narrativa mexicana contemporánea desde la adipocrítica (2022), sea una fuente de información valiosa para profundizar en estos temas. Es importante no perder de vista eso que dice Lucrecia Masson, que “nuestros cuerpos gordos, enfermos, viejos o discapacitados son construcciones sociales. Nuestros cuerpos, así definidos, son resultado de relaciones sociales donde unos cuerpos se privilegian sobre otros. Existe una escenografía de lo social, con cuerpos actuantes que logran diferentes repartos” (Masson Lucrecia et al., citado en Loría Araujo, 2022, p. 226).


La necesidad de reflexionar alrededor del cuerpo y preguntarnos qué es y cómo se entiende este, qué es una corporalidad considerada normal o marginal, cómo se representa el cuerpo en la literatura y desde qué visión, hace que el libro de David Loría Araujo, Leer el cuerpo gordo: miradas a la narrativa mexicana contemporánea desde la adipocrítica (2022), sea una fuente de información valiosa para profundizar en estos temas. Es importante no perder de vista eso que dice Lucrecia Masson, que “nuestros cuerpos gordos, enfermos, viejos o discapacitados son construcciones sociales. Nuestros cuerpos, así definidos, son resultado de relaciones sociales donde unos

Como bien lo dice Loría, con el paso del tiempo se han levantado distintas voces que señalan la normalización de los malos tratos, insultos y miradas de desprecio hacia los cuerpos gordos. Ha sido evidenciada la manera en que la gordura suele ser un medio de opresión y marginación. Es en este escenario donde el volumen referido, que consta de 195 páginas, tres capítulos y conclusiones, busca mostrar cómo se ha representado el cuerpo gordo en la literatura mexicana de autores que publicaron entre 1967 y 2019. El autor parte de que la narrativa es una herramienta de representación de la realidad que utiliza el lenguaje para construir realidades ficcionales en donde “la presencia del cuerpo gordo […] [puede estar] marcada por lecturas peyorativas que pasan por ‘inocentes’ y ‘triviales’ o que, en caso de ser reconocidas, son consideradas legítimas y justificadas” (Loría Araujo, 2022, p.9). Ya lo dijo Lotman:

Por lo tanto, la representación del cuerpo gordo puede leerse como algo más que una mera estrategia discursiva.

Además de evidenciar la manera en que ha sido leída y representada la gordura, otro de los objetivos del libro, en palabras del autor, es “llevar a cabo el diagnóstico de las recurrencias [sobre las corporalidades gordas] que, a pesar del paso del tiempo, se mantienen e incluso se robustecen [en la literatura mexicana]” (Loría Araujo, 2022, p.9). Sobre todo, porque hay una falta de estudios y análisis literarios con respecto a este tema.

Para entender el libro es importante tener claro el concepto adipocrítica, del cual el mismo Loría dice cómo debe entenderse: es la “disección de las elecciones estructurales, semánticas, retóricas que opera en forma redundante en los textos donde un cuerpo gordo aparece representado” (2022, pp.10-11). El objetivo es identificar las herramientas discursivas que se han utilizado para representar los cuerpos gordos dentro de la literatura mexicana de los últimos 50 años, qué patrones siguen los escritores para la construcción del personaje gordo, así como las figuras retóricas. Loría Araujo pone especial atención a aquellos elementos que evidencian las particularidades físicas de los personajes, y también los que dan cuenta de sus conductas. Su intención es sacar a la luz las consecuencias de estas representaciones, al tiempo que se detecta qué está detrás de los discursos utilizados.

En los cuentos y novelas que Loría seleccionó para su análisis, más que una metodología, lo que aplica a la reflexión de los textos, como él lo dice, es “una batería de recursos”. Cabe destacar que el autor es claro en que los recursos sobresalientes en el libro no son inflexibles; en cambio, otros quedan abiertos para adjuntarlos, conforme se vaya avanzando en la investigación de la gordura en la literatura.

Tras una minuciosa lectura de obras que representan el cuerpo gordo, Loría determina que pueden detectarse ciertos aspectos, elementos discursivos que irán a construir una mirada determinada en la materia. Las narrativas seleccionadas son aquellas en donde los personajes de corporalidad gruesa son protagonistas, dejando de lado las obras en las que este tipo de personajes son periféricos.

Uno de los elementos discursivos que propone el autor es la agencia enunciativa: ¿quién tiene la voz narrativa?, ¿qué perspectiva se enfatiza más?, ¿cuál es la onomástica del cuerpo gordo?, ¿qué trato se le da al nombre o apelativos con los que son identificados los personajes gordos? Es decir, ¿qué nominalización se da al cuerpo gordo, o en qué casos el personaje no tiene nombre? Nada de esto es gratuito e inocente. Otro elemento es el zoomorfismo del cuerpo gordo, puesto que la comparación con animales que destaquen lo descomunal o desagradable puede contribuir a la deshumanización del personaje. Junto al zoomorfismo se encuentra el ítem de la hiperbolización del cuerpo, para lo cual se utilizan adjetivos que dan cuenta de su volumen, del grosor y tamaño que alcanza, para darle así atributos negativos y despreciables.

El cuerpo consumidor y el cuerpo consumible es otro de los elementos que se detectan. Se evidencia al personaje gordo como alguien que no para de comer, al tiempo de volverse una corporalidad para consumir; esto se consigue, según el autor, al ser mirado desde el recelo, la repugnancia, el erotismo o la fascinación. Otro componente son las secuencias actanciales que se observan en el devenir del personaje, en su evolución a través del relato, desde qué lugar se mueve y cuáles son sus motivaciones. En el apartado de las identidades antitéticas e interacciones puede verse “cómo es interpelado el personaje por los marcos de salud, belleza o moralidad”, escrutinio dado por otros personajes que fungen como jueces de lo que es correcto o no. Como último elemento se encuentra la gordura y el género; las mujeres gordas son fuertemente enjuiciadas, a razón, de acuerdo con Loría Araujo, de la salud, la belleza o la moralidad, en relación con los hombres, quienes son tratados con más benevolencia.

Los elementos anteriores ayudan al autor a distinguir tres tipos de miradas en las obras seleccionadas. Cada uno de los tres capítulos que comprende el libro da cuenta de una mirada distinta. El capítulo uno se ve bajo la lente de una mirada telescópica: “la mirada telescópica hacia dos personajes del Medio siglo”, en el que se analizan los cuentos “En la playa” de Salvador Elizondo y “La dama gorda” de Guadalupe Dueñas. Bajo la mirada propuesta se identifican los ítems: hiperbolización, zoomorfismo y la antítesis de las corporalidades, el personaje gordo es enfrentado a un personaje cuyo cuerpo es “normal”.

Una segunda mirada, la parafílica, se encuentra en el capítulo dos: “Tres miradas parafílicas: Herrera, Blum y García González”. Se analizan dos novelas: Vapor (2004) de Julieta García González y Pandora (2015) de Liliana Blum, y el cuento “Eucaristía” de Marina Herrera. En los tres textos puede verse cómo el cuerpo es consumidor y consumible, ya sea porque las mujeres obesas son alimentadas por otros personajes o son observadas de forma lujuriosa. Asimismo, se distinguen una animalización, hiperbolización, el elemento de la antítesis, y la desigualdad de género: las protagonistas son rechazadas por los hombres.

Un punto importante es que en “Eucaristía” existe una despersonalización del personaje gordo, es decir, no tiene voz. Esto no sucede en Pandora, la que contiene momentos en que hay subjetivización, complejizándola en sentimientos contradictorios. A veces Pandora, la protagonista, habla para reivindicar su cuerpo, y otras para menospreciarlo. Mientras que en Vapor existe un empoderamiento momentáneo; el personaje gordo se autoacepta, pero los otros personajes ignoran este posicionamiento, borrando de esta forma la aceptación que antes tuvo lugar.

Una última mirada, la corrosiva, se ve en el tercer capítulo: “Carlos Velázquez: la mirada corrosiva”. Se detectan ahí los elementos discursivos sobre el cuerpo gordo en cinco cuentos del escritor, a saber: “Ellos las prefieren gordas”, “No pierda a su pareja por culpa de la grasa”, “This is not a love song”, “Stormtrooper” y “Despachador de pollo frito”. Una característica es el aparente empoderamiento del personaje obeso, para después burlarse de esto. Loría identifica animalidad, adjetivaciones y comparaciones con la comida y el cuerpo gordo. Encuentra una cuestión de género, ya que la mujer gorda está bajo mayor escrutinio en comparación con el hombre, quien es puesto en uno de los cuentos como “Un gordo con pegue”. También se ve aquí el elemento del cuerpo gordo como consumidor.

No hay que perder de vista, como dice el autor, que los personajes gordos han sido tratados como periféricos dentro de la producción literaria mexicana, además de no ser muchas las obras en donde aparece este tipo de personajes. La importancia de este libro radica en evidenciar la mirada, la representación y los elementos discursivos que se confieren al cuerpo gordo, que suele girar en torno a los mismos elementos en toda la narrativa mexicana de los últimos años.

En cada una de las narrativas es posible ubicar varios ítems que Loría desglosa como características en la representación del cuerpo gordo. A partir de esto se cuestiona si son posibles otras miradas a estos cuerpos que se salen de lo “normal”. Más allá de un listado de elementos y señalamientos del trato a estas corporalidades en la literatura mexicana, el autor del libro desea que se ponga atención en aquellas representaciones que han quedado debiendo a estos personajes.

David Loría Araujo llega a tres conclusiones para meditar: la primera es cuestionarse por qué estos escritores ubican, por un lado, a los personajes gordos en contextos variados. Por otro lado, lo hacen bajo una lente de juicio a estos cuerpos y con unas características que los encierran en una representación marginal. Otra conclusión es el hecho de analizar las construcciones que estos relatos naturalizan o asimilan. El autor señala que la mirada sigue bajo los términos de clínicaestética-moral; valdría la pena cuestionarse el porqué. Una tercera y última conclusión es el hecho de que los ítems elegidos también pueden aplicarse a personajes gordos que no sean protagonistas. Considerando el hecho de que Loría decidió dejar fuera de este análisis precisamente a personajes gordos periféricos.

Las miradas que propone no son las únicas que pueden encontrarse dentro de las representaciones discursivas. El autor admite que sin duda habrá otras más que puedan derivar en reflexiones que conduzcan a una separación en la manera en que se representa el cuerpo gordo. Los discursos narrativos utilizados, dice el autor, en lugar de sumar a esa visión de la corporalidad gorda como algo grotesco, enfermo, objeto de burla, deberían cambiar y servir como instrumento para una nueva articulación y perspectiva de los cuerpos que salen de lo considerado normal.

Un ejemplo de mirada o representación distinta que se hace sobre un cuerpo se puede ubicar en ciertas narrativas de Liliana Blum, como ocurre en su cuento “Señorita Avon”, protagonizado por Mariquita, una enana, es decir, un cuerpo marginal. Sin embargo, este personaje no está construido bajo una lente que evidencie lo grotesco, el rechazo o la burla: es una mujer orgullosa de su cuerpo que tiene éxito con los hombres, por lo que tampoco quedaría encasillada en el elemento de género que propone el autor.

Indiscutiblemente, el libro de David Loría Araujo aporta un análisis que se vuelve crucial en estos tiempos, cuando ya no se puede cerrar los ojos ante las formas de percepciones y representaciones de cuerpos históricamente vulnerados. Una vez ubicada la manera en que se ha leído el cuerpo gordo en la literatura, ¿por qué no utilizar la ficción para salirse de la norma y de la idea que ya se tiene sobre ciertos cuerpos?

El autor reflexiona sobre los elementos discursivos que suelen usarse en la literatura mexicana contemporánea. La narrativa seleccionada utiliza los mismos elementos bajo distintas miradas. El documento da las bases para futuras investigaciones sobre el tema y deja las puertas abiertas para identificar más elementos usados para la representación del cuerpo gordo. Lo más importante: siembra la curiosidad para cuestionar desde qué lugar se escribe y se estructuran los cuerpos considerados marginales, cuál es el propósito que se persigue.

Citas

  1. Loría Araujo D.. Leer el cuerpo gordo. Miradas a la narrativa mexicana contemporánea desde la adipocrítica. Universidad Iberoamericana; 2022. Publisher Full Text
  2. Lotman I.. La semiesfera 1. Semiótica de la cultura y del texto. Ediciones Cátedra; 1996.