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Resumen
En la presente publicación se pone a disposición del público interesado un trabajo del destacado mayista alemán Heinrich Berlin que no había sido del todo visible desde su primera y única publicación en español en 1944. Se trata de un estudio de los nombres de lugares en la lengua tseltal. Al artículo de Berlin antecede una introducción de los autores acerca de la importancia de este trabajo en los estudios toponímicos de Chiapas, área poco socorrida por los académicos.
Han sido escasos los trabajos dedicados al estudio pormenorizado de las toponimias indígenas de Chiapas. A la extensa obra pionera de Marcos Becerra titulada Nombres geográficos indígenas del estado de Chiapas, publicada en 1932, siguen los trabajos más tardíos de Víctor Manuel Esponda Jimeno (1987), Juan de la Torre López (2001), Miguel Sánchez Álvarez (2012) y, más recientemente, los artículos de Alejandro Sheseña y Margarita Martínez (2015) y Alejandro Sheseña (2021).1 En esta línea, un lugar destacado para la historiografía sobre el tema tiene el artículo del arqueólogo, antropólogo e historiador alemán Heinrich Berlin (1915-1988) titulado Toponimia tzeltal,2 publicado en español el 11 de octubre de 1944 en el periódico Chiapas Nuevo, y del cual se conserva una copia mecanografiada en el archivo del Museo Na Bolom. El artículo, en este sentido, destaca por ser el primer trabajo, después del de Becerra, en abordar con detenimiento el estudio de las toponimias indígenas de Chiapas, en este caso las tseltales.
Aunque sus intereses académicos eran bastante amplios (éstos incluían la historia del arte colonial, la etnohistoria y la etnografía, entre otros temas),3 los principales esfuerzos de Berlin se centraron en particular en el ámbito de la mayística. Llevó a cabo exploraciones arqueológicas en el área maya, las principales de ellas centradas en los sitios de Palenque, Tikal, Kaminaljuyu y Mayapán. Pero es en la disciplina de la epigrafía maya donde contribuyó de manera más sobresaliente. Descubrió en 1958 el llamado “Glifo-Emblema”, el cual, conteniendo en varios casos elementos de naturaleza toponímica, sirve para designar a las dinastías gobernantes de las diferentes entidades políticas mayas. Este fue un descubrimiento, siguiendo las palabras de Michael D. Coe (1995: 192), “de grandes consecuencias para el futuro de la investigación maya”. Berlin fue, además, junto con Tatiana Proskouriakoff y Alberto Ruz, el creador en occidente del enfoque histórico en el estudio de los jeroglíficos mayas (Riese, 1988: 213). También realizó investigaciones centradas en Chiapas, las cuales incluyeron no solo aspectos arqueológicos sino también etnohistóricos (Luján Muñoz, 1991: 121). Entre los estudios arqueológicos sobre- salen sus reportes sobre los monumentos mayas de Guaquitepec (Berlin, 1942 y 1946),4 mientras que de los etnohistóricos es de destacar aquél relacionado con el sistema calendárico tsotsil (Berlin, 1951).
Cabe señalar que, a pesar de no ser lingüista -lo que, por cierto, le impidió entender el desciframiento de Yuri Knórozov-, Berlin se interesó además por el estudio de los vocabularios indígenas (lo cual evidencia los intereses multidisciplinarios del estudioso alemán), en particular los de las lenguas ch’ol y tseltal. Sobre la primera, Berlin transcribió y añadió comentarios a un vocabulario anteriormen- te elaborado por Marcos Becerra en 1937 (Matteo, 2008). Sobre la segunda, ya en 1941 Berlin había publicado un estudio titulado Vocabulario Español-Tzeltal, de nuevo en el periódico Chiapas Nuevo.
El trabajo que aquí se introduce forma parte de este último interés de Berlin. Discute los pormenores lingüísticos e históricos de los nombres de los principales poblados tseltales de Chiapas incluidos en el anexo que hiciera fray Antonio de Aguilar al Vocabulario de la lengua tzeldal de fray Domingo de Ara (véase Barrera Vásquez, 1935; Ruz y Aramoni, 1985), anexo del cual Berlin obtuvo una copia de la Universidad de Tulane. En su estudio el especialista alemán no solo reproduce el listado sino también adiciona comentarios y aclaraciones oportunas sobre varias de las toponimias ahí referidas.5 En algunos de los topónimos corrige las traducciones de Becerra, las cuales, sin demérito de la valía general de su obra, no eran acertadas. El tratamiento desarrollado por Berlin otorga de esta manera a su artículo un papel destacado dentro de la historiografía de las investigaciones toponímicas indígenas de Chiapas. Sin duda, es un texto de consulta obligatoria para los estudiosos del tema.
Sin embargo, a pesar de su importancia, este artículo es escasamente conocido. De hecho, hasta ahora no había sido vuelto a editar desde su publicación en 1944 en el periódico Chiapas Nuevo. Con el propósito de facilitar su consulta al lector interesado en el tema de los nombres geográficos indígenas, ofrecemos a continuación la transcripción del artículo completo. Esperemos con ello llamar la atención acerca de la necesidad de desarrollar este tipo de estudios en el estado de Chiapas.
Luz en las investigaciones
TOPONIMIA TZELTAL
Por Heinrich Berlín
En los números respectivos correspondientes al 12 y 19 de junio de 1941 del periódico CHIAPAS NUEVO hemos referido ampliamente el vocabulario tzeltal existente en la biblioteca de la Sociedad de Geografía y Estadística en México. Tuvimos ocasión, entonces, de señalar en ese vocabulario algunos nombres geográficos en lengua tzeltal.
Hoy queremos ampliar estas consideraciones geográficas lingüísticas mediante los datos contenidos en otro vocabulario tzeltal, por cierto también muy poco conocido.
La existencia de este otro vocabulario tzeltal fue señalada por primera vez por el mayista americano W. Gates quien mandó sacar una copia fotográfica de él, ignorándose en la actualidad el paradero del original. Con posterioridad se hicieron más copias fotostáticas de la primitiva copia de Gates que fueron adquiridas por varias instituciones norteamericanas.
Gates señaló como autor de este vocabulario a Domingo de Ara, famoso tzeltalista del siglo XVI, pero más tarde el erudito lingüista mexicano don Alfredo Barrera Vázquez comprobó que lo fué fray Antonio Aguilar. No contiene datos que permitan precisar la fecha en que se hiciera, pero por el carácter de las letras bien puede decirse que es bastante anterior al siglo XVIII.
Aparte del vocabulario propio, contiene también sermones y trozos del catecismo en la misma lengua tzeltal y dos sermones en tzotzil, lo que hace pensar que fué escrito en un monasterio limítrofe entre ambas lenguas.
Sabiendo que este vocabulario contiene igualmente una lista de lugares me dirigí a la Tulane University de New Orleans suplicándole me facilitase copias de las páginas que contienen esta lista y de esta manera obtuve las páginas 291|3 en copia fotostática.
Transcribiré en las siguientes líneas la dicha lista que proporciona generalmente, para cada lugar tres nombres: 1) el nombre en idioma azteca o el Santo patrón del lugar; 2) su equivalente en tzeltal y 3) la traducción al español, faltando esta a veces. Como las copias de las cuales me estoy sirviendo están en parte bastante borrosas fácil es que en la transcripción se haya deslizado uno que otro error.
Agregué además para varios nombres unas notas, pero no pretendí de ninguna manera hacer un estudio exhaustivo. Para estas notas tuve que valerme constantemente de los «Nombres Geográficos Indígenas del Estado de Chiapas» de don Marcos E. Becerra y a cual libro remito una vez por todas al estudioso lector. Será objeto de futuros trabajos analizar cada una de las traducciones que consigna el vocabulario y compararlas después con las dadas anteriormente por Becerra, para resolver cual sea la correcta, en los casos donde no coincidan.
Ciudad Real, Ghobel, Sabana de Sacate6
Theopisca, Ymoxol
Aguacatenango, Tzete, Palo Cortado o bajado
Amatenango, Tzobontaghol, Juntada de ocote
Comitlan, Balumcanan, nueve estrellas (Becerra consigna además el nombre chaneabal «Chonab» que significa sencillamente “mercado”. Por el otro lado duda de la antigüedad del nombre Balumcanan. Su existencia ahora en este antiguo vocabulario, sin embargo, la comprueba. Creo que debe dudarse también de la interpretación que Becerra finalmente da o sea «población en alto, lejos de las fiebres” derivándola de raíces del idioma chaneabal. En cambio «nueve estrellas» o «nueve guardas» como quiere V Pineda, se compagina perfectamente con conceptos de la mitología maya).
Zapaluta, Ghunquizizx, un Sabino (Becerra cita primero la derivación acostumbrada de tzapalotl, plátano (?), descartándola más tarde y tratando de relacionar la palabra con tsapatl, enano. Dada ahora la traducción que consigna el vocabulario del término tzeltal, diciendo que significa un sabino (en otro lugar el mismo Becerra identifica «quisis» con «espino hediondo») creo que también el término nahoa del lugar se deriva de un término botánico).
Conela, Vaacu
Escuintenango, Coxaghav (Becerra asienta que ya el Padre Ponce en 1586 dijo que el pueblo era de indios coxohes).
Aquespala, Ainat, lagarto
Coapa, Xcabayn, mano de lagarto
Chiquimuzelo, Cabha, braso de agua o de río
Citala, Xulabna, casa de cuernos
Chalchitan, Tiocum, oriya río
Copanavastlan, uxte, Zapote negro (En nuestro artículo arriba mencionado ya habíamos consignado el nombre tzeltal «uxte» para aquella antigua población. Ahora podemos dar hasta la traducción al español. Si la presente efectivamente es la correcta, todas las teorías que Becerra deriva de la traducción que él da al vocablo Copanaguastla pierden su valor. En la palabra tzeltal la sílaba «te» seguramente significa “árbol” y conviene recordar la palabra naho “guanacastle” que también es un árbol y que bien pueda estar relacionado con el lugar citado).
Zozocoltenango, Uninquibal, cantaro tierno
Zoyatitlan, Vololtulan
Pinula, Muculaquil, Sabana grande
Zacualpa, Coilha, agua que cae
Ystapilla, Chiha, agua dulce
S. Bartolomé, Alanchen, Barranca honda
Obstuta, Tichen. (Parece que se refiere al extinguido pueblo de Ostuta para el cual Becerra da la traducción de “muchas cuevas”, y tichen lo traduce como boca de la caverna. La idea es, pues, semejante) Totolapa, Natigholon, tela larga
Acala, Amoxton
Chiapa, Zactan, Cal blanca (Becerra se opone vehementemente a considerar “Zactan” como un nombre antiguo de Chiapa de Corzo. Nosotros, en el artículo mencionado al principio, ya lo hemos consignado una vez para el siglo XVI quedando así definitivamente establecido que los Tzeltales efectivamente desde tiempos muy remotos utilizaban este término).
Ystapa, Nibac, hueso de nariz
Zinacantlan, Tzotzlen, casa de morcielagos
Chamula, Chamho, Agua muerta
S. Andrés, Zacanchen, barranca blanca
S. Miguel, Mitontic, lugar de muchas piedras
S. Pedro, Chenalho, Agua de pozo
Sta. Catarina, Zacton, Piedra Blanca (Becerra consigna Sactan, cal blanca, que según nuestro vocabulario corresponde a Chiapa de Corzo)
S. Pablo, Ghlum nichim, tierra de flores
Guytiupa, Chanolucun, gusano o lombris de agua
Pla(n)tanos, Yolho, hijo de agua
Custietali, Canallumtic, tierra amarilla
Guistlan, Quina, casa de fiesta
Tenexapa, Jobelton, sabana de piedra, cerro de zacate. (Becerra traduce ‘Jobeltó’ como el nuevo Jobel’ pensando que los pobladores primitivos de Jobel, hoy San Cristóbal Las Casas, hubieran emigrado después de la conquista, a Tenejapa. Las traducciones que propone el autor del vocabulario nos parecen, sin embargo, más verosímiles)
Teultepeque, Oxchuc, tres nudos. (La traduccion de tres nudos es la común. Becerra, en cambio, propone ‘trece deidades’ de oxlahun, trece y chu santo. En principio de la traducción de Becerra resulta más atractiva dado el carácter importante de 13 en el México prehispánico, si no tuviera el inconveniente de que presupone la reducción de ‘oxlahun’ a ‘ox’ que a nuestro modo de ver es improbable).
Ocotenango, Cancuc, pluma amarilla (Becerra al referir el lugar de Ocotenango lo llama “Pueblo antiguo, ya extinguido. A la fecha no se sabe en dónde fué”. Por el dato que aquí presentamos queda establecida la identidad de Ocotenango con Cancuc. Y esta identidad se confirma porque Remesal al referir los pueblos tzeltales omite Cancuc y en donde en la enumeración que él da se espera encontrar Cancuc cita precisamente Ocotenango. En cuanto a la traducción de “pluma amarilla” se requieren todavía mayores análisis.)
Guaquitipeque, Taquinvitz, cerro seco
Ocotzingo, Yaxte o Yaxbite, palo verde (Respecto a Yaxbite Becerra escribe “supuesto nombre antiguo de la ruinas de Toniná u Ocosingo.. Chavero, que da este nombre, lo traduce como bosque verde. No hay otra noticia de que haya existido tal nombre”. Con el presente vocabulario queda comprobada la exactitud de la aseveración de Chavero. Nosotros, además, creemos que Ocosingo no debe traducirse “lugar del señor del negro humo” como quiere Becerra, sino simplemente “lugar de ocotes”, nombre bastante apropiado dada la abundancia de este árbol en la región. Ignoro si Yaxté sea el equivalente tzeltal directo para el árbol de ocote (pino).
Ocotitan, Cibacha, Agua de tinta (La identidad de los dos pueblos ya había quedado establecida correctamente por Becerra. Sus análisis etimológicos, sin embargo, siguen quedando sujetos a revisión) Santiago, Yaxallum, tierra amarilla
Sto. Domingo, Chilum, tierra dulce
S. Geronimo, Bachahon
Tila, Tzisa, hisopo o (ilegible)
Tumbala, Ghcuc Vitz
Petalcingo, Caghol, cabeza podrida
Palenque, Ghochan (Becerra al tratar de los nombres Gho-chan y Na-chan, pone en tela de juicio que el nombre Ghochan hubiera sido utilizado antes de que Ordóñez y Aguilar lo solicitara en su Historia del Cielo y de la Tierra. Nuestro vocabulario, mucho anterior a Ordóñez pone de manifiesto ahora que sí se utilizaba. Ya no podemos dudar que el equivalente de Palenque, por lo menos en tzeltal, muy afin al chol que en Palenque se habla, ha sido Ghochan, aunque falta saber si esto se refería al actual pueblo de Palenque o a las famosas ruinas que distan todavía ocho kilómetros del pueblo)
S. Martín, Amac, el patio
Esto es el último de los nombres de pueblos proporcionados por el vocabulario, siguiendo después los nombres en tzeltal de varias enfermedades.
Citas
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