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Llanos Hernández, L. (2013). La odisea de los hermanos Tort y la Fábrica de Hilados y Tejidos La Providencia en Chiapas a finales del siglo XIX. LiminaR. Estudios Sociales Y Humanísticos, 11(2), 165-179. https://doi.org/10.29043/liminar.v11i2.229

Resumen

Este artículo busca explicar el proceso de construcción de la Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón La Providencia emprendida por los hermanos Tort en Chiapas. Fue la fábrica más moderna construida en el estado a finales del siglo XIX, obra de un ideal modernizador que corresponde al pensamiento de la época y forma parte del contexto histórico del México que se configura entre las tres últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX, el cual se reproduce de manera particular en Chiapas.


La modernización de la economía en el estado de Chiapas

En las últimas décadas del siglo XIX, el país inicia un periodo histórico diferente que va a concluir en 1911 con la renuncia de Porfirio Díaz al gobierno de México. El último gobierno de Benito Juárez (1871-1872) busca orientar al país hacia un proceso de modernización. Parte de este proceso descansa en la construcción de escuelas, caminos o telégrafos, con la idea de dejar atrás el pasado para construir un futuro diferente. El Estado nacional logra consolidarse y años después, con los gobiernos del porfiriato, se traza una nueva política económica que promueve el ingreso de los capitales extranjeros. Estas nuevas condiciones dan forma a una estructura social, “una organización, una coherencia, unas relaciones suficientemente fijas entre realidades y masas sociales” (Braudel, 1991: 70). En Chiapas, los gobernantes de la época buscaron articularse a las nuevas ideas que pretendían modernizar su economía. Asumieron el discurso del orden y el progreso que se impulsó desde el centro del país; sin embargo, la idealización de este anhelado proyecto contrastó con la realidad social del estado. Estos años de transformación de la vida económica y social dan forma a un periodo de duración media (Braudel, 1991): en esta fase, uno de los rasgos de los diversos gobiernos será la forma vertical y autoritaria de gobernar. La modernización, a través de la industrialización, se pretendió llevar adelante aun en lugares tan distantes como Chiapas. La construcción de vías de transporte y comunicación eficaces y modernas que facilitaran el comercio entre el estado y el resto del país era una de las condiciones para alcanzar tal propósito; sin duda, una tarea compleja ante una realidad que parecía estar congelada en el tiempo.

García de León (1985) señala que Chiapas era uno de los estados más aislados y atrasados, en los aspectos económicos y sociales, del México de finales del siglo XIX. Chiapas carecía de centralidad política; en realidad era un mosaico de regiones semiautárquicas con grandes áreas despobladas que limitaban la comunicación y el comercio entre sí, dado que cada región poseía una economía, una cultura y una vida social diferentes. Legorreta (2008) menciona otro problema tanto o más importante que el primero y se refiere a la herencia sociocultural en el estado; esa mentalidad de carácter oligárquico arraigada en la población.

El estado de Chiapas se encontraba política y financieramente débil para emprender por sí solo la modernización de su economía. La carencia de recursos económicos propios le hacía depender de los que provenían de la Federación. Thomas Benjamin (1990) describe cómo la construcción del Leviatán en Chiapas todavía estaba en proceso de formación. La numerosa población indígena se encontraba enclaustrada en sus comunidades resistiendo la agresión ladina que pretendía una modernización de las relaciones laborales basada no en el trabajo libre, sino en el ancestral trabajo acasillado que sólo reproducía relaciones de tipo servil. Este camino fue tomado por los hacendados chiapanecos, quienes se vieron alentados a ampliar sus propiedades y a posesionarse de nuevas tierras a partir del trabajo realizado por las compañías deslindadoras. A diferencia de los finqueros extranjeros, para ellos fue preferible hacerse con las tierras de las comunidades y explotar el trabajo de la población indígena; sus desplantes señoriales les impedían asumir los riesgos para colonizar tierras lejanas y desconocidas, casi despobladas, como los territorios del Soconusco y de la Selva Lacandona. Tendrían que ser extranjeros de diversas nacionalidades quienes finalmente asumirían el reto de colonizar el Soconusco. Este territorio tenía un interés particular para el gobierno de Porfirio Díaz. Los estudios de Matías Romero (García, 1985), y posteriormente los de Karl Kaerger (1986), mostraron excelentes condiciones para el cultivo del café y su riqueza agrícola.

El Estado como agente modernizador

Los intentos por modernizar Chiapas en los diversos aspectos de su vida económica y social se intensificaron en las últimas décadas del siglo XIX. No sólo se concesionaron las tierras del estado a los inversionistas provenientes del extranjero. El gobierno estatal buscaba atraer inversionistas del extranjero a través de varios mecanismos. A falta de mejores condiciones para la inversión privada, en la feria internacional de Nueva Orleáns (1885), y más tarde en la de París (1889), Chiapas sólo pudo ofrecer sus principales atractivos, los cuales residían en la posibilidad de invertir en la explotación de cultivos agrícolas y en la abundante mano de obra indígena.1

Los cambios promovidos para el impulso de una agricultura capitalista también se vieron acompañados de otras políticas que pretendían cambiar la economía del estado. Los sucesivos gobiernos del estado intentaron dejar atrás el aislamiento y mejorar las deplorables vías de comunicación existentes. El aislamiento era una condición crónica persistente desde la época de la Colonia.

Esta condición ancestral se trató de remediar convocando a inversionistas para la construcción de las modernas vías de transporte y comunicación, dado que la necesidad de mejorarlas se convirtió en una tarea impostergable. En años, debido al impulso de este tipo de políticas que buscaban transformar la vida social y económica, en el estado se vivía una mezcla de entusiasmo frenético, una fe en la modernización autoritaria.2

El plan para la construcción del ferrocarril en la costa de Chiapas formó parte de un proyecto más amplio de construcción de vías férreas que tenía la finalidad de conectar el estado con el resto del país. Sin embargo, fueron varios los proyectos trazados en el contexto de la euforia modernizadora que no lograron concretarse.4 Entre el entusiasmo por la perspectiva de la modernización y la contrastante realidad del estado, las acciones realizadas se veían obstaculizadas, dejando los proyectos inacabados. Los sucesivos gobiernos del estado intentaron varias veces poner en movimiento la construcción de los ferrocarriles, estaban convencidos de que ése sería el medio más moderno e importante para comunicar Chiapas con el país. Finalmente, años más tarde y gracias al aumento explosivo de los cultivos comerciales de exportación, en la región del Soconusco se logró concretar la construcción del primer ferrocarril en Chiapas, en “1908, con la construcción del ferrocarril Panamericano, que ligaba al Soconusco con el puerto pacífico de Salina Cruz, y el de Coatzacoalcos en el Golfo, la producción -de café- se acrecentará notablemente” (García, 1985: 177).

Los gobernantes se sentían atraídos por la fuerza que desplegaba el discurso de la modernización, pero su contrastante realidad esculpida en las agrestes condiciones geográficas y su peculiar cultura llena de localismos les impedían desplegar una fuerza social y económica que transformara este estado marginal; la modernización fue una política que ellos entenderían de manera muy particular y a través de ella excluyeron a las mujeres, a los peones de las haciendas y a la población indígena del estado. Como parte de la modernización de la vida económica y social, además de las medidas de deslinde y colonización de tierras en todo el estado, también se pretendió la construcción de escuelas y la apertura de caminos, así como la instalación del teléfono y el telégrafo. La fiebre modernizadora abrazaba a los gobernantes, quienes creían posible dejar atrás el enorme atraso estructural de un estado que buscaba el progreso económico, pero cuya realidad le mantenía atado al atraso social.

Frente al recurrente fracaso en la construcción de caminos y vías férreas, el telégrafo y el teléfono fueron los medios que permitieron modernizar la comunicación en Chiapas.

El cambio de la capital del estado

En las últimas décadas del siglo XIX se dará un cambio estratégico que transformará las relaciones internas en Chiapas y sus vínculos con el resto del país. Este cambio está relacionado con el traslado de los poderes políticos del estado a otra ciudad. Tuxtla Gutiérrez, en los cálidos Valles Centrales, y no la alteña ciudad de San Cristóbal de Las Casas,5 será la nueva capital del estado, decisión que no se modificará a pesar de la guerra librada en 19116 entre las élites políticas de las dos ciudades. Mientras la capital del estado se ubicaba en San Cristóbal de Las Casas, el corredor natural para el comercio y las comunicaciones era el vínculo entre esta ciudad y San Juan Bautista en Tabasco; hacia el sur, la dirección llevaba a Comitán y después a Guatemala. Ésta era una de las rutas prehispánicas que enlazaba estas tierras con el Valle del Anáhuac, la cual logró conservarse como la vía más importante durante la época colonial y el primer medio siglo del México independiente; sin embargo, el desplazamiento de San Cristóbal de Las Casas como capital del estado será resultado de varios procesos económicos y políticos, como el auge del café en el Soconusco y de la ganadería y de los cultivos comerciales de maíz y caña de azúcar que adquirieron relevancia en los Valles Centrales. Asimismo, la necesidad de contar con una mejor comunicación con la capital del país resultaba importante para la centralidad política del Estado nacional.

La Chiapas señorial, la Chiapas que se relacionaba comercialmente con mayor fluidez con Guatemala y Centroamérica, la de las haciendas y los peones indígenas que se articularon al sistema de las monterías en la Selva Lacandona (Legorreta, 2009), fue relegada por la Chiapas de los cultivos comerciales, la que requería vías de comunicación; fue la Chiapas que adquirió el matiz cultural y étnico de la población mestiza; es la Chiapas mestiza que se fusionó rápidamente y que llevó a la transformación de los pueblos indios en pueblos de mestizos, tal como aconteció con el mítico pueblo de los chiapa ubicado en la ribera del río Grijalva (Viqueira, 2002) o la de los zoques en Ocozocoautla. La Chiapas que retrata B. Traven es la Chiapas que décadas más adelante también describirá Rosario Castellanos en sus obras; en ella, la población indígena es la principal fuente de explotación y riqueza para los hacendados, es la Chiapas donde entrado el siglo XX parece ser que aún se vivía en una especie de apartheid social y étnico (García, 1985).

En Chiapas, el período del porfiriato (1876-1911) dibujó un nuevo mapa territorial que sustituyó al que se formó en el período colonial. El Soconusco y la región que hoy es conocida como Costa, donde actualmente se asientan las ciudades de Tonalá y Arriaga, así como la región de los Valles Centrales que jurídicamente daba forma al departamento de Tuxtla y donde se asentaban las actuales ciudades de Tuxtla Gutiérrez y Cintalapa, fueron las más sacudidas por el proceso modernizador que el porfiriato trazó para Chiapas.

La instalación de la fábrica Tort Hermanos en el valle de Jiquipilas, la búsqueda de mercados en el sureste del país, los proyectos existentes para construir el ferrocarril en la costa del Pacífico chiapaneco, así como los procesos de colonización por extranjeros para el cultivo del café en el Soconusco, serán procesos económicos y sociales que incidirán en la reorganización regional en Chiapas, los cuales serán tomados en cuenta en 1892 por el gobernador Emilio Rabasa para trasladar los poderes del estado a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez. Las regiones del Soconusco y los Valles Centrales con cultivos para el mercado nacional y para la exportación requerían una salida más rápida hacia el centro del país y el establecimiento de un vínculo político más fluido con la capital del país, condición que no tenía la ciudad de San Cristóbal, ubicada en la región montañosa de Los Altos. De esta manera, los procesos económicos y políticos derivados de las políticas de modernización en Chiapas cerraron la pinza para desplazar políticamente a los territorios del oriente del estado, como Los Altos y los territorios selváticos de la Lacandona casi despoblados en esos años. Esta reorganización económica y política de las regiones también constituye un proceso de diferenciación cultural originado desde la época colonial y que trazó de manera más clara una división sociocultural entre una Chiapas mestiza y una Chiapas más indígena, que separa territorialmente al estado y que persiste hasta la actualidad.

Los hermanos Tort

Los hermanos Damián, Francisco y Eduardo Tort y Ráfols son personajes que reflejan el pensamiento económico de la época. Avecindados en la ciudad de Puebla, uno de los centros más importantes donde se desarrolló la industria textil en México, lograron poner en movimiento su iniciativa y su creatividad para trabajar en tal labor. En el contexto de la doctrina del laissez faire, laissez passer predominante en México y el mundo, percibieron que la industria constituía el eje para desplegar esa fuerza social llamada “progreso”. El 10 de diciembre de 1868, a la edad de 25 años, Damián Tort recibió del presidente Benito Juárez7 la autorización para explotar un invento creado por él y que le permitiría producir y empastar cerillos en una época en la que, aun en otras naciones del mundo, los fósforos8 eran concebidos como un producto peligroso, inseguro y accesible sólo a un mercado muy restringido. En 18699 recibe el reconocimiento de la oficina de patentes en Inglaterra y la certificación de la reina Victoria de Inglaterra por la innovación que hizo al sistema combinado de turbinas. En 1870, apenas dos años después de la concesión obtenida para la fabricación de cerillos, el mismo Damián Tort recibe en México una nueva concesión a través de un bando emitido por el gobierno del estado de Puebla10 por la mejora en un sistema combinado de turbinas de reacción e impulsión. Damián Tort no sólo es un actor social en el escenario de la industria textil; por su formación profesional y su conocimiento de la industria posee la fuerza del sujeto social que intentará contribuir a la transformación económica de un estado tan aislado como lo era Chiapas.

Los hermanos Tort Ráfols, en especial Damián y Francisco, perciben que la industria textil será uno de los ejes de la transformación social y económica de México. Es en ella donde despliegan su capacidad técnica y acumulan experiencia en la construcción de varias fábricas. Su febril actividad les ha convertido en un sujeto social “creador de sentido y de cambio e igualmente de relaciones sociales” (Touraine, 1997: 67), en un estado donde predominan las culturas y las economías locales, que se magnifican a sí mismas en un territorio distante y aislado del centro del país. “Los hermanos Tort Ráfols llegaron a ser ingenieros, profesión en la que destacó por su excepcional aptitud y talento Damián, ingeniero mecánico, hombre emprendedor, inventor y visionario que integró un espléndido equipo con su hermano Francisco, ingeniero civil” (Hernández-Mejía, 2004: 6).

Esta asociación de conocimiento y práctica profesional que comparten los hermanos Tort es resultado de una visión de futuro que se construye a lo largo de varias décadas en el seno de la familia y en el campo de su actividad como profesionistas. El incesante esfuerzo y trabajo de los hermanos Tort -Damián, Francisco y Eduardo- es parte del proceso modernizador que vive el país, y en particular en la industria textil, la cual, junto con la construcción de los ferrocarriles y la explotación minera, conformarán las industrias eje de la transformación económica de un México que trataba de adentrarse al mundo moderno:

La construcción de las fábricas textiles en el estado de Oaxaca les permite descubrir que existen posibilidades para dicha industria en el sureste del país. Estas perspectivas de mercado en un ambiente que fomentaba la industria, les llevarán a emprender su propia aventura como industriales de los textiles. Lejos de regresar a la Ciudad de México o al estado de Puebla, donde el mercado era más seguro y las nuevas industrias estaban mejor protegidas por el Estado, su interés se dirige hacia el lejano e inhóspito estado de Chiapas, donde gestionan las facilidades para instalar una fábrica a partir de sus propios recursos. Los hermanos Tort logran que el gobierno del estado emita una disposición que tenía el propósito de alentar las inversiones en Chiapas; de esta manera, se ven beneficiados por el decreto publicado en el Diario Oficial del Estado de Chiapas el 3 de enero de 1882 por el gobernador Miguel Utrilla, emitido en la ciudad de San Cristóbal Las Casas, en ese entonces todavía capital del estado.11

Debido al compromiso de concluir la instalación de las fábricas en el estado de Oaxaca, no logran avances en la instalación de la suya en Chiapas. A punto de concluir el periodo de cinco años que el gobierno del estado había fijado para la construcción de la fábrica, los hermanos Tort solicitan una ampliación de la concesión ya que la obra aún no había sido iniciada y deseaban beneficiarse de la exención de impuestos proporcionada por el gobierno estatal.

Una vez que culminan sus compromisos en el estado de Oaxaca, dedican sus esfuerzos para iniciar la construcción de su propia fábrica:

La respuesta del gobierno estatal para ampliar el período de gracia que les eximía del pago de impuestos superó las expectativas de los hermanos Tort ya que, aprovechando la petición particular de estos empresarios, el gobierno emitió una disposición más amplia que seguía beneficiando a todo aquel empresario que deseara invertir en el estado.13 El entusiasmo modernizador en el estado estaba en movimiento.

La puesta en marcha de la fábrica Tort Hermanos atrajo la atención de los comerciantes y hacendados más importantes del departamento de Tuxtla; la capacidad y el dominio que los hermanos Tort tenían de la industria textil albergó la esperanza de que la empresa sería un negocio redituable toda vez que no había ningún competidor en el estado. En el plano social la familia Tort establecía vínculos con los hacendados de la región, lo que favorecía el impulso de sus proyectos. El 24 de mayo de 1888, Eduardo Tort envía una carta a las autoridades eclesiásticas de San Cristóbal desde la finca El Carmen, con el fin de solicitar la presencia de un cura que lleve a cabo la ceremonia de su casamiento en la finca propiedad de la familia Esponda.14

Una vez que fue instalada la fábrica Tort Hermanos, su conocimiento acerca de la industria textil y los procesos de comercialización les permitió ofrecer sus servicios en las siguientes actividades:

El conocimiento técnico, su vocación empresarial y las disposiciones favorables de los gobiernos federal y estatal generaban las condiciones para el impulso de las actividades industriales en un estado que carecía de infraestructura para este tipo de desarrollo; no obstante, la fuerza del espíritu emprendedor de los hermanos Tort parecía no tener obstáculo alguno para acometer nuevos proyectos.

La Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón La Providencia

El 8 de mayo de 1890, los hermanos Tort -Damián, Francisco y Eduardo- establecieron la Compañía Anónima Industrial Manufacturera de Chiapas con comerciantes y hacendados del departamento de Tuxtla Gutiérrez para crear la Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón La Providencia (ver imagen 1); fue una asociación no sólo de capitales, sino también de distintas formas de pensar y actuar que no siempre fueron armoniosas. El nuevo proyecto sólo podía ser concebido por aquellos cuya experiencia y conocimiento en el ramo era evidente, experiencia que se entremezclaba con la convicción y la fe de que el proceso modernizador en Chiapas estaba en pleno movimiento. Estas creencias estaban acompañadas de un voluntarismo exacerbado que minimizaba los infranqueables desafíos geográficos y la ambición para culminar un anhelo familiar forjado décadas atrás. Esta empresa no es fruto de la transición de las viejas haciendas hacia el modelo de hacienda-fábrica que predominó en la industria textil del país a partir de la segunda mitad del siglo XIX.16 Su construcción representa el ideal de dos hombres formados en la técnica y en la actividad empresarial -vocaciones arraigadas en el seno de la vida familiar- y convencidos de que la modernización no puede ser frenada y llegará a todos los rincones del país.

Imagen 1 Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón La Providencia. Cintalapa Chiapas Fuente: Archivo Familiar Enrique Tort y González

El lugar seleccionado para la instalación de la nueva fábrica17 fue un terreno con una superficie de 28 caballerías mexicanas conocido como “La Mesilla” y perteneciente a la hacienda Macuilapa. Se encuentra enclavado en la Sierra Madre de Chiapas, lo cruza el arroyo Huayabillal y se ubica a 60 kilómetros de la ciudad de Cintalapa. Es en el corazón de la Sierra Madre donde los hermanos Tort decidieron horadar la montaña para levantar una obra producto de un espíritu empresarial que no temía las condiciones agrestes de la naturaleza. La formación de la nueva sociedad anónima tiene como base el aporte de los hermanos Tort, quienes incorporan los bienes de su fábrica Tort Hermanos, su conocimiento de la industria textil y sus relaciones comerciales en el extranjero; además, recayó en ellos la responsabilidad de construir el edificio de la nueva empresa. Fueron 70 las acciones que se entregaron a los hermanos Tort de un total de 140 que se distribuyeron entre los diversos accionistas de la sociedad anónima:

La constitución de la sociedad anónima se realizó en el año 1890; dos años más tarde los poderes del estado se trasladaron de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas a la ciudad de Tuxtla Gutiérrez por indicación del gobernador Emilio Rabasa.

Se les otorga a los Hermanos Tort el poder para importar la maquinaria calculada y proyectada. La cual se suma a la aportada por ellos, construir los edificios y una presa en el río Los Pinos la que aportara la fuerza hidráulica requerida con turbinas Tort y ser complementada con motores de vapor. Fue una obra de titanes cumplir con esas obligaciones. Batientes, Cardas, Trociles, Telares, Motores de vapor, etc. Llegaron a Salinacruz vía EEUU. De este puerto a la Fábrica en carretones, carretas, y a lomo de mula vía Tehuantepec, Juchitan, La Ventosa y de ahí subir la sierra por Risos de Oro hasta su destino. El volante del motor de vapor principal era tan grande que no cabía en un carretón, hubo que cortarlo y después unirlo por el antigüo método de caldeo. La nueva empresa completó 3788 husos y 120 telares (Tort, 2001: 5).

El 24 de diciembre de 1892, los hermanos Tort hicieron entrega de las nuevas instalaciones de la fábrica construida en La Mesilla procediendo a la reubicación de la maquinaria de la fábrica Tort Hermanos a la nueva Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón La Providencia.

El diseño del edificio de la fábrica representa el trazo señorial de las fincas de la época, pero en su interior se despliega una organización racional del trabajo que no es comprendida por los socios comerciantes y hacendados de la región, ni puede ser operada por los lugareños que desconocen todo lo relacionado con la industria textil. Damián Tort, en su carta al obispo de San Cristóbal de Las Casas del 30 de mayo de 1893, le señala que para poner en movimiento la fábrica ha tenido que traer una parte importante de operarios oaxaqueños. Con la entrega de las instalaciones de la fábrica, en el inventario también se hace constar la presencia de “veinticinco mozos adeudados, entre estos tres prófugos.”19 La fábrica es un espacio donde se entremezclan las nuevas relaciones de tipo asalariado impulsadas desde una perspectiva empresarial con las formas de tipo servil que tanto defendieron los finqueros en el congreso agrícola de 1896 celebrado a instancias del gobierno estatal en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez y que, como Baumann (1983) demuestra, pretendían hacer pasar como “trabajo libre”.

El trazo general del edificio contaba con lo siguiente:

Este edificio fue entregado con la respectiva maquinaria mediante acta inventariada el 24 de diciembre de 1892, todo bajo la orden y supervisión de Damián y Francisco Tort (ver imágenes 2 y 3). Los inversionistas decidieron nombrar a Damián Tort, quien había decidido y planeado la compra de la maquinaria en Estados Unidos e Inglaterra, como director general de la nueva empresa. La fábrica La Providencia contaba con:

Imágenes 2 y 3: Damián Tort y Ráfols (1851-1894) y Francisco Tort y Ráfols (1844-1894) Fuente: Archivo Familiar Enrique Tort y González

Profesantes de la fe católica, la vocación empresarial de la familia Tort no entraba en conflicto con sus creencias religiosas; Damián Tort asume su responsabilidad como director de la fábrica, pero también su responsabilidad espiritual frente a los trabajadores que vivían aislados en la sierra. Siempre buscó la forma de cumplir con las obligaciones relacionadas con sus creencias:

Nada parecía detener el espíritu empresarial de los hermanos Tort. La familia y el reconocimiento social en el estado les dieron nuevos impulsos una vez que la fábrica empezó a brindar sus primeros frutos. Tenían la certeza de que el gobierno estatal volvería a otorgarles nuevas oportunidades para ampliar sus inversiones, dado que habían logrado poner en pie la primera gran fábrica textil en el estado de Chiapas. Desafortunadamente, la prematura muerte de Eduardo (ver imagen 4),23 el menor de los hermanos, el 23 de febrero, y poco después la de Damián, “causada por una fiebre tifoidea, acaecida la noche del 25 de mayo del año de 1894” (Tort, 2001: 7), provocaron la tragedia de la familia Tort Ráfols. Estos hechos truncaron la iniciativa más importante relacionada con la modernización industrial del estado que una familia se atrevió a emprender. Fue la fiebre tifoidea, que diezmaba poblaciones enteras en el país, y no el fracaso empresarial lo que obligó a la familia a buscar nuevos horizontes. Con la muerte de los hermanos Tort, la mayor parte de la familia sobreviviente se fue a residir a la ciudad de Puebla mientras que algunos se quedaron en la ciudad de Cintalapa. La fábrica pasó a manos de uno de los socios minoritarios de la sociedad anónima, Leopoldo Gout, quien logró continuar su funcionamiento en las primeras décadas del siglo XX para finalmente convertirse en finca agrícola hasta su abandono total en la década de los años setenta.

Imagen 4 Eduardo Tort Y Ráfols (1860-1894) Fuente: Archivo Familiar Enrique Tort y Gonz’alez

Conclusiones

En el país se desarrolló un perído de duración media que inició a principios de la década de los años setenta del siglo XIX y concluyó con la renuncia de Porfirio Díaz al gobierno federal. Este proceso se vive en Chiapas de manera diacrónica y tiene sus propios tiempos y sus particulares secuencias. Son tiempos en los que se articula una nueva forma de organizar la vida económica, política y social del país, y la modernización es la brújula que orienta la acción de la sociedad y la economía en Chiapas. Los gobiernos identificados con el porfiriato son los que promoverán la modernización autoritaria en el estado de Chiapas a través de los deslindes de tierras que beneficiaron a los finqueros, quienes recibieron concesiones para la construcción de ferrocarriles, caminos, telégrafos y teléfonos, de la edificación de algunas escuelas y de la preocupación formal por la liberación de la población indígena. La modernización autoritaria fue muy limitada y no tuvo la fuerza para transformar al estado.

Como parte de la modernización de la economía se trató de dar impulso a la industria. La instalación y operación de la Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón La Providencia, enclavada en la Sierra de Chiapas, fue un verdadero desafío emprendido por los hermanos Tort. El traslado de la maquinaria desde Estados Unidos e Inglaterra, vía Coatzacoalcos, fue una proeza impulsada por esa fuerza proveniente de su creencia en el proceso modernizador que se vivía. El infortunio llegó muy pronto, pues su vocación empresarial se vio truncada por la fiebre tifoidea, que los llevó a la muerte a unos años de haber concluido la edificación de la Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón La Providencia.

Citas

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