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Patiño Tovar, E. (2003). Territorio, pobreza y vida en el estado de Puebla. LiminaR. Estudios Sociales Y Humanísticos, 1(2), 43-58. https://doi.org/10.29043/liminar.v1i2.134

Resumen

La estrategia económica global debe repensarse en términos de eliminar al conjunto de deudas externas y al establecimiento de intercambios más equitativos entre norte y sur, que pongan el punto final a este larguísimo proceso de coloniaje que hemos vivido y que tantas secuelas negativas ha tenido para la humanidad. Generar empleos con salarios decentes, es un reto al que no se ha podido responder porque el mundo está funcionando dentro de la lógica de una división internacional del trabajo, que privilegia la ley del más fuerte.


Introducción

Desde principios de la década de los no-venta, numerosos analistas de los procesos que se desarrollan a nivel internacional como Samir Amin1 , Immanuel Wallerstein (1996), Giovanni Arrighi,2 Noam Chomsky (1996), Michel Albert (1993), por sólo señalar algunos, han coincidido en señalar que la globalización está abriendo la brecha entre países pobres y países ricos y, al interior de cada uno de ellos, entre pobladores ricos y pobladores pobres. Todas las afirmaciones referidas al aumento de la pobreza, la concentración del ingreso y las desigualdades coinciden con las cifras que se presentan en los informes del PNUD, la UNCTAD y la CEPAL. La "pobreza de ingreso" (inferior a un dólar diario) afecta a 1 300 millones de personas (un tercio de la población mundial aproximadamente) y casi 3 mil millones viven con menos de dos dólares diarios (Banco Mundial, 1997: 7). La "pobreza humana" (pobre-za de opciones y oportunidades) afecta a más de un cuarto de la población de los países pobres (PNUD, 1997:10). En un informe difundido en abril de 2000, El Banco Mundial plantea que aproximadamente una sexta parte de la población mundial, que vive principalmente en Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón, percibe cerca de 80% del ingreso mundial (un promedio de 70 dólares diarios) mientras que 57% de la población que vive en los países más pobres recibe sólo 6% (un promedio de menos de dos dólares diarios).3

Pero, esta tendencia no es privativa de los países pobres, en los llamados países ricos también se verifica la aparición de núcleos de pobreza y un mayor distanciamiento entre los estratos más ricos y los más pobres (a este fenómeno de los países industrializados se le ha denominado la "sociedad de dos niveles"). Igualmente, al interior de los países ricos se encuentran preocupados por el aumento en las desigualdades, el lento crecimiento de la actividad económica y los altos niveles de desempleo (para 1997, la tasa de desempleo en Inglaterra era de 6%, en Estados Unidos 5%, en Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Finlandia e Irlanda tenían tasas superiores a 10% y en España era de 21%). El sector terciario está dejando de absorber a los trabajadores desplazados por el sector industrial y los niveles salariales están generando "trabajadores empobrecidos". La tasa de incremento del Producto Interno Bruto (PIB) en la década de los noventa, para los países ricos, fue alrededor de 2% cuando en los sesenta era de 5%. No es casual, entonces, que la ayuda bilateral hacia los países pobres se haya reducido hasta 0.28% del producto global de los países ricos (es el porcentaje más bajo desde 1970).4

En lo que se refiere al México del nuevo siglo, toda una generación ha vivido siempre en un con-texto de crisis económica. Esto es relevante porque define prácticas y actitudes que no son fáciles de remontar si se mantuviera el mismo contexto. En México, la crisis de 1995, no sólo ratificó esto, sino que también evidenció uno de los más raquíticos desempeños entre los países en desarrollo (Murayama, 1997). De una muestra de 55 países5 , México pasó del lugar 29 en 1994 al lugar 39 en 1995 en cuanto al nivel del PIB per cápita. Es decir, los mexicanos tienen un PIB per cápita diecisiete veces inferior al de los suizos, quince veces inferior al de los japoneses, diez veces inferior al de los estadunidenses y tres veces inferior al de los venezolanos; lo cual significa que hubo una pérdida de 25%.6 La tasa general de desempleo abierto pasó de 3.7% en 1994 a 6.1% en 1995 y, aunque hubo recuperación en 1996 (4.7%), 1997 (3.1%) y 1998 (3.2%), 52% de la fuerza productiva se ubica en el sector informal de la economía (la Organización Internacional del Trabajo calcula que es 60%) y 80% de las plazas creadas en el empleo formal tienen percepciones ligeramente superiores al salario mínimo, es decir, se trata de empleo precario. La situación anterior es grave y no parece que existan los recursos para afrontarla en toda su magnitud pues, a pesar de la recuperación económica a nivel macroeconómico, no existe liquidez y los recortes presupuestales han sido fuertes y sucesivos para el conjunto del gasto social. Seguramente, aquí se encuentra una buena parte de las razones que llevaron al fracaso, en las elecciones de julio de 2000, al partido que detentó el poder durante 71 años (Partido Revolucionario Institucional-PRI).

Escisión y fragmentación

En el caso de Puebla, hablamos de una entidad que es una de las campeonas irrefutables en cuanto a pobreza y marginación. Aquí se acaba la ilusión de que el desarrollo, tarde o temprano, "goteará" hacia los estratos sociales más desfavorecidos. Cuando visitamos las comunidades de las Sierras poblanas (Norte y Negra) o de la Región Mixteca (también en el estado de Puebla) nos preguntamos qué significa que México haya crecido 5% o 7.9% anual (este último porcentaje se dio en el primer trimestre de 2000 y el primero es el porcentaje calculado para el resto del año)7 o que la tasa de inflación sea inferior a 10%8 o que haya aumentado el dina-mismo de las exportaciones9 , cuando lo que parece realmente importante e insoslayable es la necesidad de establecer mecanismos de distribución del ingreso.10 Pero, también, nos preguntamos cómo es posible hacerlo cuando es el caciquismo el que establece localmente sus reglas a través de las guardias blancas, cuando el acaparamiento de tierras y el despojo es una constante gracias al caciquismo, cuando los caciques son los que muchas veces representan al gobierno local, cuando el ejercicio de gobierno es el mecanismo privilegiado de enriquecimiento y concentración del ingreso (se habla de aproximadamente 80 familias que concentran la riqueza poblana).11

Ciertamente, hay factores que han dificultado que la entidad ofrezca buenos niveles de vida, como lo son la dispersión geográfica de su población y lo accidentado de su terreno; sin embargo, si bien lo accidentado del terreno es un factor dado por la naturaleza y, por tanto, externo al quehacer humano, debemos afirmar contundentemente que la concentración del ingreso y la desigualdad son producto de la forma en que se encuentra estructura-do el mosaico de fuerzas local y las modalidades asumidas por el ejercicio del poder, que han sido mucho más decisivas para generar y mantener tan cuestionable situación, que los factores derivados de la naturaleza geográfica de la entidad. Veamos.

Control de conciencias

Los factores de escisión que fragmentan territorio y sociedad, han tenido mucho que ver con una práctica de compra de conciencias. Es decir, con un proceso corruptor que tiene como denomina-dor común el control político y social a través de encabezar los gobiernos locales (alcaldías) lo que, a la vez, les ha permitido enriquecerse y mantener su preeminencia económica.12 En la zona norte de Puebla encontramos lo que algunos grupos opositores han llamado el "Huauchinango Power" o "Huachipower", que ha dominado en la parte poniente, a través del control del gasto público y de organizaciones corporativas como la de los maestros (SNTE), los electricistas (SME) y el Sindicato Petrolero. Este cacicazgo, de hecho, logra someter a los cacicazgos más pequeños localizados en las comunidades de Xicotepec, Pantepec, Tetela de Ocampo y Zihuateutla, y proporcionó dos gobernadores para la entidad. Es un cacicazgo con mucha historia porque está relacionado con los despojos y el despotismo de Maximino Avila Camacho (gobernador de Puebla de 1936 a 1941).13 Sin embargo, los otros dos cacicazgos de la región no dejan de revestir una gran importancia, pues se trata de cacicazgos heredados del porfiriato y que, posteriormente, se relacionan con quien detenta el poder presidencial en turno. Es válido, sobre todo, para el cacicazgo de Xicotepec. Lo cual, de mane-ra evidente, le permitió fortalecerse y disputarle el poder al "Huachipower". La existencia de "guardias blancas" ha sido una constante en el ejercicio de estos cacicazgos, por lo que la violencia de sus intervenciones ha hecho historia. Es decir, en esta zona encontramos la combinación de grandes cacicazgos ubicados en el poniente, con los pe-queños cacicazgos del oriente (aunque se mencionan familias también de importancia en Zacapoaxtla y Teziutlán).14

En la zona centro, el control se da a través de:

a) las familias de connotados políticos priistas, con peso regional a través del control corporativo de la organización campesina CNC, en la región de los llanos, Ciudad Serdán y San Salvador El Seco; b) las organizaciones patronales, mediante las Cámaras y los organismos intermedios, a través del control de la educación privada y los medios de comunicación de su propiedad, como en Tepeaca y Puebla; c) los viejos líderes del corporativismo local, a través de la organización del sector popular (CNOP, con sus múltiples y cambiantes nombres y creciente ineficacia), las centrales obreras CTM y CROM, en las zonas urbanas e industriales, median-te el control de la prestación de los servicios públicos, la distribución de la vivienda pública para los trabajadores y el control de esas unidades habitacionales (INFONAVIT), principalmente en Pue-bla, Cholula y Atlixco.

En la zona sur, el predominio se da a través de la CROC (también organización corporativa obrera), la CROM y, por otro lado, encontramos al SNTE mediante el control de las alcaldías; es decir, se mantiene la constante priista en donde el manejo de los recursos públicos por medio de los ayuntamientos es el instrumento fundamental de control político de la región, como en Zoquitlán, Coyomeapan, Eloxochitlán, Tlacotepec de Porfirio Díaz, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo y Coxcatlán, entre otros.15 No existen grupos económicamente hegemónicos como sucede en la zona norte de la entidad; aquí más bien hablaríamos de un mosaico diversificado de cacicazgos "rupestres" (como los llama uno de nuestros entrevistados), cuyo poder económico está restringido al control de los recursos del Programa Nacional de Solidaridad, PROCAMPO o LICONSA (lecherías), en algunos casos. En otros, encontramos a la CTM, cuyo control está totalmente ligado a la zona azucarera de Atencingo y, finalmente, están los cacicazgos de los productores de cebolla de Tlapanalá y Cuexpala, y los ganaderos de Chiautla, cuya fuerza también se encuentra en la utilización de guardias blancas.16 Toda esta gama, naturalmente, siempre estuvo ligada al que fuera el partido oficial por 71 años (PRI), sea directamente o a través de la multiplicidad de intermediarios que ofrece el abanico político tradicional.

En general, estos caciques son latifundistas y dueños de ranchos, gaseras, tiendas, cantinas, pozos de agua, transporte, etcétera; como los ganaderos de Chiautla que también son los propietarios de la única gasolinera que ahí existe, de las tiendas de abarrotes y de las casas de cambio. Chiautla, por otro lado, es un buen ejemplo de cómo, históricamente, el PRI ha coartado toda posibilidad a las regiones cuyos pobladores deciden tomar un camino diferente. Pues, a partir de la llegada de Manuel Avila Camacho a la Presidencia de la República en 1940 (en esta localidad eran almazanistas y su esplendor lo debían al hecho de que era la única salida de la Mixteca hacia Guerre-ro), se bloqueó todo apoyo oficial a la zona y ade-más se abrieron otras salidas de la Mixteca, como la carretera Tlapa-Tulcingo-Tehuitzingo-Matamoros, lo que marcó la muerte de esta zona, pues los comerciantes emigraron en su mayoría.17

Acciones repetidas como ésta, en diferentes tesituras con diferente fuerza pero, continuos en el tiempo y en todo el territorio, fueron llevando a los pocos que se iban quedando, a apoyar decididamente al PRI... o, por lo menos, a dejarlo hacer. ¿Podrá evadirse el PAN de esta estructura de dominación? El triunfo del PA N, ¿puede interpretarse como la recuperación del deseo de pluralidad y libertad?, ¿o es solamente una manifestación de hartazgo que se agota con el acto de votar y que no forzosamente conlleva el compromiso de actuar en el largo plazo para modificar esta estructura?

Enajenación del territorio y deshumanización

La estructura de dominación, que se ha descrito, ha enajenado el territorio en aras de la sobrevivencia. La gente dejó de reconocerse en su tierra, en su trabajo, porque la forma en que se ha ejercido el poder ha tenido como consecuencia la concentración en pocas manos de los bienes producidos socialmente y, también, de los medios de producción. Someterse a quien gobierna ha sido la forma de sobrevivir pero, sobrevivir ha significado sustituir los deseos propios por los del amo. Sustitución que fue a la par de la concentración de la propiedad y de la concentración territorial de estas actividades en pocas áreas de la entidad poblana: en la zona norte de la entidad, la principal actividad eco-nómica es el comercio que absorbe menos de 10% de la PEA pero, constituye poco más de la mitad de los ingresos totales de la zona; sin embargo, casi dos terceras partes de la PEA se dedica a la agricultura. Habría que agregar que, además, la concentración se da en dos localidades: Huauchinango y Teziutlán. La zona centro tiene poco más de la mitad de la PEA total del estado, concentra 87% de la industria implanta-da en toda la entidad y representa 85% de los ingresos totales de la entidad; naturalmente, su eje y verdadero núcleo concentrador es la capital del estado. En la zona sur la actividad básica es el comercio (47.3% de los ingresos totales de la zona, ocupando solamente a 10.5% de la PEA total de la zona) pero, al igual que en la zona norte, la mayoría de la población (48.1% de la PEA) se dedica a la agricultura. La concentración se da en Tehuacán e Izúcar de Matamoros.

Si la zona centro (y en realidad hablamos de la capital del estado de Puebla) concentra 85% de los ingresos de la entidad, quiere decir que con-centra las inversiones y el gasto público en una proporción similar. Ante tal concentración del ingreso, de la inversión y del gasto público en el estado, resulta comprensible que el exiguo 15% que se distribuye entre los 182 municipios que han quedado fuera de esta privilegiada zona sea insuficiente para garantizar niveles de vida aceptables cuando, además, la concentración se reproduce al interior de cada zona tocando hasta la escala territorial más pequeña. ¿Cómo podría la población desarrollar un proyecto propio para alcanzar una buena vida?

Un proceso continuo como éste, que vacía las regiones para llevar a sus habitantes a la capital de la entidad o a otros destinos, nacionales y extranjeros, ha provocado la pérdida de familiares y amigos, ha desestructurado el patrón de relaciones que daban sentido de comunidad y pertenencia. A la pérdida de conciencia y enajenación de deseos, se agrega la desestructuración identitaria que, a la vez, va desgastando los sentimientos de solidaridad y cooperación. La concentración en pocas localidades desprotege tanto a quienes emigran a ellas, como a quienes deciden quedar-se aislados en sus lugares de origen pero, es un proceso, que no se ha buscado frenar o dar condiciones para que se desarrolle dentro de las mejores expectativas. Así, las cifras de emigración aumentan constantemente; lo cual nos habla de un fenómeno continuo de concentración de la población sobre el territorio (referido a las ciudades más grandes) pero, al mismo tiempo, nos hablan de un proceso de despoblamiento de las comunidades del interior de la entidad, que cada vez se encuentran más dispersas, empobrecidas y vulnerables (en algunos lugares hasta se habla de pueblos fantasma o sólo de viejos y niños). Como ya se dijo, en la zona norte, la concentración más fuerte de población está básicamente en Huauchinango y Teziutlán (con una densidad poblacional de 309 hab/km2 y 601.5 hab/km2, respectivamente, lo que es contrastante con la densidad poblacional del conjunto de esta zona que es de 113.1 hab/km 2); en la zona sur, la población se concentra en Tehuacán (398.5 hab/ km2 contrastantes con los 60 hab/km2 promedio en la zona y los 24.8 hab/km2 que encontramos en la Mixteca); finalmente, y sin comparación al-guna, en la zona centro, la población se concentra en la capital del estado (con una densidad poblacional de 758.3 hab/km2.18

Exclusión y desesperanza

La vida va y la vida viene pero, para gran parte de la gente, ésta se restringe al vaivén de una cotidianeidad estrecha en sus miras e insatisfactoria en sus hechos. Sus posibilidades están marcahdas por su ubicación externa a lo que se ha dado en llamar progreso, bienestar, desarrollo, modernidad... por supuesto, tampoco se han percatado de que ya también se inventó la posmodernidad. Sus referentes a la tecnología, la comunicación, el desarrollo, son lejanos, incompletos e indirectos. Sus actividades vitales están fuera de los marcos legales en los que se estructura la sociedad. Sus derechos están vulnerados, comenzando por el derecho a una buena vida dentro de su propio concepto. Para 1995, la PEA constituía 66.8% de la población total y 59% no entraba en el mercado formal del empleo. La PEA ocupada se distribuía de la manera siguiente: 40.4% en el sector primario, 21.8% en la industria, 37.7% en el comercio y los servicios. El 30.6% recibió ingresos inferiores al salario mínimo y el 18.2% no recibió ingresos, el 25.3% recibió como máximo dos salarios mínimos.19 No creemos que en este 2003 la situación haya mejorado.

El reto es grande como hemos venido mostrando y se agregan varios aspectos más, derivados de los anteriores: de acuerdo con los datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la desnutrición en la Sierra Norte de Puebla, en donde 60% de la población son niños, afecta a 85%, 69% no come carne y 80% no toma leche ni sus deriva-dos a lo largo de un año.20 Podemos pensar que la misma situación priva en la Mixteca, pues de acuerdo con la Dirección de Planeación de Obras Públicas de la Secretaría de Finanzas del Gobierno del Estado21, 79.3% de las familias que constituyen la población total de esa área viven en extrema pobreza. Ciertamente, esto disminuye su esperanza de vida (aunque no, su esperanza en la vida, como veremos) y se agrega a las causas del despoblamiento, aunque no compite con la emigración. Para tener una idea de esto, la Mixteca poblana es un excelente ejemplo22 ; en una encuesta aplicada en la localidad de Tehuitzingo, municipio del mismo nombre, se obtuvo que 42% de la población joven ha emigrado; de este porcentaje, 89% se va al extranjero y 11% se va a radicar a diversas ciudades del país, siendo la ciudad de Pue-bla la que recoge a 76%, y por cada cinco que emigran sólo uno regresa.23 Es decir, la despoblación no sólo está dada por el proceso de concentración, básicamente en la capital de la entidad, y las altas tasas de mortalidad en las áreas más pauperizadas, sino también, por el hecho de que, mayoritariamente, la población que emigra no regresa nunca, acentuando la dispersión y el aislamiento en el territorio.

Abuso

Con este rubro he querido subrayar que si bien hay una enorme pobreza en las pocas ciudades que existen en Puebla (no pasan de una decena)24, es en el campo en donde se encuentran los más pobres de los pobres. Para noviembre de 1995, este sector ocupaba 40.4% de la PEA y generaba 12% de los ingresos de la entidad poblana; lo cual hace evidente la incapacidad del sector, generada por la descapitalización progresiva y la concentración de capital en la industria. En su mayor parte, sigue sin existir tecnología de punta en la producción agrícola y 86.7% de las tierras siguen siendo de temporal25 pero, además, se agrega, como problema central, el que 70% de los campesinos tiene cartera vencida desde 199526. Por otro lado, en la déca-da de los noventa ya se hacen evidentes, fuerte-mente, los efectos de una apertura de fronteras que se hizo en los años ochenta, sin haber establecido primero los acuerdos comerciales internacionales que evitaran la desestructuración de los mercados locales de producciones tales como la textil, la avícola (básicamente producción de huevo) y la le-chera, por mencionar algunas. Fue una apertura "indiscriminada, sin orientaciones, sin jerarquías y sin estrategias globales"27, en donde se hace obvia la carencia de mecanismos para fortalecer a los sectores competidos y para aumentar los indicadores de bienestar, en lo posible homogéneamente entre regiones, de manera que la entidad pudiera afrontar exitosamente la competencia internacional.

Anclaje y sustentación

Hablar de una buena vida en un contexto como el que he descrito, entonces, no puede reducirse al cambio de partido en el gobierno ni tampoco al ámbito de lo económico, sin menospreciar el peso que la propuesta económica tiene ni la enorme trascendencia de que haya caído un partido que duró 71 años en el poder. Sin embargo, en el as-pecto económico, que es un aspecto básico, las medidas a tomar son por todos conocidas y no han variado grandemente en más de treinta años, es decir: se requiere que la agricultura sea de riego para evitar los avatares del cultivo de temporal; se requiere tecnología y capacitación; se requiere retomar tradiciones culturales como el cultivo en terrazas (para la Sierra Norte y la Sierra Negra) y evitar la deforestación lo que, además, hubiera evitado los desastres que ocurrieron por las torrenciales lluvias de 1999 y que se siguen reproduciendo; se requiere retomar la agricultura orgánica y la rotación de cultivos en función de la capacidad y vocación del suelo, y no de la definición presupuestal que se hace desde el centro y que, muchas veces, financia cultivos no factibles para las condiciones de cada región; se requiere implementar otras téc-nicas de cultivo como aquéllas tipo invernadero bajo condiciones controladas y que pueden realizarse en varios pisos, multiplicando en altura el área cultivada; se requiere implementar circuitos cerrados de producción; se requiere redimensionar el pastoreo para evitar que se siga erosionando la tierra; se requiere evitar que se utilicen aguas negras para regar los cultivos; se requiere la creación de una red adecuada de instituciones legales y financieras que aseguren que los más pobres pue-dan participar en los mercados y aumentar su ingreso, haciendo énfasis en los mecanismos para hacerles accesibles los créditos (sobre todo ahora que han encarecido tanto); se requiere acabar con el intermediarismo; se requiere inyectar mucho más recursos públicos al campo; se requieren ejes carreteros y de comunicación en gran cantidad, para que los agricultores puedan sacar su producción; se requiere que los acuerdos comerciales internacionales eviten la importación de productos agrícolas para la especulación y que protejan al sector productivo local de las prácticas monopólicas de las empresas transnacionales.28 Se requiere que la política económica deje de tener como centro el sacrificio del salario como mecanismo de compensación y atracción de capitales; pero, y sobre todo, se requiere escuchar a la población que tiene mucha idea de cómo resolver sus problemas. Lo cual implica cambiar de mentalidad para apoyar los proyectos de buena vida que la gente tiene (y desarrolla sin pedir permiso a nadie), y dejar de insistir en educarla en las “necesidades” que el gobierno, los académicos, los líderes y los políticos, creen que la gente debe tener, porque no son capaces de comprender conceptos de vida diferentes a los suyos.

Humanizar la producción

Se puede observar que, lo que he mencionado, se refiere básicamente al campo. Y me pareció importante plantearlo así, porque la entidad sigue siendo fuertemente rural como muchas entidades del país. La población rural se reduce pero, no porque aumenten el empleo y los ingresos en una pujante economía urbana sino porque, como ya vimos, ésta emigra a Estados Unidos o a cualquier otro lugar que le ofrezca vivir, ya no mejor, sino menos mal; el caso de la mixteca poblana es buen ejemplo de vaciamiento de una región. Aun así, como vimos, los porcentajes de población que siguen viviendo de las actividades primarias son altos: 40.4% del total de la población de la entidad para 1995. Indudablemente que se debe reforzar la industria y las actividades conexas pero, debe ser una industria que se nutra de los insumos que podemos obtener de nuestro territorio rural. Debemos dejar de importar los productos agrícolas que se han producido tradicionalmente en nuestro país. No debemos exportar sin haber satisfecho primero los requerimientos locales. Nuestra producción agrícola debe volver a alimentarnos. Desde mi perspectiva personal, estar a la punta, hoy, en países como México, es tener como centro a la agricultura; es devolver y alimentar la vida en el campo y hacer del campo un proveedor y eje de circulación de la producción manufacturera. México no tiene las condiciones para financiar un modelo de desarrollo al estilo de los países ricos, fundado en la industrialización urbana y los altos impuestos, por lo que debemos crear un modelo propio y diferente de acuerdo con nuestras características; y esto no implica olvidar a las ciudades. Lo que implica es buscar los enlaces entre ciudad y campo en intercambios equitativos que permitan la integración de las cadenas productivas que hoy son discontinuas por la forma en que se dio la con-quista y sumisión de nuestros territorios. La maquila es actualmente la forma industrial predominante en el territorio poblano y más que un eslabón que permita consolidar su economía, es un desarticulador de las cadenas productivas lo-cales por su concepto parcial de funcionamiento, es decir, 98% consumen materias primas externas, operan como industrias de enclave desvinculadas de las manufacturas locales, generan poco valor agregado y por ello dejan pocas divisas al país29 , la transferencia de tecnología es mínima así como el desarrollo de recursos hu-manos, tampoco mejoran el poder adquisitivo y su producción está orientada al mercado internacional sin satisfacer los requerimientos del mercado local.30 Por todo ello, la maquila no se constituye en instrumento detonador ni económico ni humano y, en consecuencia, debemos buscar formas alternativas. No se debe seguir sacrificando al salario en aras de un progreso que no llega nunca. Se puede argumentar que este perfil que buscamos tiene un costo financiero muy alto pero, no creo que sea más costoso que el rescate bancario que se está haciendo en México a través del FOBAPROA (hoy IPAB)31 o lo que se paga como servicio de la deuda externa32 ... todo es cuestión de prioridades y, socialmente, invertir en las zonas deprimidas e intentar revertir estos procesos, me parece incluso más redituable en el mediano y largo plazos pero, sobre todo, me parece ético.

Valores de uso, valores éticos

En lo que se refiere a lo político, la puesta en práctica de todo lo que he mencionado anteriormente, requiere de situarse en el nivel de lo comunitario o ciudadano, como prefiera llamarse33 , y lo sociocultural organizativo y creativo. Es necesario buscar las fisuras en el entramado del poder, para poder filtrar "anzuelos" hacia una mayor gestión y participación ciudadana, hacia un mayor control social de los procesos y recursos propios. Éste, por supuesto, es un entramado complejo porque hoy tenemos que visualizar las acciones necesarias a desarrollar en el nivel local y en el global. Y, en ese sentido, vale la pena insistir en que el cambio de partido en el gobierno, el pasado 2 de julio de 2000, ha sido un hecho sumamente positivo pero, rom-per con una inercia de más de 71 años, en donde sólo ha existido gobierno y no sociedad, requiere mucho más que una participación trienal o sexenal y restringida al hecho de votar. Para sostenerse y representar una verdadera alternativa de cambio, una esperanza, es necesaria una participación sos-tenida y continua en el tiempo. Una participación consistente y persistente centrada en la problemática nacional pero, contextualizada en y abierta hacia el ámbito internacional. Por ello, sería bueno volver los ojos hacia las experiencias que se asemejan más a las características de nuestro país, que estar siempre esperanzados en las propuestas que vie-nen del Norte. Sobre todo, porque el Norte ha actuado de manera unilateral y como ejemplo tenemos los acuerdos comerciales que firma: en primer lugar, no cumple con los acuerdos y, en segundo lugar, los acuerdos siempre son maneja-dos en función de sus intereses y no en función de las necesidades de los países pobres. Con el Trata-do de Libre Comercio de América del Norte, los precios, por ejemplo del maíz, están definidos por el mercado de Estados Unidos (Chicago y Nueva York), por ello, el costo de los insumos ha aumentado y los precios de venta han bajado.34 Los acuerdos comerciales en general benefician a los países ricos y los protegen de la competencia de las exportaciones de los países pobres. Si los países pobres demuestran que son competitivos, haciendo productos de calidad a muy bajo precio, se les acusa de dumping y se les veta la exportación. Los tiempos son marcados por los intereses de los países ricos, sin importar los ritmos de los países pobres que no sólo no reciben los beneficios sino que, ni siquiera alcanzan a administrar la apertura de sus fronteras. En México, el colmo es que las divisas petroleras se dedican a financiar los déficit de las empresas transnacionales que operan en territorio nacional.35

Obviamente, debemos remarcar con mucha fuerza, que ante un panorama tal, no concebimos que los cambios puedan darse de manera automática; salta a la vista que deben construirse muchas intermediaciones para que la población pase a convertirse en el principal potencial y en el elemento detonador básico para salir de la pobreza pero, ¿cómo engarzar un proceso tal, que permita modificar la situación de miseria en que vive gran parte de ella en el estado de Puebla?, ¿cuáles serían esos elementos que harían factible transformar a la población de una entidad tan empobrecida como la de Puebla en su potencial básico? Para mí, la educación es un factor fundamental. Y me refiero tanto a la educación escolarizada como a la educación informal. La educación formal-escolarizada, me parece fundamental porque una población cuasianalfabeta o con un muy bajo perfil de escolarización, difícilmente puede ser creativa y propositiva, ni tampoco es fácil que se apropie de la tecnología que requiere o la produzca de acuerdo con sus necesidades. Sin embargo, por ahora, me interesa más poner el acento en el proceso de enseñanza-aprendizaje referido a la educación informal, esa educación que se transmite a través de la experiencia cotidiana en la cual las personas adquieren y acumulan conocimientos, habilidades, actitudes y percepciones, y también el proceso a través del cual se transmiten las tradiciones. Mi interés en poner el acento en la educación infor-mal se debe a que reúne los dominios intelectual y emocional. En sociedades tradicionales, en las cua-les la enseñanza escolar (formal-institucional) se opone a la cultura autóctona, la educación informal puede ser el medio de defensa de la identidad cultural y de aceptación de la diversidad. Entiendo bien que la educación informal se compone de aprendizajes originados en las relaciones del individuo con su entorno sin programa previo y como resultado de las circunstancias; por lo que, generalmente, no está organizada, es asistemática y a veces no intencional, por lo mismo, lo que se aprende está limitado a lo que el entorno personal pue-de ofrecer y, las más de las veces, el entorno es extremadamente limitado (Pain, 1992). Sin embargo, me parece que es aquí en donde se puede incidir en la modificación de actitudes para que la gente se comprometa, no ideológicamente, no con un partido o con una organización en específico sino, consigo misma, que se comprometa a sacar adelante su propia vida, como forma de superar el paternalismo-caudillista corruptor que, por más de setenta años la ha sometido.

También me parece que es en este nivel en donde se pueden generar organizaciones flexibles, horizontales, que respondan realmente a los requerimientos de la población. Organizaciones cambiantes en el tiempo, en su forma de acuerparse, organizaciones que aparezcan y desaparezcan en función de sus objetivos, que no se eternicen en la "representación" de los intereses locales. Porque a fin de cuentas, para lograr que el ingreso y las necesidades de la población sean lo central, lo que importa es la participación de la gente; y las formas que esta participación asuma es algo derivado, por tanto, deben cambiar tanto como se modifiquen sus condiciones, sus sinergias, sus objetivos y sus formas de relacionarse internamente y hacia el exterior. Y su permanencia no puede pensarse hasta que la muerte los separe; ésta no debe durar ni más ni menos que el tiempo que se muestre eficaz como instrumento para lograr los objetivos propuestos. La educación debe servir para sembrar y desarrollar esta inquietud y necesidad de participación horizontal, flexible, responsable y propositiva. Por otro lado, al ser organizaciones cambiantes, con fuerte movilidad en su composición y de corta duración, se evitaría que éstas fueran instrumentos para la creación de cotos de poder y control, que es lo que ha generado la desconfianza de la población hacia ellas y por ello la población organizada constituye una minoría poco representativa. Esto, además, garantizaría autonomía e independencia. En este sentido, no sólo debemos criticar al partido del gobierno que ha corporativizado esta participación sino, también, a partidos de izquierda que han dividido organizaciones populares y enajenado sus intereses en aras de sus propios objetivos, que no siempre coinciden con los de la organización; alimentando, así, el panorama fragmentado y limitado de la participación social.

Por otro lado, me parece importante la dimensión territorial de este tipo de participación y reconformación social. En general, coincido con lo que al respecto ha planteado Daniel Hiernaux (1995) y estoy convencida de la necesidad de una reestructuración territorial con base en la existencia de comunidades reales. En el estado mexicano de Tlaxcala tuvimos, en 1997, la experiencia de creación de nuevos municipios. Su creación no obedeció de ninguna manera al criterio que acabo de mencionar pero, retomo esta experiencia porque demuestra la factibilidad política y social de incidir en este aspecto y caminar hacia una mayor cohesión social y territorial, cuyo resultado final tendría denominaciones que ahora ni nos imaginamos (es decir, no hablaríamos de estados o de municipios o de distritos o departamentos o delegaciones). Pero, en el corto plazo, tal vez, y para desencadenar este proceso, podríamos comenzar no sólo por crear más municipios sino, también, más estados. Me imagino en Pue-bla, por ejemplo, que podríamos crear el estado de la Mixteca, el estado de la Sierra Norte, el estado de la Sierra Negra, y a la parte rural y urbana del centro del estado actual y que contiene a la capital le podríamos seguir llamando el estado de Puebla. La fragmentación aquí tendría una con-notación positiva y, contradictoriamente, de una mayor integración social y cultural, aunque faltara la parte mixteca del colindante estado de Oaxaca o la parte totonaca del colindante estado de Veracruz, por sólo mencionar dos ejemplos. A su vez, aunque se mantuviera la centralización de los recursos, éstos estarían centralizados en la región y no, como sucede ahora, en la zona (urbana) metropolitana de la capital del estado; sería más difícil ignorar la pobreza que existe en estas regiones; pero, también, sería más difícil mantener la centralización porque el rejuego político se daría al interior del mosaico local de fuerzas, en donde los caciques se verían más expuestos, en lugar de hacerlo como se ha hecho hasta hoy, desde los marcos establecidos por los políticos del centro de dominación económica que dan cobertura a esos caciques. Sería de esperar que el nuevo partido gobernante no reproduzca esta forma de hacer política para mantenerse en el poder. En fin, me parece que el territorio es un instrumento importante en la redefinición de relaciones internas y externas, en la redistribución de la riqueza generada, en el establecimiento de una política económica en donde lo producido socialmente pueda circular como valor de uso y combinarse con la circulación de valores de cambio36 y, en donde, las necesidades básicas de la población no estén sujetas a negociación.

Si se hiciera un acuerdo comercial internacional en estas condiciones, estas voces tendrían que ser escuchadas; y, tal vez, en lugar de unirse al reclamo que hace Estados Unidos a los países europeos porque protegen a sus agricultores, nos uniríamos a ellos. Porque es cierto que hay mucho que les debemos pelear dado que sacan la mejor tajada a costa de nuestras pauperizadas poblaciones pero, por más que quiero verlo de otra manera, en este punto, la defensa de sus agricultores, se me hace muy humano. Francia, por ejemplo, sólo tiene 5% de su población dedicada a esta actividad y no la abandona como México ha abandonado ya a sus campesinos. ¿No sería lógico que México, con 38.8% de su PEA dedicada a la agricultura37, la apoyara para que se defendiera con probabilidades de éxito de los embates externos? ¿No sería humano proteger al sector agrícola para evitar la miseria en la que vive hoy? Y no se trataría de continuar con las políticas paternalistas corruptoras que se han dado hasta ahora, porque una política económica y social alternativa no entraría en la lógica clientelar en la que el proteccionismo se ha movido hasta hoy. Se trataría, primero, de caminar hacia la homogeneización de la protección en vistas al crecimiento de este sector y, después la competencia y el camino para acabar con los subsidios.38 Hacia ahí deberían canalizarse los créditos internacionales que recibe el país.

Finalmente, me parece importante hacer énfasis en que la recuperación de las tradiciones culturales no sólo debe enfocarse a fomentar el respeto a la diferencia, la diversidad, la tolerancia, la aceptación y convivencia, sino que, debe verse también en su aspecto productivo. Al inicio de este rubro mencionamos la tradición de cultivo en terrazas y la agricultura orgánica como uno de los instrumentos de anclaje y sustentación de un proyecto alternativo para salir de la pobreza. Requerimos mecanismos que recojan ese tipo de experiencias, que seguramente son muchas, no sólo para aprender sino, para evitar el despilfarro que se ha vuelto costumbre en este país. En este aspecto, es en el único en el que nos parece indispensable privilegiar la acumulación; es básico acumular experiencias, procedimientos, metodologías y resultados. No podemos darnos el lujo de ignorar los esfuerzos de los otros. Porque, seguramente, existen muchos otros saberes que pueden pasar a constituir un bagaje importante de conocimientos y prácticas que generen economías más humanas; que permitan transformar a los círculos viciosos en círculos virtuosos como dice Juan Castaignts.

Quienes inventaron las políticas de desarrollo no pensaron en los que son diferentes a ellos, y nuestros sucesivos gobiernos tampoco han entendido que no son/somos como ellos, por lo que se ha subsumido a quienes dictan (imponen) la moda en relación con los modos de vida. Gustavo Esteva (1994) cuenta una anécdota que ilustra bien lo anterior: narra que en una reunión con las diferentes dependencias de gobierno, después de que éstas hicieron su oferta de bienes y servicios, las comunidades comenzaron a expo-ner sus “necesidades” de agua, alumbrado, créditos para producir, escuelas, salud, etcétera. Al final, un campesino se levanta y les dice que en su comunidad eran tan pobres que no tenían ninguna de las “necesidades” que les proponían las dependencias oficiales. Todos comenzaron a reír y supusieron que la ignorancia del campesino impedía que pudiera expresarse adecuadamente; pero no era tal, lo que realmente sucedía es que en la comunidad de ese campesino, como seguramente sucedía en muchas otras, tenían otro concepto de lo que es una buena vida, porque se mantenían apegados a sus raíces y a la tierra (sin contaminación, con herbolaria, cultivos orgánicos, saberes colectivos compartidos y transmitidos de generación en generación). Y lo único que querían era tener apoyo para potenciar y florecer en esa forma de vivir pero, decían, el gobierno ya ni eso les permitía.

Obviamente, el gobierno ni siquiera entendía de lo que se trataba porque su idea estaba fincada en educar a la gente en “necesidades”, en crearles las “necesidades” que los países “desarrollados” piensan que debemos tener todos para parecernos a ellos y dejar de ser lo que somos nosotros que no les gusta nada. Por alguna razón incomprensible, los “primermundistas” piensan que su camino es el mejor y debe ser el camino de todo el mundo, sin respetar las diferencias y lo que cada quien cree que debe ser su propia vida. Así, las culturas desaparecen al paso del “desarrollo”, poniéndonos en desventaja porque para ser iguales tenemos que manejar lo que desconocemos y con lo que no nos identificamos, dejando de ser lo que somos, y además renunciar a lo que sabe-mos y a lo que aspiramos.

Nosotros tenemos saberes que nos permiten construir una cultura económica que contenga como factores centrales la cooperación y la solidaridad, que acepte la convivencia y circulación de valores de uso con valores de cambio (el tianguis de San Martín Texmelucan lo hace en la práctica desde hace muchísimos años), que ponga en el centro el ingreso de la población trabajadora y la satisfacción de sus necesidades. Cultura económica que no es posible sin la libertad de desarrollar un proyecto propio. Por ello, es importante que esta nueva cultura tenga pretensiones globalizantes, porque en el centro de esta propuesta no sólo está la lucha local en contra de la corrupción sino que, alude directamente a la necesidad de modificar las asimétricas relaciones entre Norte y Sur.

Por ejemplo, la defensa de nuestros agricultores debe darse en el marco mundial de políticas que acepten como prioridad el derecho al trabajo del conjunto de la población, así como el derecho a la percepción de ingresos suficientes, por un lado, y por el otro, el derecho a la autosuficiencia de las naciones para producir y garantizar una alimenta-ción adecuada a sus habitantes, a la vez que protegen su ambiente. Se trata de la puesta en práctica de una política que sólo puede ser global, porque enfoca directamente a la bomba de tiempo que representan las deudas externas de los países pobres. No es posible evolucionar cuando se dedican altos porcentajes de los productos internos para pagar los intereses de sus deudas externas. Por ello, la estrategia económica global debe repensarse en términos de eliminar al conjunto de deudas externas y al establecimiento de intercambios más equitativos entre Norte y Sur, que pongan el punto final a este larguísimo proceso de coloniaje que hemos vivido y que tantas secuelas negativas ha tenido para la humanidad. Generar empleos con salarios decentes, es un reto al que no se ha podido responder porque el mundo está funcionando dentro de la lógica de una división internacional del trabajo, que privilegia la ley del más fuerte. La pobreza que se generaliza en los países pobres y en algunos sectores al interior de los países ricos, es un problema ético que sólo tiene solución si se aborda globalmente. Pero, es indudable que, en este punto son, sobre todo, los países pobres quienes deben tomar la palabra.

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