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Resumen
En años recientes, se han publicado diversas investigaciones sobre el conflicto armado en El Salvador (1980-1992), en las que se estudian nuevos actores y se evalúan críticamente las relaciones de poder al interior del movimiento de izquierda. La obra que reseño a continuación, Corporalidades combativas: género y sexualidades en la guerra interna salvadoreña (1970-1992), coordinada por Ana Silvia Ortiz Gómez y Amaral Arévalo, se suma a esta línea de trabajo.
En la década de 1980, la sociedad salvadoreña vivió uno de los episodios más sangrientos de su historia reciente: el conflicto armado, cuyo origen se gestó en la década anterior con la aparición de los primeros grupos guerrilleros; los fraudes electorales que bloquearon la alternancia en el poder; el aplazamiento de la reforma agraria tras la guerra contra Honduras de 1969; y la decisión de los gobiernos del Partido de Conciliación Nacional (PCN), de la élite empresarial y del ejército de reprimir toda forma de disidencia.
El conflicto armado -que, en distintas versiones, comenzó abiertamente con la primera ofensiva militar del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en enero de 1981- tuvo como base estructural las profundas desigualdades socioeconómicas y la marginación sostenidas por un sistema agroexportador centrado, sobre todo, en el cultivo del café (Arriola, 2019). A ello se sumó la influencia de ideologías emancipatorias como el marxismo, que ganó fuerza entre las clases medias urbanas, y la teología de la liberación, que arraigó especialmente entre el campesinado (Lara Martínez, 2018).
Durante mucho tiempo, El Salvador apareció en los noticieros junto a Guatemala y Nicaragua como uno de los epicentros de la Guerra Fría. Miles de familias huyeron de la violencia hacia Honduras, México y Estados Unidos, mientras otras se desplazaban a San Salvador o intentaban continuar su vida cotidiana en medio del sabotaje a la infraestructura del país -perpetrado por la guerrilla- y de los enfrentamientos esporádicos. La guerra marcó la vida de muchas personas, ya fuera como protagonistas, víctimas de la violencia o simples testigos de la locura desatada, lo cual explica que, tiempo después, una vez firmados los Acuerdos de Paz en 1992, las versiones de los sucesos afloraran con fuerza.
Como ha señalado Erik Ching (2022), un caudal de historias de vida -entre testimonios y biografías- ha llenado los estantes de las librerías en las últimas décadas, dando lugar a un debate en la esfera pública de la posguerra en el que han participado militares, guerrilleros y civiles. El autor clasifica estas intervenciones en cuatro comunidades de memoria: oficiales del ejército, comandantes guerrilleros, élites civiles -terratenientes y empresarios- y miembros de diversas organizaciones sociales.
El libro que reseño, coordinado por Ana Silvia Ortiz Gómez y Amaral Arévalo (2025), Corporalidades combativas: género y sexualidades en la guerra interna salvadoreña (1970-1992), se inscribe como parte en este debate, aunque los diversos registros textuales que contiene -testimonios, ensayos académicos y crítica cinematográfica- amplían las comunidades de memoria propuestas por Erik Ching, como expongo a continuación.
La obra se organiza en tres partes. La primera corresponde a un dossier temático en el que participan Ana Silvia Ortiz y Emili Sandoval, con un estado de la cuestión sobre las mujeres en el conflicto armado salvadoreño; Rafael Lara Martínez, con un análisis de la novela Pobrecito poeta que era yo (1976) de Roque Dalton; Nicola Chávez Courtright, quien estudia la desaparición forzada de un grupo de mujeres trans en San Salvador durante la década de 1980; y Elizabeth Velásquez, con una investigación sobre la justicia interseccional. La segunda parte está integrada por el testimonio de Joaquín Cáceres, quien comparte sus vivencias como defensor de los derechos humanos LGBTIQA+ durante el conflicto armado en El Salvador. Finalmente, en la tercera parte, titulada “Otras narrativas”, se presenta el estudio de Giovanni Palazzo sobre la solidaridad italiana y su mirada de género sobre la guerra interna en El Salvador, un comentario sobre el documental Añil y una reseña de Josefa Viegas Guillem del libro de Myrna López Águila, Renata (2024).
Además, el libro incluye un estudio introductorio de los coordinadores, en el que se expone el eje temático que articula las tres partes antes resumidas, así como un prólogo y un epílogo a cargo de dos investigadoras de reconocida trayectoria en la disciplina histórica: Patricia Alvarenga Venutolo y Mónica Toussaint.
Siempre he sostenido que las reseñas de una obra reflejan la formación académica y la experiencia investigativa de quien las elabora. En mi caso, las reflexiones se inscriben en el campo de la historia y destacan dos aportes del libro coordinado por Ortiz y Arévalo a la historia reciente de El Salvador: primero, el enfoque novedoso con que sus capítulos abordan el con-flicto armado; y, segundo, la riqueza de las fuentes de distinta índole que ponen a disposición para seguir profundizando en el tema.
El conflicto armado salvadoreño desde otras perspectivas
A pesar de los distintos registros textuales de los capítulos que integran este libro, todos comparten un enfoque de género y un análisis interseccional, lo que permite visibilizar los rostros de las mujeres y de las personas de sexo y género disidentes que participaron, desde diversos frentes, en el conflicto armado salvadoreño.
En los últimos años, las investigaciones en ciencias sociales -y en la disciplina histórica en particular- se han enriquecido con la aplicación de una perspectiva de género y un análisis interseccional (Viveros, 2016). Estas herramientas han permitido cuestionar las nociones de un sujeto unitario postuladas en el pasado -como el campesinado, las guerrillas o el proletariado- y visibilizar la experiencia de aquellas personas que, sin figurar en las narrativas tejidas sobre la guerra, fueron piezas clave en los movimientos sociales.
Un ejemplo de lo anterior lo constituyen las mujeres que formaron parte de las organizaciones populares en las décadas de 1970 y 1980, así como de las filas guerrilleras en El Salvador, cuyas vivencias se abordan en el libro a través de un estado de la cuestión, una crítica cinematográfica y diversos testimonios. Si bien los avances en el estudio de la participación de las mujeres en el conflicto armado han sido firmes -como lo muestran Ana Silvia Ortiz y Emili Michelle Sandoval (2025) en el estado de la cuestión antes referido-, los testimonios reunidos en el libro aportan a una línea de investigación que busca desmitificar la cotidianidad en los campamentos guerrilleros.
La vida en los frentes de guerra fue dura para todas las personas, pero lo fue aún más para muchas mujeres que, además de soportar los rigores del combate o la pérdida de un ser querido, enfrentaron actitudes machistas por parte de sus compañeros e incluso sufrieron violencia sexual a manos de dirigentes guerrilleros. Estas mujeres, sin duda, no conocieron al “hombre nuevo” exaltado en los manuales y la propaganda de la época, como lo muestran el testimonio de Myrna López Águila (Renata), militante de la Resistencia Nacional (RN), uno de los grupos que conformaron la guerrilla salvadoreña, y la reseña del documental Añil; ambos incluidos en la tercera parte del libro.
En tal sentido, el testimonio de Renata -su seudónimo de guerra- y la investigación realizada por Paula Cuéllar (2022), que sirvió de base para la realización del documental Añil, revelan una perspectiva menos optimista de la que hasta ahora conocíamos sobre la partici-pación de las mujeres en el movimiento de izquierda que cobró auge en El Salvador a partir de la década de 1970 (Kampwirth, 2007; Drago y Ramos, 2016). Ambos materiales contienen denuncias largamente silenciadas que invitan a reflexionar sobre la necesidad de incorporar a las comunidades de memoria, propuestas por Erik Ching (2022), una más: la de las mujeres que fueron agredidas por sus propios compañeros de armas.
Como han demostrado varias investigadoras (Soriano, 2006; Sánchez García, 2023), la militancia de las mujeres en los movimientos de izquierda en Centroamérica fue esencial para que comenzaran a cuestionar los roles de género que tradicionalmente se les asignaban y para forjar liderazgos -tanto nacionales como comunitarios- que, en muchos casos, se consolidaron en la posguerra. Sin embargo, muchos de sus compañeros no estuvieron a la altura de estas nuevas demandas. En este punto conviene recordar la afirmación de Fernand Braudel (1979): “los encuadramientos mentales representan prisiones de larga duración. Marcos resistentes y tenaces, a veces contra toda lógica” (p. 134), palabras que resuenan tanto en los testimonios de las mujeres como en los textos de autores orgánicos del movimiento guerrillero canonizados por la crítica literaria.
A nivel personal, considero acertada la inclusión, en el libro reseñado, del estudio de Rafael Lara Martínez (2025) sobre la novela Pobrecito poeta que era yo, de Roque Dalton ([1976] 2019). En sus páginas, las mujeres aparecen como objetos pasivos del deseo masculino, mientras que los homosexuales son presentados como una expresión aberrante de la identidad masculina. ¿Se trata simplemente de una muestra de humor irreverente de Dalton o, más bien, de un síntoma de la cultura hegemónica, masculina y racista que imperaba en el ambiente revolucionario? Los testimonios de mujeres combatientes como Myrna López y el de Joaquín Cáceres (2025) inclinan la balanza hacia lo segundo.
En su testimonio, Cáceres relata lo difícil que fue vivir su homosexualidad en una sociedad profundamente intolerante hacia la diversidad sexual. Recuerda, incluso, haber escuchado sobre los maltratos que sufrían personas homosexuales en los campamentos guerrilleros y haber presenciado la discriminación que padecían en las secciones carcelarias destinadas a los pre-sos políticos. Esta parte del libro reafirma que, para muchas personas, la violencia no provenía únicamente del bando contrario -los enemigos ideológicos-, sino también de aquellos con quienes compartían un ideal político y denunciaban las atrocidades cometidas por el Estado a través de los cuerpos de seguridad, el Ejército y los tristemente célebres escuadrones de la muerte financiados por la ultraderecha.
En síntesis, considero que la perspectiva de género y el análisis interseccional presentes en los capítulos del libro permiten visibilizar rostros e historias que han pasado desapercibidos en la bibliografía tradicional sobre el conflicto interno en El Salvador, la cual suele centrarse en el recuento de acontecimientos o en la reivindicación de determinadas posturas ideológicas y políticas. En este sentido, el libro reseñado se inscribe en una línea de investigación que ha cobrado fuerza en los últimos años, enfocada en el análisis de fenómenos poco estudiados del conflicto armado (Menjívar Ochoa y Sprenkels, 2017; Ocampo, 2018) y en la evaluación crítica de las relaciones de poder al interior de los frentes guerrilleros en territorio salvadoreño (Galeas, 2013; Juárez, 2017).
Nuevas preguntas han sido formuladas sobre el conflicto armado salvadoreño en lo que va del presente siglo, lo que confirma la validez de las palabras del filósofo italiano Benedetto Croce (1942), quien afirmó que la historia es siempre contemporánea, ya que el estudio del pasado está inevitablemente en relación con el presente. Las preguntas sobre el pasado surgen desde los intereses coyunturales, y en esa actividad académica, las fuentes archivísticas y de otro tipo resultan fundamentales.
Los vestigios de un pasado reciente
Desde mi perspectiva, el valor de una obra se mide no solo por el enfoque novedoso con que aborda distintos temas, sino también por las fuentes primarias que incorpora -me refiero a los archivos y hemerografía, entre otros materiales-, las cuales pueden servir de base para futuras investigaciones. El libro coordinado por Ana Silvia Ortiz y Amaral Arévalo incluye dos capítulos en los que me detendré brevemente con este último propósito.
El primer capítulo fue escrito por el reconocido fotógrafo y activista italiano Giovanni Palazzo (2025), quien recorrió el territorio salvadoreño durante la década de 1980 y captó con su lente la cotidianidad de la época: los campos de refugiados en Honduras, a las mujeres en los mercados, en el interior de las cárceles y en los campamentos guerrilleros. Este valioso material fotográfico, recientemente donado al Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI), con sede en San Salvador, ofrece una base fértil para abordar problemáticas relacionadas con la construcción de la memoria histórica, el lugar de producción de las imágenes, su circulación, y el vínculo entre los testimonios orales y los registros visuales (Troncoso, 2011).
Además, el estudio de las trayectorias de vida de quienes estuvieron detrás del lente captando las imágenes conduce a otro tema que ha comenzado a explorarse: los grupos de solidaridad con el movimiento de izquierda en Centroamérica. Estos colectivos denunciaron las violaciones a los derechos humanos, recaudaron fondos en países como Italia, Estados Unidos, México y Alemania, y respaldaron la campaña de alfabetización impulsada por el gobierno sandinista en Nicaragua durante la década de 1980. La viabilidad de las guerrillas centroamericanas, así como del movimiento social que las respaldó, tuvieron un componente internacional cuya dimensión requiere ser investigada con mayor profundidad.
Una afirmación similar puede hacerse en el caso de las desapariciones forzadas y los crímenes cometidos por el Ejército y los cuerpos de seguridad del Estado, muchos de los cuales no fueron incluidos en el Informe de la Comisión de la Verdad (2014) y quedaron cubiertos por el manto de impunidad que propició la Ley de Amnistía para la Consolidación de la Paz de 1993, derogada, por cierto, veintitrés años después, en 2016.
Uno de estos casos es expuesto en el libro que reseño por Nicola Chávez Courtright (2025). Se trata de la desaparición masiva de doce mujeres trans ocurrida en 1980, en un lugar emblemático de San Salvador: el monumento al Divino Salvador del Mundo. Chávez elabora una crónica a partir de los indicios que ha logrado reunir -una fotografía, una denuncia y una entrevista- y, ante la imposibilidad de profundizar en el caso, reflexiona sobre el papel de los archivos en la reconstrucción de la memoria histórica, así como sobre la urgencia de investi-garlos para procurar justicia.
Las reflexiones de Chávez Courtright remiten a la tarea ineludible de localizar más archivos sobre el conflicto armado salvadoreño y, por supuesto, a la necesidad de exigir la apertura de algunos de capital importancia, como los de la Fuerza Armada. La derogación de la Ley de Amnistía eliminó los obstáculos legales que existían al respecto; sin embargo, el acceso efectivo a las pruebas documentales es lo que verdaderamente puede garantizar el pleno derecho a conocer los atropellos cometidos contra los derechos humanos.
Finalmente, considero pertinente señalar también en esta reseña los límites de la obra en cuestión. Como mencioné en líneas anteriores, el estudio académico del conflicto armado salvadoreño es una empresa reciente y aún en desarrollo, iniciada en la primera década del presente siglo. Este campo ha sido impulsado principalmente por investigadores que residen fuera de El Salvador y se sostiene a pesar del tenue respaldo que recibe en las universidades salvadoreñas, donde la docencia ocupa un lugar prioritario en los planes de trabajo.
Esta condición -la de una empresa en ciernes- se refleja claramente en el libro reseñado. La perspectiva de género que atraviesa sus capítulos abre rutas de investigación notables, aunque todavía hacen falta más estudios académicos que confronten los testimonios reunidos en esta obra con fuentes archivísticas y entrevistas a otros actores, a fin de hacer más complejo su abordaje.
No cabe duda de que, con el tiempo, surgirán nuevas preguntas sobre los sucesos que marcaron las décadas de 1970 y 1980, así como la posguerra en El Salvador y Centroamérica. En esta tarea, el libro Corporalidades combativas será una guía fundamental. La perspectiva de género y el análisis interseccional presentes en sus capítulos, junto con las fuentes que sustentan las reflexiones, constituyen un ejemplo claro de lo que implica hacer investigación a contrapelo.
Esta reseña se desprende del proyecto colectivo “Centroamérica en la Guerra Fría. Procesos revolucionarios y conflicto regional”. PAPIIT IN401534. UNAM.
Citas
- Arriola Alarcón F.. Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS) y Unión de Trabajadores del Campo (UTC): La formación del movimiento campesino salvadoreño revisitada.. Diálogos. Revista Electrónica de Historia. 2019; 20(2):64-98. DOI
- Braudel F.. La historia y las ciencias sociales. Alianza Editorial; 1979.
- Cáceres J., Ortiz A. S., Arévalo A.. Mi historia personal por derechos humanos LGBTIQA+. Corporalidades combativas: Género y sexualidades en la guerra interna salvadoreña (1970-1992). 2025;155-193.
- Chávez Courtright N., Ortiz A. S., Arévalo A.. Registros fantasmas de una desaparición. Corporalidades combativas: género y sexualidades en la guerra interna salvadoreña (1970-1992). 2025;107-116.
- Ching E.. Relatos de la guerra civil en El Salvador. UCA Editores; 2022.
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- Croce B.. La historia como hazaña de la libertad. Fondo de Cultura Económica; 1942.
- Cuéllar P.. Salvadoran women speak: female accounts of their struggle within a Revolution, 1981-1992. 2022. Publisher Full Text
- Dalton R.. Pobrecito poeta que era yo. UCA Editores; 2019.
- Drago M., Ramos J.. Tomamos la palabra. Mujeres en la guerra civil de El Salvador (1980-1992). UCA Editores; 2016.
- Galeas G.. Héroes bajo sospecha: el lado oscuro de la guerra salvadoreña. Athena Editores; 2013.
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- Kampwirth K.. Mujeres y movimientos guerrilleros: Nicaragua, El Salvador, Chiapas y Cuba.. Plaza y Valdés; 2007.
- Lara Martínez C.. Memoria histórica del movimiento campesino de Chalatenango. UCA Editores; 2018.
- Lara Martínez R., Ortiz A. S.. Re-volución sinódica masculina: “Pobrecito poeta que era yo” [1976] de Roque Dalton. Corporalidades combativas: género y sexualidades en la guerra interna salvadoreña (1970-1992). 2025;77-105.
- López Águila M.. Renata. Memorias de una guerrillera. Nautilus Ediciones; 2024.
- Menjívar Ochoa R., Sprenkels R.. La revolución revisitada. Nuevas perspectivas sobre la insurrección y la guerra en El Salvador. UCA Editores; 2017.
- Ocampo T.. Voces sobre la desaparición forzada de infantes durante la guerra en El Salvador. Archivo para la memoria (1980-1984). Bonilla Artigas Editores; 2018.
- Ortiz Gómez A. S., Arévalo A.. Corporalidades combativas: género y sexualidades en la guerra interna salvadoreña (1970-1992). IEHAA-UES/IFF-FIOCRUZ; 2025. Publisher Full Text
- Ortiz Gómez A. S., Sandoval E. M., Ortiz A. S., Arévalo A.. Estudios de las mujeres en el conflicto armado salvadoreño. Corporalidades combativas: género y sexualidades en la guerra interna salvadoreña (1970-1992). 2025;39-75.
- Palazzo G., Ortiz A. S., Arévalo A.. Solidaridad italiana: una mirada de género a la Guerra Interna en El Salvador. Corporalidades combativas: género y sexualidades en la guerra interna salvadoreña (1970-1992). 2025;219-232.
- Sánchez García M.. Reflexiones en torno a la experiencia de guerrilleras en Guatemala y El Salvador a través de su palabra escrita. Revista Clepsydra. 2023; 24:49-70. DOI
- Soriano S.. Mujeres y guerra en Guatemala y Chiapas. Universidad Nacional Autónoma de México; 2006. Publisher Full Text
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