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de Ganges López, F. A. (2025). Mácula: bienvenidos al pueblo de las debilidades humanas. LiminaR. Estudios Sociales Y Humanísticos, 23(1), 8. https://doi.org/10.29043/liminar.v23i1.1125

Resumen

En esta reseña se analiza la novela Mácula, de Amín Miceli, señalando algunas similitudes, correspondencias o diferencias con otras novelas de Chiapas. 

 


La historia de la narrativa chiapaneca aún está por escribirse.1 Sin embargo, algo se puede sugerir de entrada: a pesar (o por causa) de la influencia de Rosario Castellanos, es muy regionalista y narra una y otra vez las mismas cuestiones en los mismos escenarios. Como ha planteado el escritor y antropólogo Jesús Morales Bermúdez, todo está por hacerse, pues desde sus orígenes, los autores chiapanecos parecen mirar con excesiva complacencia el terruño. De esta forma, Morales Bermúdez, al terminar la sección de narrativa de su libro Aproximaciones a la poesía y la narrativa de Chiapas (el último párrafo está dedicado al narrador Gabriel Hernández) sugiere lo siguiente:

Ya dentro del ámbito más amplio de la narrativa mexicana, tenemos obras que narran los pueblos pequeños, escenarios de conflictos no resueltos, hipocresías, rancias costumbres y catolicismo extremo. Resaltan Al filo del agua, de Agustín Yáñez, Los recuerdos del porvenir, de Helena Garro o La feria, de Juan José Arreola. Y, claro está, en el ámbito de la historia tenemos esa maravilla de la microhistoria llamada Pueblo en vilo, del historiador michoacano Luis González y González.

En este sentido ¿cómo podríamos situar a Mácula en lo dicho por Jesús Morales Bermúdez? ¿Cuál es su aportación a la narrativa chiapaneca?

El libro está compuesto por 41 fragmentos de variada extensión. Empieza adentrándonos en el escenario con el bolero “Usted”, de Gabriel Ruiz Galindo, como fondo (más adelante aparecerán otros boleros como contrapunto de las acciones) y nos va dando algunas pistas para introducirnos en la vida de los personajes y en sus vidas cotidianas. Como en las novelas de Balzac, y parecido al preludio que abre las óperas de Mozart, el libro se adentra en el pueblo mediante el uso de un narrador omnisciente:

En el anterior fragmento se pueden ver numerosas referencias culturales que nos sitúan en un tiempo y un espacio determinados: Memín Pingüín, Rarotonga, Tres Patines, etcétera. Estamos, pues, en un tiempo y un espacio: un pueblo chiapaneco de mediados del siglo XX. La trama, sin embargo, empieza cuando la narración se focaliza en Bromelia, una mujer de aproximadamente treinta años que trabaja para el médico local y tiene escarceos románticos con un alemán.2

La acción principal transcurre en el pueblo de San Juan de los llanos, el cual podría ser un tí-pico poblado de la Frailesca u otra zona del estado de Chiapas. Ahí, los personajes viven sus vidas entre la beatitud y la conformidad, entre el asombro y el aburrimiento, entre el deseo de salir al exterior y quedarse toda su vida al abrigo de sus prejuicios y costumbres. También hay violencia, pero esta no llega a manifestarse por completo (por lo menos hasta algunos capítulos cercanos al final) y naturalmente hay muchas cuentas pendientes.

La narración, en todo caso, se va focalizando en algunos personajes y, en el capítulo nueve, vemos a Braulio Zaragoza Burillo de la Torre, el cacique local, quien descubre que su fiel ama de llaves de muchos años, Petrona, tiene un amante, el cual es amenazado de muerte por Braulio. Esto provoca que Petrona se deprima al grado de perder la cabeza. El patrón opta por abandonarla en la calle y dejar que se convierta en la loca del pueblo.

Otra cuestión interesante es la exploración que se hace de la Ciudad de México, pues Ildefon-so, uno de los personajes principales, llega a vivir ahí. Tomando prestada una expresión de Rayuela, de Julio Cortázar, podríamos ver al pueblo de San José de los Llanos como “el lado de acá” y la Ciudad de México como “el lado de allá”. Una zona en donde ocurre todo lo importante y otra en donde no parece ocurrir nada (a menos que se tomen en cuenta los rencores subterráneos y los deseos postergados).

El lenguaje explora el interior de los personajes y se detiene, especialmente, en las escenas eróticas, pero también en anhelos e ilusiones, deseos y rencores, un poco a la manera del narrador uruguayo Juan Carlos Onetti, quien de acuerdo con Mario Vargas Llosa, en el viaje a la ficción es un narrador que nos expone que estamos hechos de historias3 dentro de otras historias.

En Mácula se explora también los contrastes entre lo sagrado y lo profano. Así, un capítulo sobre un personaje llamado Milagros expone la hipocresía de la extrema beatitud, pues vemos cómo el personaje, después de salir de la iglesia (en donde reza y se encomienda fervorosamente a Dios y a todos los santos) piensa:

Otra constante es la presencia de inmigrantes alemanes que llegaron a Chiapas procedentes, en gran parte, de Hamburgo. Retomando la idea de Bermúdez (1997), estos inmigrantes y su legado, tradiciones o costumbres, han sido poco aprovechados en la narrativa chiapaneca (y sin tomar en cuenta a otros grandes viajeros y exploradores que han estudiado el estado). En ese sentido es interesante que haya un personaje (Herbert, un matemático) originario del puerto hanseático de Hamburgo, a quien le cuesta trabajo entender algunas costumbres religiosas o relacionadas con brujería del pueblo y sus habitantes.

¿Pero como se manifiesta la descripción de los lugares? En su libro El espacio en la ficción (2001), Luz Aurora Pimentel expone cómo se representa el espacio en la narrativa. Sugiere, a grandes rasgos que, describir un lugar implica dividirlo en sus partes constituyentes.4 También expone diferentes maneras en que la ficción nos “sumerge” en un universo verbal que toma muchos de sus elementos del mundo real (Pimentel usa ejemplos de Balzac, Proust, Conrad, etc.). Mácula presenta algunas interesantes descripciones que se detienen en la minuciosa enumeración de elementos, como en el ejemplo siguiente, cuando describe San Juan de los Llanos percibido por Herbert:

En Mácula hay también una exploración de la política en la figura del médico Teófilo Figueroa, amigo del presidente y miembro del Partido Revolucionario Institucional, que controlaba todo con mano de hierro. Por extrañas circunstancias, este personaje llega a la presidencia y se ve obligado a cubrir algunas cosas de su pasado, como la existencia de amantes hombres. Uno de ellos es Ildefonso, quien es detenido por los guaruras y aparentemente asesinado. Sin embargo, aparece un mes después en el hospital de Tuxtla Gutiérrez Domingo Chanona,5 del cual es ahora el director. Ahí se encuentra con Shalo, una veterana prostituta que ha conocido a todos los personajes del poder, quien al ser revisada por el médico, hace un discurso sobre la “comedia humana”:

En este libro la política chiapaneca es vista como algo sumamente vulgar y banal. Una actividad realizada con cinismo y sin interés por el pueblo. Se trata de establecer relaciones y hacer vínculos con gente importante:

Podemos ver en este fragmento cómo el poder es una especie de farsa en la cual,6 en una emulación carnavalesca de Maquiavelo, los habitantes solamente son carne de cañón, masa indiferenciada que unge al nuevo cacique. Y como el poder corrompe, Braulio también se ve arrastrado a una espiral de pasiones desbocadas y libertinaje extremo.

En los últimos capítulos se va retomando la vida de algunos protagonistas en lo que podríamos ver como una especie de “declive” o “resurrección” (como es el caso de Herbert, el migrante alemán). En ese punto hay una escena erótica que se adentra en las sensaciones de la amante del “matemá-tico hamburgués”, mezclando mitología griega con elementos del mundo animal:

Mácula es un ejercicio narrativo que explora un Chiapas profundo y negado. No solo por el poder político sino también por sus propios pobladores, que se dedican a hacerse el mal unos a otros y a vivir sus vidas de una manera rutinaria y tediosa, contándose chismes y criticando al vecino. En este punto podríamos retomar la pregunta del principio. ¿Cómo podríamos situar a Mácula en lo dicho por Jesús Morales Bermúdez? ¿Cuál es su aportación a la narrativa chiapaneca?

Posiblemente podamos situarlo junto a novelas como Yucundo, lamento por una ribera, de He-berto Morales, en su visión pesimista del poder, en la sensación de que en Chiapas las cosas nun-ca mejoran y en un tono y enfoque más bien pesimistas sobre el ser humano. También con las mismas novelas de Jesús Morales Bermúdez, aunque el tono y el enfoque sobre el pueblo donde ocurren las acciones, es muy diferente de, por ejemplo, La espera. También se da una interesante exploración de los alemanes extranjeros en Chiapas y del asombro que viven los chiapanecos cuando se alejan del terruño y llegan a grandes urbes como la Ciudad de México (en donde, por cierto, había una casa del estudiante chiapaneco en la que se formaron algunos ilustres chiapane-cos). Existe también una intensión de criticar al poder político que se ha visto en algunos narra-dores más recientes (pienso en Nudo de serpientes, de Alejandro Aldana). Esa sensación de que los chiapanecos estamos alejados de Dios y que aquí todo ocurre tarde y mal, pues todo es controlado por mafias ocultas que deciden el destino de sus gobernados de la peor manera posible.

¿Podríamos pensar que simplemente el hombre es egoísta por naturaleza y hay en el demasia-das pasiones oscuras que provocan el caos y la desolación en la tierra? La novela de Miceli parece decantarse hacia ese externo y muestra personajes poco propensos al cambio y a mejorar como seres humanos. Destaca también el uso de un lenguaje particular para algunos personajes, como es el caso de la matrona Shalo, una suerte de conciencia moral irónica que guarda secretos inme-moriales (e innombrables) de muchos de sus clientes, como un archivo de carne y hueso de las debilidades y contradicciones humanas.

Un atractivo más del libro son las imágenes de las alumnas de la facultad de Artes plásticas de la UNICACH. Se trata de cuatro viñetas inspiradas en las distintas escenas de la narración, hechas por Alondra Rodríguez Sánchez (también portada), Azul Abril Santiz Ramos, Isabel Ordoñez Ocaña y Carolina Marín Aguilar. Sin duda un atractivo complementario para el lector que se in-terne en este Péndulo de las contradicciones que es Mácula.

Citas

  1. Bermúdez J.. Aproximaciones a la poesía y la narrativa de Chiapas. Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas; 1997.
  2. Correa R.. Paseos por la narrativa chiapaneca de ficción. Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas; 2010.
  3. Miceli A.. Mácula (Péndulo de las contradicciones). Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas; 2023.
  4. Pimentel L.. El espacio de la ficción. La representación del espacio en el texto narrativo. Siglo XXI; 2001.
  5. Vargas Llosa M.. El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti. Alfaguara; 2008.
  6. Villafuerte D., García M. del C.. Los Avatares de Chiapas. UNICACH/Juan Pablos Editor; 2021.