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Resumen
En este artículo se siguen los pasos del guerrillero Florencio (a) El Güero Medrano en la sierra chinanteca de Oaxaca. Se perfila el movimiento campesino que se desarrolló entre 1965 y 1983 en el distrito de Tuxtepec, ubicado en los límites de selva chinanteca y los llanos de la Cuenca del Papaloapan. En este levantamiento participaron diversas organizaciones de izquierda a nivel nacional, desde la Unión General de Organizaciones Campesina de México (UGOCM), dirigida en un principio por Jacinto López en Sonora; los movimientos normalistas y estudiantiles de Oaxaca como la Coordinadora de Obreros, Campesinos y Estudiantes de Oaxaca (COCEO), la Coordinadora Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI) y el Centro Regional de Educación Normal de Tuxtepec, Oaxaca (CRENTO) hasta algunos sobrevivientes de la Liga Comunista 23 de Septiembre. “El Güero” Medrano, uno de los últimos participantes en la guerrilla de Lucio Cabañas en Guerrero, se involucró en las luchas campesinas de la región hasta su muerte el 26 de marzo de 1979 en el municipio de San Pedro Yolox en la Sierra de Juárez, Oaxaca.
Introducción
Durante las décadas de los años sesenta y setenta del siglo XX diversos levantamientos armados se suscitaron en México. El surgimiento de grupos insurgentes con una fuerte carga liberacionista y antiimperialista, la mayoría inspirados en la Revolución Cubana que logró su triunfo en 1959, fue la respuesta extrema a la intolerancia y el autoritarismo que en plena Guerra Fría el gobierno mexicano impuso en buena parte del territorio. Se calcula que entre 1963 y 1982 más de 1,700 jóvenes tomaron las armas y se integraron a 32 grupos guerrilleros (Sierra, 2003, p. 19).
El asalto al cuartel de Madera, en el estado de Chihuahua, perpetrado por el Grupo Popular Guerrillero (GPG) el 23 de septiembre de 1965 fue el primer movimiento importante de esta serie de rebeliones. Aun cuando se trató de un golpe fracasado, dicho asalto encendió otros brotes de violencia y las confrontaciones entre grupos armados y el ejército institucional se multiplicaron en otras zonas rurales de Sonora, Sinaloa, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
Luego de aquel levantamiento algunos sobrevivientes del GPG intentaron reorganizar la guerrilla en la sierra de Chihuahua. Óscar González Equiarte encabezó a un pequeño grupo que fue conocido como “Movimiento 23 de Septiembre”. Dos años más tarde, un pelotón de fusilamiento mató a González Equiarte, y fue entonces que Manuel Gómez Lucero intentó revivir al grupo chihuahuense, ahora con el nombre de “Corriente 23 de Septiembre”.
Por otra parte, entre 1967 y 1974 el ejército mexicano tuvo que combatir el surgimiento de otras dos organizaciones guerrilleras que contaban con fuertes bases campesinas en la sierra de Guerrero: la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) encabezada por Genaro Vázquez Rojas, maestro normalista originario de San Luís Acatlán en la Costa Chica; y el Partido de los Pobres (PDLP) dirigido por el maestro Lucio Cabañas Barrientos en la sierra de Atoyac de Álvarez. Durante sucesivas campañas militares, el ejército federal aisló, cercó, y finalmente aniquiló a las filas y a los líderes de ambos grupos armados, saturando la región de soldados y destacamentos militares.
A la destrucción de las guerrillas de Chihuahua y Guerrero le siguió un nuevo tipo de combate más urbano y sin bases sociales importantes, que operaba en pequeñas células independientes para asegurar la clandestinidad y evitar la localización de sus dirigentes. Más de 30 organizaciones armadas surgieron y actuaron en las principales ciudades de la República como Guadalajara, Monterrey y el Distrito Federal, derivadas de la radicalización del movimiento estudiantil de 1968. En algunos casos, estos jóvenes se incorporaron a la guerrilla rural (Sierra, 2003, p. 71). Un buen número de estas nuevas organizaciones se unieron en 1973 para formar la “Liga Comunista 23 de Septiembre”, constituyendo quizás la expresión más desarrollada del movimiento guerrillero. Para 1974 “La Liga” tenía un alcance nacional que abarcaba 20 entidades federativas (Hirales, 1977, p. 97).
Como contraparte, dos grupos paramilitares aparecieron durante las presidencias de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, entre 1966 y 1976: los Halcones y la Brigada Blanca. Ambos concentraron a los elementos más preparados de los cuerpos policiacos y de las fuerzas armadas con el fin de destruir a la guerrilla en las ciudades.
Así, desde el asalto al cuartel de Madera en 1963 hasta la eliminación de las últimas células guerrilleras de izquierda, antigubernamentales y antiimperialistas en 1982, México vivió la violencia insurgente y la consiguiente reacción gubernamental. Con las reformas políticas de 1977 y 1986, en las que se ampliaron los espacios de representación para los partidos, el Estado mexicano atrajo a la oposición política al campo electoral. A partir de entonces se creyó que el fantasma de la guerrilla en México se había desvanecido. Sin embargo, la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el 1° de enero de 1994 y el surgimiento en 1996 del Ejército Popular Revolucionario (EPR) y su escisión en 1999 en el Ejército Revolucionario Popular Insurgente (ERPI), revelaron que los grupos guerrilleros no habían muerto.
Durante los años setenta y en medio de este contexto se suscitaron diversas acciones encabezadas por el guerrillero Florencio Medrano Mederos, alias el “Güero” Medrano, quien tuvo cierta relevancia en la región selvática de la Chinantla oaxaqueña. Este trabajo busca llenar un vacío de información sobre la historia de las organizaciones clandestinas en México y especialmente esbozar una cronología del papel que tuvo este líder en el movimiento campesino de la Cuenca del Papaloapan en Oaxaca. Las relaciones que, entre 1965 y 1983, se tejieron al interior de los grupos guerrilleros y entre estos últimos con diversos movimientos sociales en el ámbito nacional e internacional, tuvieron una relevancia particular en el desarrollo de muchas de sus actividades, sobre todo hasta marzo de 1979, fecha en la que Medrano fue asesinado.
Las condiciones de aislamiento geográfico, tierra montañosa, vegetación selvática y población principalmente indígena que caracterizan a la zona chinanteca han propiciado que los estudios antropológicos conciban a esta región como un área cultural que se mantiene aislada en sus tradiciones.1 Es decir: esta región se concibe como una totalidad social que se desarrolla con muy poco contacto con el exterior, lo cual favorece la conservación de ciertos rasgos culturales vinculados con las relaciones lingüísticas.2
Sin embargo, al seguir los pasos del líder guerrillero Florencio Medrano en esta región chinanteca se alcanza a vislumbrar otra historia, mucho más compleja, que forma parte medular de dicha zona indígena. En las diversas insurrecciones que desplegaron los poblados nativos para acceder a la tierra desde finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, pueden atisbarse los múltiples y complejos lazos que conectaron a los pueblos originarios con los “otros” no indios -mestizos o blancos-. Estos a su vez se vinculan con las fuerzas sociopolíticas que, a distintas escalas -comunitaria, regional y nacional-, han constituido el entramado de relaciones que los oprimen o los apoyan en los combates que se han desplegado a lo largo de todo este tiempo para garantizar su persistencia tanto material como social y cultural.
En el movimiento campesino que se desarrolló en el distrito de Tuxtepec, ubicado justo en los límites de la selva chinanteca con los llanos de la Cuenca del Papaloapan, entre 1965 y 1983, participaron diversas organizaciones de izquierda a nivel nacional, desde la Unión General de Organizaciones Campesina de México (UGOCM),3 dirigida en un principio por Jacinto López en Sonora, hasta los movimientos normalistas y estudiantiles de Oaxaca como la Coordinadora de Obreros, Campesinos y Estudiantes de Oaxaca (COCEO) y la Coordinadora Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI). También participaron el Centro Regional de Educación Normal de Tuxtepec, Oaxaca (CRENTO) y algunos sobrevivientes de la Liga Comunista 23 de Septiembre. El “Güero” Medrano, uno de los últimos participantes en la guerrilla de Lucio Cabañas en Guerrero, también tuvo una actuación relevante en dicha región, hasta su muerte el 26 de marzo de 1979 en el municipio de San Pedro Yolox en la sierra de Juárez, Oaxaca.
Dado el obligado clandestinaje al que estuvo sometido el “Güero” Medrano para evadir la represión de las fuerzas públicas, ha resultado difícil -y sobre todo muy lento- intentar reconstruir las huellas de su paso por La Chinantla. Para este trabajo se contó con varias entrevistas realizadas en la zona desde 1994 hasta septiembre de 2017, así como la revisión sistemática de más de setenta expedientes agrarios de la región y una indagación preliminar en el archivo de la Secretaría de la Defensa Nacional.4 No se trata más que de un primer esfuerzo descriptivo por sistematizar un fragmento de la historia de la guerrilla en México y a través de ésta, esbozar una reflexión crítica sobre el tipo de conocimiento que, desde la tradición antropológica, se ha generado sobre las poblaciones campesinas e indígenas en este país.
La muerte del “Güero” Medrano
El 28 de marzo de 1979, la primera plana del periódico El Imparcial de Oaxaca reportó un enfrentamiento entre el grupo del “Güero” Medrano y el ejército, en una localidad del municipio de San Pedro Yólox, Ixtlán. Algunas versiones indicaron que el guerrillero resultó herido de bala en el abdomen durante el enfrentamiento: “La vigésimo Octava Zona Militar informó que el ‘Güero’ pudo haber sido muerto […] en Llano de Lodo perteneciente a Valle Nacional [Oaxaca]”. Tres días después -el 31 de marzo- se confirmó el fallecimiento del guerrillero.
Los hechos, dados a conocer por la prensa, se presentaron como parte de la nota roja, sin aludir a los problemas sociales y políticos que el movimiento de Florencio Medrano buscaba resolver, y sin dar lugar al análisis de los fines políticos de transformación social que con la guerrilla se pretendían lograr.
En este mismo sentido, un reporte más amplio de la Dirección Federal de Seguridad -firmado por Miguel Nazar Haro-5 detalló lo ocurrido: “…a las 5:00 horas del lunes 26 de marzo del presente año, murió Florencio Medrano Mederos (a) el ‘Güero’... Lo anterior se debió a las lesiones que le produjeron campesinos de la ranchería de San Isidro […] Municipio de San Pedro Yolox, Oax., el día 24 de los corrientes quienes, armados, impidieron que adeptos a este sujeto invadieran sus propiedades” (AGN, DFS 11-249-79 /L. 6 /H. 23).
Florencio Medrano fue inhumado en el panteón de Rancho Guadalupe, municipio de San Juan Quiotepec, el 26 de marzo a las 17 horas. “Esto lo informó un campesino […] que voluntariamente se presentó en la Procuraduría General de Justicia del Estado de Oaxaca para dar a conocer lo sucedido a las autoridades” (AGN, DFS 11-249-79 /L. 6 /H. 23).
En el reporte se describía que el enfrentamiento se inició el 24 de marzo cuando Medrano, acompañado por veinte individuos del Partido Proletario Unido de América (PPUA), intentó invadir la ranchería de San Isidro Carrizal, municipio de San Pedro Yolox, apuntalando al cacique Adolfo Mendoza Bautista. 6 Con el fin de apoderarse de las tierras vendidas, Mendoza Bautista incitó a los expropietarios a que recuperaran sus antiguas propiedades. Dicho cacique le pidió a Florencio Medrano apoyo para llevar a cabo la invasión “…con el ofrecimiento de reclutar para ese grupo [el del ‘Güero’] a los campesinos invasores” (AGN, DFS 11-249-79 /L. 6 /H. 23). Sin embargo, los habitantes de Carrizal, que ya tenían conocimiento de los planes de intrusión, los esperaban con noventa individuos armados que se enfrentaron a la gente capitaneada por Medrano. El saldo del enfrentamiento fue un muerto y varios heridos, entre los cuales Florencio Medrano resultó lesionado. Los compañeros del “Güero” lo trasladaron a una ranchería del municipio vecino de San Juan Quiotepec, en donde falleció el 26 de marzo, tres días después de los hechos ocurridos en Carrizal (AGN, DFS11-249-79 /L. 6 /H. 23).
Del reporte de Miguel Nazar Haro se desprendía que, para la autoridad responsable de la seguridad del país, el “Güero” no era más que un pistolero a sueldo que vendía sus servicios al mejor postor. Con base en esta versión supuestamente “objetiva” de los hechos, Florencio Medrano se exhibió ante la opinión pública como un simple criminal cuyas acciones no fueron más que delitos del fuero común, lo que justificaría la represión.
La criminalización de los luchadores sociales que buscaban modificar las condiciones de la sociedad en un horizonte de justicia fue una de las estrategias tradicionales que el Estado utilizó para desprestigiar a los líderes y contener la insurrección popular. Cabría entonces preguntarse quién era en realidad el “Güero” Medrano ya qué circunstancias e intereses respondía su presencia en la sierra de Oaxaca.
Juventud y formación política de Florencio Medrano Mederos
Florencio Medrano Mederos nació el 27 de octubre de 1945 en Agua del Padre, una población perteneciente al municipio de Tlalchapa, ubicada en la región de Tierra Caliente, Guerrero.7 Era miembro de una familia de diez hijos de los que sobrevivieron ocho, cuatro hombres y cuatro mujeres.
Siendo áun niño, la familia de Medrano llegó a Palmar Grande, Estado de México. En esta última, se encontraron con la violencia de los terratenientes que estaban coludidos con las autoridades gubernamentales (Velázquez, 2016, p. 42). La familia subsistía de vender leña y zacate para alimento de animales. Como muchos líderes sociales en México, Florencio Medrano provenía de una familia con tradición de lucha (Poniatowska, 1989, p. 196).
Por su parte, Ramón “Tianguis” Pérez,8 quién acompaño a Medrano los dos últimos años de su vida, refirió que siendo adolescente, el “Güero”, empezó a trabajar en Limón Grande, Guerrero (Pérez, 1999, pp. 106-107). La lucha que emprendieron él y su familia en contra de los terratenientes obligaron a Florencio a migrar con su hermana Leonor a la Colonia Antonio Barona en Cuernavaca, Morelos. En esta ciudad trabajó de “…machetero en la Distribuidora de Alcoholes de Morelos, fue peón en el corte de la rosa, peón en la construcción, albañil en el Pilancón...y otra vez en el corte de la flor del cual lo corrieron por organizar a sus compañeros. También empujó un carrito de hotdogs en Cuernavaca…”.9
A la edad de 18 años, Florencio Medrano motivado por la necesidad de obtener su cartilla militar, se dio de alta en el ejército federal dándose de baja ocho meses después. Ahí fue donde el “Güero” aprendió a leer y escribir (Velázquez Vidal, 2016, pp. 42-43). Antes de su filiación a la milicia, el “Güero” participó en la Confederación Campesina Independiente (CCI) la cual era liderada por Ramón Danzós Palomino. También se vinculó a la Asociación Cívica Guerrerense (ACG), también conocidos como “los Cívicos”, al lado de Genaro Vázquez y de César del Ángel, con quienes realizó varias operaciones de resistencia ante el autoritarismo del régimen priista (Poniatowska, 1989, pp. 251).
Florencio Medrano llegó a vivir a la Colonia Antonio Barona en Cuernavaca, y ahí entró en contacto con Rafael Equihua Palomares, uno de los líderes que contaban con experiencia en invasiones de tierras. A fines de 1962, Equihua organizó la Federación Revolucionaria Campesina de Morelos, también conocida como la “Rubén Jaramillo”, que coincidía con la formación de las federaciones de otros estados como Oaxaca, Michoacán y Guanajuato (AGN, Galería 2, IPS, Caja 2538, Expediente 1, foja 3). En enero de 1963, estas organizaciones conformaron la Central Campesina Independiente (CCI) para constituirse como una alternativa a la oficialista Confederación Nacional Campesina (CNC). (AGN, Galería 2, IPS, Caja 2538, Expediente 1, foja 3). Con el membrete de Núcleos Campesinos del Movimiento Cívico de Guerrero, “los Cívicos” también participaron en la creación de dicha central.
En menos de dos años la CCI se dividió en dos grupos: por una parte, estaba aquel que encabezado por el Partido Comunista y representado por Ramón Danzós Palomino y Arturo Orona, buscaba seguir una política más radical; y por otra, estaba el grupo de Braulio Maldonado, en el que finalmente destacó Alfonso Garzón Santibáñez, quien buscó acercamientos con la CNC y el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Algunos miembros de la CCI y la Asociación Cívica Guerrerense se fueron alejando del Partido Comunista Mexicano.10 Dicho distanciamiento no solo implicó la fractura de la CCI, sino que provocó la separación entre Lucio Cabañas y la corriente cívica de Genaro Vázquez en Guerrero (National Security Archive, 2006, p. 21).
Fue precisamente por estas fechas -entre fines de 1963 y principios de 1964- cuando Florencio Medrano abandonó Cuernavaca y se trasladó a la Ciudad de México en donde trabajó de diablero en el mercado de la Merced y conoció a Javier Fuentes Gutiérrez, un ingeniero que poseía un predio en la calle 20 de Noviembre de la colonia Flores Magón, en Cuernavaca, a unos pocos kilómetros de la Colonia Antonio Barona (Fuentes, 2023, p. 64).
El ingeniero Fuentes Gutiérrez tenía tiempo trabajando junto con Rafael Equihua Palomares en la Central Campesina Independiente (CCI) en el estado de Morelos. Al ser expulsados ambos de la CCI, el ingeniero se dedicó a la conformación de círculos de estudio en este estado. Entre los asistentes a estas reuniones de adoctrinamiento se encontraban: Antonio e Israel González, Rafael Equihua, los hermanos Medrano y su primo Aquileo, un compañero llamado Justo, así como dos exjaramillistas: Abundio y el Tlacuache, además de Carmelo Cortés que en ese entonces era lugarteniente de Lucio Cabañas.11 Paralelamente a su actividad con los campesinos morelenses, Javier Fuentes Gutiérrez mantenía relación con un grupo de jóvenes estudiantes y profesionistas del Distrito Federal. En 1965, Fuentes Gutiérrez entabló relaciones con la embajada de la República Popular China. Según el periódico El Día, este empezó a recibir dinero de dicha embajada, con el supuesto objetivo de financiar a diversos grupos armados (El Día7-III-1970). Además, aquella representación diplomática subvencionaba a la Compañía Distribuidora Interamericana de Publicaciones que repartía literatura maoísta a través de una librería llamada “El primer paso”, ubicada en la calle Enrico Martínez número 14, en la Ciudad de México. En ella trabajaban como vendedores varios miembros del Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano -PRPM- (Jaso, 2011, p. 39).
La Procuraduría General de la República tenía giradas dos órdenes de aprehensión en contra de Javier Fuentes Gutiérrez; una porque se le identificaba con el grupo de Adán Nieto, quien trató de formar guerrillas principalmente en el estado de Guerrero, y otra porque mantenía contacto con la agrupación de Ignacio González Ramírez, que estaba relacionado con “el terrorista” Ramón Campos y los guerrilleros Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos “para formar un frente único de lucha armada en contra del gobierno constituido”.12
El “Güero” viaja a China
El acercamiento de Medrano con una célula del Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano (PRPM) marcó el inicio de su militancia formal, reforzada por el entrenamiento político y militar que recibió en la República Popular China. A invitación de Javier Fuentes, el “Güero” aceptó participar en la organización y reunir a otros dirigentes campesinos; él aportaría el contingente rural que siempre lo había seguido, pero antes iría a formarse a la República Popular China. Según Poniatowska, el “Güero” siempre le agradeció al ingeniero Fuentes su viaje, pero también le disputó la dirección del PRPM porque pensó que si la mayoría era campesina, su líder indiscutible debía ser él. Estuvo en China de mayo a diciembre de 1969, “…lo suficiente para recibir un curso de dirigente…” (Poniatowska, 1989, p. 244).
A su regreso de República Popular China, Florencio Medrano se mantuvo huyendo de la policía política. Durante 1971 y 1972 se refugió entre los ejidatarios de Acatlipa, Morelos. Al constatar que la gente carecía de vivienda, fue planeando, en compañía de sus hermanos Primo y Pedro, la invasión de tierras del fraccionamiento Villa de las Flores ubicado en el municipio de Temixco, Morelos. Dicho fraccionamiento era parte del ejido de Acatlipa. Durante muchos años, y tras constantes disputas y fraudes, dichos terrenos fueron regularizados como ejido; sin embargo, un comisariado ejidal de Temixco los vendió a un empresario italiano. Pese a ello, el supuesto italiano nunca pagó sus impuestos y el gobernador lo embargó para poner aquellos terrenos a remate conforme a la ley. Como no hubo ofertas, el gobierno se los apropió. Al llegar Felipe Rivera Crespo al gobierno del estado de Morelos, el fraccionamiento Villa de las Flores pasó a manos de su hijo, Luis Felipe “Chacho” Rivera Aranda (Poniatowska, 1989, pp. 205-206 y Fuentes, 2023, p. 79). Esta situación tendría un desenlace complejo y violento, como se podrá ver más adelante.
El “Güero” pretendía implementar en México la linea de masas inspirada en la obra de Mao Tse Tung. Entre sus objetivos se establecía que en última instancia se debía derrocar al gobierno autoritario del PRI e iniciar la lucha antiimperialista en contra de la burguesía terrateniente. Para ello se trabajó en la formación de cuadros políticos. Dos eran sus métodos: 1) la lucha armada y 2) la contienda legal a través del contacto con Humberto Serrano Pérez, quien entonces fungía como presidente del Consejo Agrarista Mexicano -CAM- (Velázquez, 2016, pp. 96-97).
Según la linea maoísta, era necesario establecer un núcleo político militar entre las masas que permitiera la acumulación de fuerzas bajo la teoría de la guerra popular prolongada o guerra de guerrillas, por medio de la cual se cercarían las ciudades desde el campo. La estrategia estaba integrada por tres etapas: la defensiva, la del equilibrio entre las partes y la ofensiva general.
En marzo de 1970, en la plaza de Tlatelolco en la Ciudad de México, fueron detenidos Javier Fuentes Gutiérrez, Rosalba Robles y Raúl Munguía, por policías al mando de Nazar Haro (El Universal7-III-1970). Con la dirigencia del Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano (PRPM) en la cárcel, Florencio Medrano quedó a la cabeza de la organización. La referida detención representó la oportunidad de imprimir su propio sello y liderazgo en la dirección del PRPM. En 1972 se conformó la Asociación Nacional Obrero Campesino Estudiantil (ANOCE), en la cual Medrano fungiría como máximo dirigente.
Fundación de la colonia Proletaria “Rubén Jaramillo” en Morelos
La noche del sábado del 31 de marzo de 1973, militantes de la ANOCE encabezados por Florencio Medrano ocuparon el Fraccionamiento Villa de las Flores. No está claro cuántas personas participaron en dicha invasión. Elena Poniatowska señala que el “Güero” tenía registradas a setecientas familias que se habían comprometido a participar en la repartición de la propiedad, pero que en el último momento únicamente llegaron treinta (Poniatowska, 1989, p. 181).
Ya que se hubiese asegurado que cada familia tuviera su lote, comenzarían a establecerse métodos sobre la participación de los demás colonos. La Asamblea General funcionó como el máximo órgano de toma de decisiones. En ella confluían las distintas comisiones que operaban dentro de la estructura de la colonia, rindiendo informes a la Asamblea General que sesionaba cada semana. La imposición de un poder popular, más que proletaria, en el sentido sociológico de la clase obrera, se refiere a una autoidentificación de los participantes como sujetos carentes de propiedad y cuyos derechos a los servicios elementales de vivienda, abasto de agua, drenaje, educación y salud, entre otros, estaban lejos de ser cubiertos.
No tardó en elegirse un Comité de Lucha que se mantuvo casi intacto durante los seis meses que duró esta experiencia. Fue integrado por 25 personas, que se repartieron en las comisiones de educación, propaganda y finanzas. Medrano fue designado presidente del Comité de Lucha. Posteriormente se fue conformando un núcleo más amplio tras la participación orgánica de varios grupos estudiantiles (Jaso, 2011, p. 64).
En una primera fase, los colonos se organizaron para conseguir los servicios mínimos como el drenaje, el agua y la luz. Posteriormente reivindicaron el trabajo y los salarios dignos. Por último, generaron las condiciones para manejarse autogestivamente. Ante la negativa de las autoridades frente a sus demandas, comenzaron a cubrir las carencias a las que estaban expuestos de manera colectiva. De esta manera se creó su grupo de autodefensa armada que funcionaba como policía comunitaria (Jaso, 2011, p. 126).
Poco tiempo después de la creación de la Colonia Proletaria “Rubén Jaramillo”, el Gobierno Federal y el Gobierno del Estado de Morelos le impusieron un cerco represivo que causó su aislamiento, de modo que impidió que comunidades y negocios cercanos vendieran productos básicos a los colonos. Esta situación obligó a una comitiva a salir con rumbo al estado de Guerrero para comprar maíz a las bases de apoyo del Partido de los Pobres (PDLP), y así fortalecer la relación que ya se tenía con el grupo de Lucio Cabañas. Sin embargo, la comitiva de colonos llegó tarde a la cita y en el mercado de Tepecuacuilco fueron detenidos por elementos del ejército mexicano (AGN, Galería 2, IPS, Caja 1490 A, Expediente 6). Las autoridades manifestaron que dentro de la “Colonia” se escondía “gente y arsenal de Lucio Cabañas”. Con este pretexto se ordenó la intervención del ejército federal.
El 28 de septiembre de 1973, cerca de las 4:30 de la mañana, alrededor de mil elementos pertenecientes al 63° Batallón de Infantería, al 13° Regimiento de Caballería y al 4° Batallón de Ingenieros de Combate, al mando del general brigadier diplomado de estado mayor Francisco Andrade Sánchez, comandante de la 24° zona militar, irrumpieron en la Colonia Proletaria “Rubén Jaramillo” con la finalidad de apresar a los miembros del Comité de Lucha. Con ello terminó la experiencia maoísta de dicha colonia. El ejército mantuvo ocupada la zona hasta 1981 (Híjar, 2007, p. 21).
Unas horas antes de que entrara el ejército a la “Rubén Jaramillo”, el “Güero” Medrano y un grupo de seguidores salieron con rumbo a la sierra de Guerrero en donde se reunieron con Lucio Cabañas. Poco después decidieron formar el Partido Proletario Unido de América (PPUA), con el que iniciaron la lucha armada para enfrentar en la clandestinidad la persecución del gobierno.
Según Dick Reavis, Florencio Medrano le comentó que:
El “Güero” se llevó a 45 hombres al estado de Michoacán, en donde comenzaron a entrenar campesinos para la toma de tierras. De ahí el movimiento se esparció en células hacia Oaxaca, Morelos, Veracruz y también a Guerrero, donde Lucio Cabañas fue abatido en una emboscada el 2 de diciembre de 1974 (Híjar, 2007, p. 30).
El Partido Proletario Unido de América y la lucha armada
Según los informes de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), en abril de 1974 se organizó el congreso provisional para la formación del Partido Proletario Unido de América (PPUA) en el Distrito Federal (AGN, DFS. Exp. 11-249-76; Leg. 2, Hoja 50).
El encargado del Consejo Militar Aquileo Mederos, alias el “Full”, había sido apresado el 30 de junio de 1973 en Toluca por portar una metralleta y dos pistolas. Salió de la cárcel bajo fianza el 6 de febrero de 1974 y se trasladó a Huanjitlán, Morelos, donde se enteró que Medrano estaba prófugo. En abril fue a la Ciudad de México para encontrarse con él en el Panteón Civil. Ahí, el “Güero” le dijo que:
El 13 de noviembre de ese mismo año, un comando secuestró en Cuernavaca a Sara Martínez de Davis, esposa del cónsul estadounidense Thomas Davis. Por su rescate recibieron 4 millones 900 mil pesos en terrenos y dinero en efectivo. 40,000 dólares fueron enviados a Estados Unidos, en donde grupos chicanos compraron armas que le harían llegar al “Güero”. Documentos oficiales informaron que el resto del dinero se distribuyó a un comité de sacerdotes encabezado por el obispo de Morelos, Sergio Méndez Arceo, y los terrenos en el fraccionamiento “Bello Horizonte” se destinaron al alojamiento de varias familias pobres (DFS Exp. 11-249, Leg. 2, Hoja 91-98).
El PPUA recibió apoyo de las cuatro organizaciones guerrilleras más importantes de Sudamérica: El MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) de Chile; el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) de Argentina; el Movimiento de Liberación Nacional de Uruguay (Tupamaros MLN) y el Ejército de Liberación Nacional de Bolivia (ELN). A partir de 1974 miembros de todas esas organizaciones constituyeron la Junta de Coordinación Revolucionaria, que apoyaría a los grupos armados que existieran en América Latina, “…para presentar entre todos un frente común al imperialismo y al capitalismo norteamericano y europeo” (AGN, DFS. Exp. 11-249-77, L. 4; H. 211-217. ca. 1976, 1977).
La Dirección Federal de Seguridad en México tuvo conocimiento de que Medrano había formado el PPUA en unión de cuatro “chicanos” militantes de la asociación denominada “Raza Unida”, quienes radicaban en el estado de Colorado en los Estados Unidos de Norteamérica. Las armas para el PPUA eran suministradas por esta asociación. Varios de sus integrantes fueron detenidos en la aduana cerca de Monterrey, el 31 se septiembre de 1975 (AGN SEDENA. Exp. 11-249-76; L. 2; H. 91-97 y Caja 64, Exp. 195. Ff. 5-13).
En noviembre de 1975 se reunió el PPUA de Florencio Medrano con los sobrevivientes del Partido de los Pobres en casa de Juan Martínez Pérez, en Puente de Ixtla, Morelos (National Security Archive, 2006, p. 125). Discutieron la realización de un trabajo para conseguir dinero. El PDLP decidió secuestrar a Élfego Coronel Ocampo en esa misma población, el 25 de diciembre de 1975. Según Lorenzo Roldán Montes, pidieron cinco millones y les dieron un millón ochocientos mil pesos. Firmaron aquella acción con el nombre de organización Comandos Armados Revolucionarios de Morelos (National Security Archive, 2006, p. 127).
El Segundo Congreso del PPUA se realizó en Puebla en enero de 1976. Con la asistencia de delegados de diferentes partes del país, se trazaron ahí las líneas de política general que debía seguir el partido. El ala militar se transformó en Ejército de los Pobres (EPLUA).
El arribo del “Güero” a Tuxtepec
Por declaraciones de Teresa Muñoz Vázquez, aprehendida por la DFS, se supo que el “Güero” llegó a Tuxtepec en el mes de enero de 1976, acompañado de su esposa Elvia Franco García, alias “Silvia”, la hermana de esta y diez campesinos más. Según esa misma detenida, Florencio Medrano tenía una casa en el monte, a orillas del poblado de Sabastopol, municipio de Tuxtepec (AGN, DFS 11-249-78 /L. 5 /H. 120, 121).
De acuerdo con la entrevista realizada por Uriel Vázquez Vidal al historiador Antonio García de León, quien fue uno de los contactos que colaboraron con el PPUA y que en ese momento militaba en la organización guerrillera Unión del Pueblo (UP), fue a través de su intervención que el “Güero” Medrano y sus simpatizantes lograron llegar a Chinantla oaxaqueña.14 Antonio García de León evocaba: “[…] Medrano me visitó en Chiapas y yo lo vinculé con bases de UP de campesinos indígenas de esa región” (Entrevista a Antonio García de León en Velázquez, 2016, p. 99).
Ramón “Tianguis” Pérez, a principios de 1976, recibió las primeras noticias de un movimiento que se estaba organizando en la zona de Tuxtepec, liderado por Medrano. Cuando rentaba un cuarto con su hermano en la colonia Agrícola Oriental de la Ciudad de México, llegaron a visitarlo dos paisanos: (a) Flavio y (b) Sabino, compañeros en la escuela normal de Tuxtepec, con noticias de que
El 31 de enero se reportó un asalto a la sucursal de Banamex en Loma Bonita, cerca de Tuxtepec. La DFS sabía que el obispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, tenía vínculos con el PPUA y que había servido como intermediario en alguno de los secuestros perpetrados por el grupo guerrillero (DFS, 11-249-77/ L. 4/ H. 211-217).
En agosto se difundió la primera noticia en la región de Tuxtepec de que se estaba organizando un movimiento guerrillero en la zona mixe, entre Puebla, Veracruz y Oaxaca, liderado por el “Güero” Medrano, y que pocos días antes la guerrilla había intentado derrumbar la avioneta del gobernador de Veracruz. Florencio Medrano había llegado al poblado Francisco Villa repartiendo armas entre los habitantes y alentándolos para luchar contra “los ricos terratenientes” (DFS, 11-249-77/ L. 4/ H. 211-217).
“El Tianguis” contó que sus amigos lo invitaron a conocer al “Güero”. Una mañana salieron de Tuxtepec hacia las montañas a buscarlo:
El arribo de Medrano a Tuxtepec provocó que varios campesinos que entonces estaban afiliados a la Unión General de Organizaciones Campesina de México (UGOCM) liderada por el Licenciado Gerardo Martínez Uriarte, se cambiaran a las filas de Medrano. Esto ocasionó divisiones y conflicto en las organizaciones rurales y estudiantiles que en ese momento participaban en la lucha agraria.
Las luchas campesinas y estudiantiles en Oaxaca
Desde 1947 la Comisión Ejecutiva del Papaloapan (CODELPA), estructurada por el gobierno de Miguel Alemán Valdés, asumió las más amplias facultades para la planeación y construcción de las obras necesarias para regular aquella amplia región de los estados que componían esa cuenca. A ella pertencían la selva chinanteca y las planicies que se extendían desde la zona de Tuxtepec hasta el Golfo de México (Nájera Aguilar, 1999, p. 100).
La Comisión del Papaloapan fue declarada responsable de la realización y el control de todas las obras necesarias para el desarrollo integral de los recursos de aquella cuenca. Entre las principales obras que se realizaron, estuvieron: la presa Miguel Alemán para el control del caudaloso río Tonto (1958-1962), que afectó las tierras más fértiles y pobladas de los municipios mazatecos de San Pedro Ixcatlán, Nuevo Soyaltepec y San José Independencia, cubriendo una superficie de 51,000 hectáreas; y la Presa Miguel de la Madrid, mejor conocida como “Cerro de Oro”, localizada sobre el río Santo Domingo. Esta última se inició en 1973 y llevó a inundar 26,370 hectáreas de las mejores tierras de los municipios chinantecos de Ojitlán y Usila. Durante los años que duraron las edificaciones de esta presa se registraron varios procesos de reacomodo de la población afectada hacia el estado de Veracruz en Uxpanapa, en los límites de Oaxaca y Chiapas; a Los Naranjos, a los Nuevos Poblados y por último en las inmediaciones del vaso de la presa. La construcción se vio interrumpida repetidamente y se concluyó hasta 1988.
Los ambiciosos planes para desarrollar la cuenca del Papaloapan pretendían echar a andar la “acción integral” de la política indigenista que diseñó acciones planificadas de ingeniería social, orientadas a que las poblaciones nativas aceptaran su desplazamiento y se integraran al proyecto nacional. Paradójicamente, más que la modernización, el impulso al desarrollo de la cuenca provocó la resistencia de la población y la intensificación de las luchas campesinas e indígenas en la región.
La indefinición de la tenencia de la tierra en el área no solo provocó serios conflictos entre comunidades por límites y linderos, sino que permitió la ocupación y venta ilegal de terrenos a grandes y pequeños propietarios privados. El conflicto agrario se intensificó a raíz de la inversión que hizo la Comisión del Papaloapan en servicios, obras de infraestructura, comunicaciones y transporte. La derrama económica de la CODELPA propició la revaloración de los recursos locales, lo cual impactó favorablemente tanto en la rentabilidad de la agricultura y la ganadería comercial como en los precios de la tierra.
Al amparo de funcionarios de la CODELPA y otras dependencias gubernamentales, los terratenientes y caciques locales se apropiaron de los terrenos que los pueblos todavía no habían logrado regularizar. Las tensiones latentes estallaron en 1962, a raíz de una confrontación que se produjo entre los ganaderos de Monte Negro y los comuneros de Santiago Jocotepec por las tierras comunales. Este hecho provocó una escalada de conflictos entre propietarios privados y campesinos que rápidamente se expandió, primero, a los municipios vecinos, y luego, a toda la región (Teresa, 2011, pp. 85-92).
En 1964, el dirigente de la Unión General de Organizaciones Campesinas de México (UGOCM) en Sonora, Jacinto López, comisionó al licenciado Gerardo Martínez Uriarte para que asesorara la lucha agraria de los comuneros de Jocotepec y Lalana. Pronto se sumaron a esta organización campesinos de otras comunidades y municipios. El 4 de noviembre de 1968, distintas comunidades enviaron una carta al gobernador de Oaxaca, Rodolfo Breña Torres, en la que solicitaban su intervención para resolver “la desastrosa situación que confrontan”. Después de enlistar los problemas de cada comunidad y los nombres de los agresores, agregaban:
El gobernador del estado no atendió esta solicitud, ni tampoco muchas otras denuncias que hicieron los campesinos. Por ello, el movimiento de lucha por la tierra y regularización agraria se fue extendiendo y radicalizando en toda la región. Martínez Uriarte fue encarcelado en 1965. Su estancia en la cárcel le sirvió para hacer proselitismo político y conocer a otros dirigentes campesinos. Con ellos organizó la Caravana Agraria “Jacinto López” a la ciudad de Oaxaca. En esta marcha participaron indígenas de distintas comunidades chinantecas, zapotecas y mixes de la sierra norte de Oaxaca. Diez años después, en 1975, otra caravana de cinco mil campesinos de Oaxaca y de Veracruz marchó hacia Tuxtepec.
Mientras las luchas campesinas se iban extendiendo en el estado, el movimiento estudiantil de 1968 impactó a la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Por su parte, la protesta de las escuelas normales en todo el país, a raíz del cambio del plan de estudios, llegó a Tuxtepec. La confluencia de la agitación campesina local con las movilizaciones universitarias y de los normalistas se fue incrementando hasta provocar una severa represión. La policía municipal prácticamente sitió la ciudad de Tuxtepec el 30 de abril de 1978.
El entonces gobernador de Oaxaca, Manuel Zárate Aquino, intentó controlar a las organizaciones consideradas subversivas, apoyando a los diferentes rectores de la universidad que se oponían a los estudiantes “izquierdistas”. Sin embargo, las relaciones de fuerza giraron en favor de la corriente más radical del movimiento universitario (Recondo, 2007, p. 135).
Desde principios de los años setenta hasta los primeros meses de 1978, numerosos grupos externos a la universidad, entre ellos el Frente Campesino Independiente (FCI), la COCEI, los estudiantes normalistas de Oaxaca, Tamazulapan y Tuxtepec, la Unión de Obreros y Estudiantes de la Mixteca y los campesinos de San Andrés Zautla y Tlacochahuaya, continuaron la lucha convirtiendo los conflictos universitarios en una de las crisis políticas más severas del estado de Oaxaca (Recondo, 2007, p. 136).
Por su parte, el movimiento estudiantil de las escuelas normales de todo el país, y el cual estalló en 1975 con una huelga simultánea en varios centros regionales, tuvo características particulares en Tuxtepec. El movimiento en el Centro Regional de Educación Normal de Tuxtepec, Oaxaca (CRENTO) había comenzado desde finales de 1974, en oposición al nuevo plan de estudios que entraría en vigor a partir de 1975. Los comerciantes y pequeños propietarios locales arremetieron en contra de los estudiantes que en octubre estallaron la huelga.
En respuesta a la represión, el movimiento estudiantil se vinculó con las demandas campesinas presentes en la zona, lo que implicó una extensión de las reivindicaciones de los estudiantes (AGN. DFS: 63-67-75/ L.2/H. 80-81, 25 de octubre de 1975 y AGN. DFS: 63-67-75/ L.2/H. 192, 2 de noviembre de 1975, AGN. DFS: 63-67-75/ L.4/H. 41-44, 29 de noviembre de 1975). Un hecho que recrudeció la confrontación local con los estudiantes se suscitó en una reunión con representantes de la iniciativa privada en la presidencia municipal de Tuxtepec. En dicha reunión se repartió un volante, en el que se acusaba al CRENTO de “antipatriotas y malos mexicanos”.15 Los estudiantes reaccionaron organizando una manifestación con la participación de las organizaciones campesinas, lo cual fue un signo de la radicalización y extensión del movimiento estudiantil (AGN. DFS: 63-67-75/ L.2/H. 198, 4 de noviembre de 1975).
En este contexto, Víctor Bravo Ahuja, secretario de Educación Pública a nivel nacional, parecía ser el blanco de las demandas estudiantiles y campesinas. Vecino de Tuxtepec, también era un conocido latifundista de la región que, siendo gobernador de Oaxaca en 1970, había expropiado 1,500 has. de bienes comunales en Pochutla (Hiriart, 1-II-198223, y AGN. DFS: 63-67-75/ L.4/H. 41-44, 29 de noviembre de 1975). Para junio de 1977, el CRENTO ya se encontraba plenamente relacionado con el Frente Campesino Independiente (FCI) y la Coordinadora Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI). Los estudiantes ya habían formado el Comité Organizador de la Asociación Indígena de Autodefensa Campesina (AIAC), misma que reportó una matanza en la región de Montenegro.16 También se hablaba de que el 15 de mayo en Paso del Águila, la policía estatal había cometido atropellos y saqueado la población. Por tal motivo, y por temor a ser detenidos, los campesinos se vieron obligados a refugiarse en el monte.
En estos acontecimientos estuvo presente el “Güero” Medrano. Al parecer, el líder guerrillero llegó a Tuxtepec para incorporarse a la movilización campesina y estudiantil que para entonces ya estaba en pleno auge (AGN. DFS: 100-18-1-77/ L.53/H. 194-196, 9 de junio de 1977). Ramón “Tianguis” relató que el 10 de junio de 1977, estudiantes del CRENTO, dirigidos por el “Güero”, habían formado el “Comité organizador de la Asociación Indígena de Autodefensa Campesina”. Al respecto expuso:
El “Güero” Medrano rivalizó por la dirección del movimiento con el dirigente de la UGOCM local, Gerardo Martínez Uriarte. Dicha disputa debilitó a las organizaciones campesinas en sus negociaciones con el gobierno. A esta reunión asistieron también estudiantes de la Normal de Tuxtepec para solidarizarse con los campesinos (Pérez, 1999, p. 54).
Con estos antecedentes, la crisis universitaria y la represión desatada obligaron al gobernador Zárate Aquino a pedir una licencia el 3 de marzo de 1977. Ese mismo día, el ejército tomó el control de la capital del estado desde temprano en la mañana. Junto con Zárate Aquino, también renunciaron el secretario general de gobierno, Enrique Pacheco Álvarez; el director general de seguridad pública y tránsito, mayor Leoncio Villegas Reachy, y los dos rectores que entonces tenía la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca: Felipe Martínez Soriano y Horacio Tenorio Sandoval. El general y senador Eliseo Jiménez Ruiz fue designado gobernador interino por el Congreso Local, y el exgobernador Fernando Gómez Sandoval, rector de la UABJO.
Cuando ese día el ejército se hizo cargo de la situación en la capital de Oaxaca, el secretario de la Defensa Nacional, general Félix Galván López, rechazó que la ciudad estuviera bajo estado de sitio, precisando que no se trataba de un problema de carácter nacional, sino local. Sin embargo, la agitación en el campo crecía en todo el país y los hechos de sangre se presentaban también en Guerrero, Chiapas, Guanajuato, Veracruz y otras entidades de la República.
El cambio de gobierno fue la medida política que tomó el entonces presidente José López Portillo para acallar el conflicto que se había gestado en Oaxaca desde fines de 1975. Al término de febrero de 1977, la policía estatal atacó a fuego abierto las manifestaciones en la capital del estado, en la zona mixe, en la ciudad de Juchitán y en otros lugares. El 22 de febrero, jóvenes estudiantes fueron ametrallados por exigir la libertad de sus compañeros presos en la cárcel de Juchitán. El 28 de febrero, apenas seis días después de la matanza de estudiantes, la CNC, la CCI y la UGOCM denunciaron el asesinato de 29 campesinos chinantecos y mixes por policías al servicio de terratenientes y caciques de Montenegro, San Isidro Arenal, Paso del Águila y San Juan de Lalana. Al día siguiente, hubo heridos en una manifestación popular que pedía la salida del gobernador. El 2 de marzo, la policía disolvió a balazos una manifestación de protesta en la capital de estado, con el saldo de un muerto y siete heridos graves.
En sus memorias, López Portillo reveló que había escogido al general Jiménez Ruiz para reemplazar a Zárate Aquino como gobernador interino de Oaxaca, porque “Fue el que terminó con la guerrilla de Lucio Cabañas”. Este simple comentario hizo patente que se pretendía exterminar a los grupos subversivos presentes en Oaxaca, al igual como se había hecho con el grupo de Lucio Cabañas (Arvizu, El Universal, 17-X-2006).
Entre 1976 y 1977, los acontecimientos que siguieron a la llegada del “Güero” Medrano a Tuxtepec pueden resumirse en la lucha de por lo menos 22 comunidades que formaron el Frente Campesino Independiente (FCI), con un amplio apoyo de la Coordinadora de Obreros, Campesinos y Estudiantes de Oaxaca (COCEO), de la Coordinadora Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI) y los normalistas de Tuxtepec (CRENTO). En 1977 hubo tomas de tierras en E1 Mirador, Arroyo Águila, La Reforma y Matamoros. Sin embargo, en otras regiones de la zona chinanteca y de Tuxtepec la lucha contra los caciques, el ecocidio y en apoyo a la unidad campesina fue conocida como el “terror en la Sierra Chinanteca”. Con el auspicio de las autoridades de la Comisión del Papaloapan, los terratenientes se envalentonaron y no se tentaron el corazón a la hora de reprimir y matar a los campesinos y a los principales líderes locales (Hiriart, Proceso, 30/V/1977, pp. 16-19).
En este contexto, la ofensiva desatada por el gobernador Manuel Zárate Aquino y por su sucesor E1iseo Jiménez Ruiz, entre 1977 y 1979, hizo que las condiciones para el desempeño de las luchas agrarias y populares en la entidad fueran cada vez más difíciles. En abril de 1978, se recrudeció la represión y la ciudad de Tuxtepec fue prácticamente sitiada por la policía municipal y estatal. Fueron apresados 40 campesinos y 14 estudiantes. En mayo fueron desalojados violentamente los ocupantes de “El Desengaño”. En Estados Unidos se publicó un artículo de Dick J. Reavis titulado “At war in the mexican Jungle”, que pondría al descubierto tanto a los migrantes aliados como a las organizaciones chicanas que estaban involucradas en la agitación oaxaqueña.17
Finalmente, en octubre, el “Güero” Medrano concedió una entrevista a Revista de Revistas, lo que le permitió al ejército ubicar el paradero del guerrillero (Salinas Ríos, Excelsior, octubre de 1978). En noviembre, el diario oaxaqueño Noticias acusaba a Heladio Ramírez, entonces líder del sector campesino del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y a Crispín Carrera, miembro del Foro de Organizaciones Revolucionarias Oaxaqueñas (FORO), de haber provocado la renuncia del exgobernador Zárate Aquino. También se acusaba a ambos de estar atrás de la Asociación Indígena de Autodefensa Campesina (AIAC) y del “Güero” Medrano, así como de impulsar las invasiones de tierra en Tuxtepec (Noticias de Oaxaca, 4-XI-1978).
Faltaba poco para que en un enfrentamiento entre caciques y guardias blancas se diera la noticia de la muerte del “Güero” Medrano. El 24 de marzo de 1979, se publicó una denuncia que implicaba al presidente municipal y presidente de Bienes Comunales de San Pedro Yolox, por mantener a un grupo de pistoleros que ultrajaba a la población. Tres días después, dos colaboradores del “Güero” Medrano fueron aprehendidos en Macuiltianguis y al día siguiente, la prensa de Oaxaca reportaba el primer enfrentamiento entre el Grupo del “Güero” Medrano y el ejército en Llano Lodo, Yolox. El cerco policiaco llevó a la desarticulación del Frente Campesino Independiente (FCI) en Tuxtepec. Primero se intervino cooptando al Círculo Regional Cañero de la CNC, que durante 1976 había apoyado al Frente. En seguida, la ofensiva se dirigió hacia el Centro Regional de Estudiantes Normalistas de Tuxtepec, Oaxaca (CRENTO) que se había constituido en un apoyo estratégico para el movimiento agrario. Las agresiones contra el CRENTO incluyeron el secuestro de uno de sus principales líderes y desembocaron en la clausura de esta normal, posteriormente trasladada a Tuxpan, Veracruz. Por otra parte, la derrota del movimiento universitario implicó la toma de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca por parte de las derechas locales, con la designación del exgobernador Fernando Gómez Sandoval como rector de la universidad.
Aislados de sus principales aliados, en un clima de acoso policiaco continuo, los integrantes del Frente Campesino Independiente fueron desalojados de las tierras que habían ocupado y sus principales dirigentes encarcelados. El gobierno cerró filas junto a los caciques, justificando la represión al acusar al Frente de ser una organización guerrillera.
Con el propósito de volver a articular sus luchas, varias comunidades convocaron al Primer Encuentro Campesino de la Región de Tuxtepec, que se realizó el 30· y el 31 de agosto de 1980.18 Estuvieron presentes también grupos campesinos de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, los estudiantes de Oaxaca, Chapingo y la Ciudad de México. Las comunidades que participaron en este encuentro resolvieron luchar por reorganizar el FCI, constituyendo una comisión que organizara asambleas, movilizaciones y trámites conjuntos. Asimismo, acordaron luchar por romper el aislamiento en que se encontraban, buscando la coordinación con todos los grupos campesinos·de Oaxaca, y la solidaridad entre el Frente y las demás organizaciones independientes de obreros y campesinos del país. Para entonces el “Güero” Medrano no solo había muerto, sino que poco a poco se fue convirtiendo en uno de los muchos “mártires” que forman parte medular de la historia de la guerrilla mexicana.
Conclusiones
La lucha agraria, universitaria y estudiantil que se libró en el distrito de Tuxtepec es una pieza más del conjunto de insurrecciones que, a lo largo de los años sesenta y setenta del siglo pasado, se extendieron a nivel nacional. Las causas inmediatas de la lucha, los enemigos concretos y las reivindicaciones particulares cambiaron de una región a otra; sin embargo, los principios estructurales y la coyuntura que las accionaron fueron básicamente las mismas. Las agitaciones locales repercutieron en otras regiones y se estimularon mutuamente tendiendo a generalizar la rebelión rural. Por un lado, la desocupación y crisis productiva que se presentó al final del llamado “Milagro mexicano”, periodo que va de 1940 a 1965,19 ocasionó el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de la población rural. Por otro, desde un punto de vista político, factores como la terminación del discurso agrarista agudizaron el descontento en el campo. Durante el régimen de Díaz Ordaz (1964-1970) el Estado renunció a la línea principal del reparto de la tierra, al declarar que “el aspecto distributivo de la reforma agraria ha terminado”. El campesinado se vio obligado a promover sus reivindicaciones por vías distintas a la oficialista (CNC), y a recurrir a las organizaciones independientes o semiindependientes, como en su momento lo fueron la CCI y la UGOCM. Finalmente, el incremento de la represión del Estado frente a las agitaciones y tomas de tierras en el campo tuvo como consecuencia la extensión y profundización del radicalismo rural. Según Armando Bartra, en esta época los movimientos campesinos se agruparon básicamente en: 1. las luchas de los productores por los precios; 2. los combates de los jornaleros por sus salarios; 3. la resistencia a la imposición política que va desde la guerrilla hasta los movimientos contra la coacción municipal, y 4. la batalla generalizada por la tierra. (Bartra, 1977, pp. 159-160).
La insurrección obrero-campesina-estudiantil en Tuxtepec se funda en la presencia de amplios contingentes de campesinos sin tierra, con derechos a salvo, que estuvieron esperando dotación ejidal o la restitución de bienes comunales. También contó con la participación de pequeños productores rurales, muchos de ellos exejidatarios y excomuneros, desposeídos por los nuevos terratenientes, quienes al amparo de la Comisión del Papaloapan les habían comprado, rentado, expropiado o simplemente robado sus parcelas. Los surgimientos en 1973 de las coaliciones de la Coordinadora de Obreros, Campesinos y Estudiantes de Oaxaca (COCEO), de la Coordinadora Obrero Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI), al igual que la presencia de la guerrilla de Florencio Medrano, todas ellas vinculadas a las luchas agrarias, fueron síntomas claros del ascenso de la movilización campesina en Oaxaca. La lucha por la tierra desembocó en invasiones de predios que llamaron a la represión, y esta última a la radicalización del movimiento.
Las autoridades políticas y militares del estado optaron por delimitar la agitación a la escala local, negando sus vínculos con otras regiones del país, y a la estrategia de estigmatizar y “degradar simbólicamente” a quienes buscaron transformar las condiciones de existencia de los pobladores rurales. Al silenciar las luchas, no solo se ocultaron las experiencias transformadoras, sino también se encubrieron las contradicciones que subsistieron -y aún persisten- en el seno de la sociedad nacional. Tales procedimientos fueron desplegados contra la guerrilla de Emiliano Zapata durante la Revolución de 1910-1917, así como durante la emergencia de los grupos armados rurales y urbanos de la década de los setenta y los de fines de siglo pasado con el EZLN. A todos ellos se les escatimó su existencia en la prensa, o la imagen de estos se alteró para que el resto de la sociedad los pensara e imaginara como delincuentes del orden común, y con ello se invalidara la legitimidad de su lucha.
La guerrilla de Florencio Medrano en la sierra norte de Oaxaca confirmó que las distintas organizaciones políticas y militares que actuaron en las distintas regiones de México respondieron a una realidad marcada por profundas desigualdades sociales y a la exclusión política. La mayoría de estos militantes fueron obligados a tomar las armas, debido a que el estado autoritario, mediante la represión militar, se empecinó -y sigue haciéndolo- en cerrar las posibilidades de solución del conjunto de demandas sociales que en distintos momentos de la historia nacional se han planteado para múltiples sectores de la población.
El movimiento campesino y la presencia de la guerrilla en Tuxtepec tuvieron como condicionantes las profundas desigualdades sociales en el distrito, particularmente en su región serrana, provocadas por el acaparamiento de tierras por parte de latifundistas-ganaderos-políticos, pero también por la influencia de algunas corrientes de la izquierda mexicana que se introdujeron a través de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM) y de los estudiantes de la normal de Tuxtepec.
La organización del “Güero” Medrano, a diferencia de otros grupos guerrilleros que han actuado en el país, no tuvo como antecedente inmediato la Revolución Cubana que legitimó la lucha armada y la necesidad de iniciar la construcción del socialismo en México. Su influencia más relevante fue la República Popular China, y con ella la guerra popular prolongada cuya estrategia era cercar a las ciudades desde el campo. Erróneamente, Florencio Medrano identificó el predominio de la población rural en México con las condiciones que permitieron la consumación de la revolución de Mao Tse Tung.
En México, los campesinos, particularmente aquellos que conformaban los ejidos y comunidades de Tuxtepec, en ningún momento después de la Revolución de 1910 se propusieron tomar el poder para cambiar el sistema. Por el contrario, sus frecuentes movilizaciones propugnaron por la aplicación de la ley. Así lo demuestran sus reiteradas solicitudes de intervención ante el gobernador del estado de Oaxaca y ante la presidencia de la República. En aquel momento, sus principales demandas eran la regulación de las acciones ilegales de los terratenientes y el castigo a las guardias blancas y caciques locales, así como que se interviniera en contra de la corrupción de los funcionarios públicos. Su móvil fue principalmente la aplicación cabal de la reforma agraria. Todo ello en el marco de legalidad que el gobierno, en todos los niveles, se negó a cumplir. Esto, y no el cambio revolucionario, fue lo que impulsó el levantamiento campesino en Tuxtepec.
En este proceso, el guerrillero Medrano tuvo poca participación. Cuando llegó a Tuxtepec la movilización ya estaba en marcha, y su presencia en la zona, junto con la de otros miembros del grupo Unión del Pueblo y sobrevivientes de la Liga 23 de septiembre, justificaron que se intensificara la represión, al igual que la entrada del ejército en la zona. No obstante, es notable que, a pesar de la importancia de las movilizaciones, la participación de cuadros organizativos y la vinculación con estudiantes normalistas y universitarios, los núcleos organizados de campesinos no fueron capaces de desplegar iniciativas que confrontaran la violencia estatal o influyeran en la orientación del rumbo de los movimientos sociales del periodo referido. Esto se debió a que estaban subordinadas a la búsqueda de demandas inmediatas, y a la falta de un conocimiento profundo de la estructura de poder regional.
Es claro que en este trabajo no basta con exponer la crónica de los acontecimientos, pues sería necesario también tratar de explicar su trascendencia. Faltaría entonces profundizar en el estudio sobre el contexto, origen y efecto de la movilización campesina y guerrillera en Tuxtepec para integrar una visión de conjunto que resaltara su propia importancia dentro de un panorama general de la historia de las resistencias agrarias en el México de la segunda mitad del siglo XX.
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