[0000-0002-6040-5806 Ana Alejandra Robles Ruiz[*]
El libro Variaciones Poéticas de Jaime Augusto Shelley, escrito por Jesús Morales Bermúdez, se nos presenta como una propuesta de lectura de la obra poética del escritor mexicano Jaime Augusto Shelley, que a su vez se inscribe en la praxis de la antigua crítica literaria y el análisis textual por la vía de la exégesis y la interpretación hermenéutica. Tiene un número total de 208 páginas y se estructura de la siguiente forma: un preludio, cuatro capítulos, una coda y un dossier fotográfico.
Shelley formó parte, junto a Juan Bañuelos, Óscar Oliva, Jaime Labastida y Eraclio Zepeda, del grupo La Espiga Amotinada, quienes publicaron los libros colectivos La Espiga Amotinada y Ocupación de la Palabra, en 1960 y 1965, respectivamente. Según las indagaciones de Morales, no ha existido un merecido reconocimiento para el grupo ni para los autores de estos libros que tanto impactaron en las estéticas poéticas y visuales de las décadas de los setenta al noventa en México (Morales, 2018:13). De ahí que considere necesarios ejercicios críticos, como el que él ofrece en esta ocasión, con respecto a la obra producida por los integrantes del grupo antes mencionado (2018:14).
Morales Bermúdez no eligió azarosamente a Jaime Augusto Shelley para hacerle justicia al grupo de La Espiga Amotinada, más bien “se […vio] movido por un gesto memorioso y de cariño hacia poemas de este autor” (2018:14) que lo acompañaron en tiempos y circunstancias íntimos de su vida.1 Asimismo, asintió ante el compromiso de escribir sobre su poesía porque, debido al carácter críptico de la misma, pocos o ninguno asumían el reto de dedicarle un trabajo serio, profundo, profesional (2018:14-15).
El recorrido y análisis que hace Jesús Morales Bermúdez de los poemas de Shelley es a través de los libros La rueda y el eco (1960), La Gran Escala (1961), Hierro nocturno (1965), Himno a la Impaciencia (1973), Por definición (1976), Ávidos rebaños (1981), Victoria (1983), Regreso A Jovel (1994), Patria Prometida 1984-1995 (1996), Concierto para un hombre solo (2001), Fantasmas (2007) y Mar de la Tranquilidad (2011). En ellos examina, según su consideración, cuatro de las diferentes vertientes poéticas del creador, no necesariamente intencionales, que son sobre: a) creación, b) la amada, c) radicalidad y d) ciudades.
En la primera vertiente de las cuatro mencionadas en el párrafo anterior, la creación tiene que ver con la función de mediación que lleva a cabo el poeta entre lo mundano y lo divino, pero también con el poeta como una deidad que crea y edifica mundos y realidades posibles por la vía de la palabra. También está en relación con la creación desde las tradiciones, leyendas y mitos, “[…] a partir del reconocimiento de la humanidad propia, una humanidad, […] doliente, caída como Prometeo, […en la cual] el poeta se ase de palabras, las crea, les confiere vida y confiere vida con las palabras, un universo cerrado ante los ojos ajenos, abierto como la semilla en germinación […]” (Morales, 2018:55). Hay además una reflexión sobre el hombre, señor de lo creado; del sentido de la creación y transformación del mundo; del poema como una especie de oráculo en el que se nos muestran revelaciones; de la naturaleza, entre otras.
En la segunda vertiente poética se aborda el tema de la amada. Desde la perspectiva de Morales, en muchos de los poemas de Shelley, la mujer amada “[…] es inasible, mujer fantasma, a la vez representación del mundo […]” (Morales, 2018:68-69); también manifiestan “[…] la difícil, cuando no imposible, concreción de la relación amorosa hombre-mujer” (2018:69). El amor y la figura de la amada también tiene implicaciones con la Patria en la obra de Shelley, “Como en el poema ‘Agostos’, este de dama de corazones eleva la estatura de la metáfora desde un cuerpo de mujer a la personificación de la Patria, la mujer imagen de la Patria o, inversamente, la Patria imagen de mujer a quien es posible hablarle al oído confiándole inquietudes y secretos” (Morales, 2018:91). El amor filial, el paternal, el de familia, se presenta también en el reconocimiento de su padre, madre e hijos (2018:85). De igual modo es visible la dimensión pasional y erótica en algunos de sus poemas, y además es digna de reconocerse. Asimismo, hay propuestas del amor como energía creacional; se habla del reconocimiento en el otro, del gozo amoroso, etcétera.
La tercera vertiente que registra Morales Bermúdez en los poemas de Jaime Augusto Shelley es la de la radicalidad o la rebelión, “[…] expuesta en la voz del profeta visionario, en la del ser de la revolución social, la del hombre herido, dolido, asediado por demonios de la justicia y de la rabia, con las entrañas emitiendo palabras de hierro armado pero en los tonos épico o lírico de la siempre poesía” (Morales, 2018:101-102). La guerra civil española y en especial la Revolución cubana influyeron de manera directa en la vida social, intelectual y cultural de América Latina, y propiciaron vertientes contestatarias y radicales en la poesía y la política, a lo cual se sumó Shelley (2018:103). Posteriormente, la emergencia de la República de Chile motivó también textos de poetas latinoamericanos. En general, esta vertiente de radicalidad nos incita a meditar sobre las luchas sociales, la pobreza, la situación de los obreros, la indignación humana, la violencia histórica, la noción mítica de la violencia, la libertad.
En la última vertiente, la de ciudad, es donde hay presencia de matices biográficos y de memoria. El poeta evoca paisajes citadinos y agrestes, fiel siempre a la exactitud de sus recuerdos y no a la exactitud de lo vivido (2018:137-138). Muchos de los poemas se sitúan o hacen referencia a Chiapas: Amatenango del Valle, San Cristóbal de Las Casas, Rancho Nuevo, Salsipuedes, Chiapa de Corzo, Tuxtla Gutiérrez, entre otros (2018:140-148). Esto, debido a la primera estancia de Jaime Augusto en el estado, en el año de 1957, invitado por Jaime Labastida, temporada “[…] única y excepcional, como [él] la califica […]” (2018:142). Después regresó y reflejó su nueva visita en otros poemas. El paisaje natural es el protagonista de los textos de su primera estancia y la idea de Shelley de saberse fundamentalmente tierra y hermanado con quienes provienen de ella (2018:147). Xalapa, al igual que los diversos municipios chiapanecos, en especial San Cristóbal de Las Casas, es otro de los sitios memorables del poeta que pueden rastrearse en su producción lírica. Por último, luego del periplo chiapaneco y xalapeño, Jaime Augusto Shelley regresa a la urbe, a la ciudad absoluta, la Ciudad de México. Y ve en ella su grandeza a la vez que su miseria. (2018:156-163).
El libro de Jesús Morales Bermúdez, ensayo de crítica literaria que se adentra en la dimensión poética y humana del escritor Jaime Augusto Shelley, como pudimos advertir, mediante acercamientos breves pero precisos del trabajo del poeta, es sin duda un aporte sobresaliente e indispensable en el campo de la crítica literaria en México. Su valor radica en ser uno de los pocos libros que han atendido la obra de Shelley, poeta olvidado por la academia; en la lectura tan minuciosa, profesional y pertinente que hace el crítico de los poemas, así como en la claridad de la propuesta de lectura, que se logra gracias a la redacción tan impecable y placentera del libro, que siempre es de agradecerse.
Por último, cabe mencionar que el autor de Variaciones Poéticas reconoce al final de su ensayo que queda en deuda con la obra de Jaime Augusto Shelley en cuanto a la reflexión acerca de muchos otros temas. Sin embargo, demuestra su compromiso para con la crítica, los estudios y las futuras investigaciones literarias, al sugerir vertientes como el mito como germen de la poesía de Jaime Augusto, la mirada del poeta en torno a la organización humana y social, la tecné en su obra, y varios más, para darle continuidad formal a las indagaciones de la lírica del autor en cuestión. El ensayo apunta más allá de las páginas mismas que lo conforman, es una invitación a no agotar las lecturas de la producción poética de Shelley, un poeta “marginal y excéntrico” (2018:172-173), como lo concibe Morales Bermúdez.