DOCUMENTOS
VOCABULARIO EN LENGUA CHIAPANECA DE FINES DEL SIGLO XVIII
Vocabulary of the Chiapaneca Language from the Late 18th Century
Carlos Uriel del Carpio-Penagos
Juan Ramón Álvarez-Vázquez
Carlos Uriel del Carpio Penagos, antropólogo, investigador titular del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México. Profesor titular de la Universidad Autónoma de Chiapas, México. Correo electrónico: carlitosuriel@hotmail.com.
Juan Ramón Álvarez Vázquez, antropólogo, estudiante de la maestría en historia del programa interinstitucional UNICACH-UNACH, México. Correo electrónico: alvarezjuanr@hotmail.com.
Recibido: 17 de marzo de 2013.
En un documento fechado el 9 de octubre de 1787,1 firmado en el palacio de San Ildefonso, España, por el conde de Floridablanca, secretario del despacho de Estado del rey Carlos III, se ordena a los virreyes de México, Perú, Santa Fe y Buenos Aires, así como al gobernador de Filipinas y al presidente de la Audiencia de Guatemala, que comisionen "a las personas que estimaran conveniente" para que adquieran a la mayor brevedad, y envíen con igual prontitud, un conjunto de obras escritas y la traducción de una lista de palabras, indicando la ortografía para expresarlas, en las diversas lenguas que se hablan en los territorios bajo su jurisdicción. La orden se expidió para complacer una petición efectuada al rey de España por la emperatriz de Rusia, Catalina Segunda La Grande. La lista de obras solicitadas es la siguiente:
1. D. Bergamo, Vocabulario de Panpango en Romance, Manila, 1732, et al.
2. De Noreda y P. de San Lucar, Vocabulario de la lengua Tagala, Manila, 1754, fol.
3. Fr. Pareja, Gramática timuquana, México, 1614.
4. A. de Olmos, Diccionario y gramática de la lengua mexicana.
5. Ph. Ruiz del Corral, Vocabularium pocomanun.
6. A. Ruíz de Montoya, Gramática guayana, Madrid, 1639, 8º.
7. Lexicon guayanum, Madrid, 1640.
8. D. Gonzalez Holguín, Gramática quichuana, Lima, 1607, 4.
9. Lexicon quichuanum, Lima, 1608, 4º.
10. L. de Valdivia, Grammatica et lexicon milcayac.
11. E. Vega, Gramática et lexicon maromisic.
12. L. Bertonio, Gramática de la lengua aymara, Roma, 1603.
13. L. Figuero, Gramática brasiliana, Luisab.12.
14. D. Collado, Gramática japonensium lingue, Rome. 1632. 4
15. Diccionario japonicum, Rome, 1632. 4.
En hojas aparte, señaladas con el número 2, se indican las palabras a traducir, organizadas en tres columnas y por campos semánticos. Los idiomas hablados en la Audiencia de Guatemala a los que se tradujeron estas palabras fueron el kiche, el cachiquel2 o guatemalica y el j,tutuhil o zutugil; en estos idiomas se tradujeron en orden alfabético, mientras que al quiche, cacchí, poconchí, pocoman, pupuluca,3 cakchíquel, chol, zotul, tzendal, chanabal,4 zoque,subinha o subiná,5 chapaneca (sic), mam, cabecara, viceyta,6 lean y mulía o tica y terrava7 los traductores conservaron en lo posible la organización en columnas y campos semánticos del documento original. Además, estas palabras las tradujeron también al quechua, aymara y tagalo (ver cuadro 1).8
En total son 444 palabras organizadas en tres columnas y agrupadas por campos semánticos. Avena aparece dos veces, una de ellas escrita abena. En el primer caso se refiere al cereal, pero en el segundo no existe en el diccionario actual de la lengua española aunque es probable que para la época existiera, ya que el traductor del chiapaneca, fray Francisco Montoya, lo incluye en la lista pero indica "no hay", aunque otros traductores, como el que tradujo al zoque, Feliciano Antonio Vivero, da acepciones diferentes para cada palabra (Avena=Yatzi muc; Abena=Yatzi paá).
Por otra parte, en ese tiempo no se respetaban, como hoy día, reglas ortográficas precisas, de manera que una misma palabra se escribía de diversas maneras. Por ejemplo, palabras que hoy se escriben con h inicial como "hogar" u "hoy", en el documento aparecen sin h; o palabras que hoy se escriben con j como "mejilla", entonces se escribían con x (mexilla). Se respetó en todos los casos la ortografía original. También aparece dos veces la palabra vajo, la primera junto a palabras que indican tamaño, como "grande", "pequeño" y "alto"; y la segunda junto a sobre, por lo que es evidente que en este caso equivale a los actuales adverbios de lugar "abajo" o "debajo".
Esta lista fue copiada por algún funcionario encargado de enviarla a los traductores e introdujo algunos cambios con respecto a la original. El primer cambio consistió en organizar los vocablos en cuatro columnas. Además de esto, transformó algunas palabras en otras de grafía parecida, por ejemplo, armar por amar, ocular por ocultar y carrera por carreta, cambios incomprensibles si se toma en cuenta la organización en campos semánticos del original. Por ejemplo, carreta estaba en medio de otras que aludían a actividades agrícolas, como arar, arado, rastrillo y cosecha (líneas 109 a 113, segunda columna); amar estaba junto a amor (líneas 37 y 38, primera columna). Otras se eliminaron, como ysla, mil, piso y rastrillo.
Además, fray Francisco Montoya, el traductor o recopilador de los vocablos chiapanecas correspondientes, fue muy literal, por lo que varias palabras de la lista carecieron de traducción, indicando para las mismas la expresión "No hay" en lugar de buscar un equivalente. Por ejemplo, es inverosímil que no exista una palabra nativa para indicar "guerra" tratándose de una sociedad que, según las fuentes, era eminentemente guerrera; o "liebre", que si no existía en chiapaneca pudo haber tomado la palabra que indicaba "conejo" para traducirla, como lo hizo el traductor del zoque, quien tradujo liebre como caxsla cuíá caxsla o caxlan era la palabra indígena para designar a los españoles y cuíá significa conejo, es decir, tradujo liebre como "conejo de los españoles". La palabra vajo, que en la lista original aparece dos veces pero significando cosas diferentes, en ambos casos la tradujo como Cupúmu, lo que nos deja con la impresión de que los chiapanecas no diferenciaban entre "bajo" para referirse al tamaño de una persona y "bajo" como sinónimo de "debajo de". También repitió dos veces la palabra miel nambápu, y es probable que esto se deba a que el mil de la lista original se convirtió en una segunda miel, lo cual explicaría su supresión de la lista original.
Lengua chiapaneca
El chiapaneca es una lengua extinta perteneciente a un grupo lingüístico denominado oto-mangue, que incluye diversos idiomas hablados en los estados de Oaxaca y Guerrero, como el popoluca, el chatino y el tlapaneca, entre otros. Los hablantes originales provenían del centro de México, concretamente de la región de Cholula, quienes emigraron hacia el sur durante los siglos VII al IX d.C. (Borden, s.f.: 1; Kinloch, 2008: 19).
Un segmento de los grupos migrantes se estableció en la depresión central de Chiapas, en las riberas del río Grijalva, dando origen al pueblo chiapaneca, y otro continuó su camino hacia el sur por la costa del Pacífico hasta establecerse en un territorio comprendido desde el Golfo de Fonseca, donde fueron conocidos como chorotegas o cholutecas, hasta Orotina, en el Golfo de Nicoya, en la actual frontera entre Nicaragua y Costa Rica, donde se les conoció como mangues (Arrechavala, 2009: 32). Tanto el chiapaneca como el mangue se extinguieron a fines del siglo XIX.
Existen diversos documentos coloniales publicados en lengua chiapaneca, el más importante de los cuales es el Arte de la lengua chiapaneca compuesto por el padre Fray Juan de Albornoz de la orden de predicadores de la provincia de san Vicente de Chiapa y Guatemala, de fines del siglo XVII. Otros son el publicado por Mario Humberto Ruz y Claudia Margarita Báez en el año 2003, Las lenguas del Chiapas colonial, donde incluyen el texto de Albornoz; un texto de autor anónimo denominado Ordenanzas de la cofradía de la Vera Cruz; Sermones y algunas cosas curiosas en lengua chiapaneca, de Joan Nuñez, escrito en la segunda mitad del siglo XVII; otro documento de autor anónimo denominado Tabla de los evangelios que se cantan en la iglesia todos los domingos, días de la cuaresma y fiestas principales de todo el año, probablemente también de mediados del siglo XVII; y la Doctrina en lengua chiapaneca, de Luis Barrientos. Estas fuentes permiten estudiar aspectos fonológicos, morfológicos y sintácticos del idioma chiapaneca del siglo XVII.
Posteriormente, la cultura chiapaneca comenzó un proceso de integración a la cultura española que condujo a la extinción del idioma, sobreviviendo sin embargo una extensa toponimia, así como nombres patronímicos y algunos rituales. En 1883, el obispo de Chiapas, Moreno y Castañeda, informa en una carta a Francisco Pimentel, autor del Cuadro descriptivo y comparativo de las lenguas de México, que "el chiapaneco... es un idioma muerto, enteramente perdido, pues la tribu que lo hablaba, mezclada entre los ladinos, como aquí los llaman, habla el español" (Pimentel, 1883: 308, citado por Borden, s.f.: 5). Sin embargo, un reciente estudio de historia demográfica sobre el área chiapaneca argumenta que el idioma no se extinguió por integración de sus hablantes a la cultura española, sino porque fueron diezmados por epidemias y hambrunas y los sobrevivientes tuvieron que emigrar a otras regiones. Dichas epidemias y hambrunas se presentaron precisamente en el curso del siglo XVIII (Obara Saeki, 2010).
El alemán Karl Hermann Berendt publicó a fines del siglo XIX los documentos originales El libro de cuentas de la cofradía del Rosario en el pueblo de Suchiapa (1796-1821), Apuntes y estudios sobre la lengua chapaneca (1869-1870), Pasión del Jueves Santo (1818) y Pasión en lengua chiapaneca, canciones de los indios de Suchiapa (1870). Estos documentos constituyen valiosas fuentes para el estudio de la lengua y la cultura chiapaneca en sus estertores y se complementan con el del filólogo francés Lucien Adam publicado en 1887, titulado La langue chiapaneque: observations grammaticales, vocabulaire méthodique, textes inédites, textes rétablies.
En el siglo XX, los trabajos sobre la lengua y la cultura chiapaneca más importantes, sin duda, son: los de Navarrete, The Chiapanec, History and Culture (1966), que es sobre todo un estudio de la arqueología cerámica y de los restos de edificios prehispánicos; el de Mario Aguilar Penagos, Diccionario y gramática de la lengua chiapaneca (2011), en dos tomos; el Prontuario de la lengua chiapaneca, de Mario Nandayapa, que es un estudio detallado de la gramática, cuya intención es facilitar la traducción de documentos del español al chiapaneca (Nandayapa, 2012); y el ya citado trabajo de Tadashi Obara Saeki, denominado Ladinización sin mestizaje. Historia demográfica del área chiapaneca 1748-1813.
El vocabulario que damos a conocer se elaboró en Chiapa hoy Chiapa de Corzo y abona al conocimiento de la lengua chiapaneca del siglo XVIII, época para la cual no existían, hasta hoy, documentos conocidos, como vimos en el resumen anterior sobre los principales trabajos publicados en y sobre esta lengua. Un aporte importante del presente vocabulario es la traducción de los números del 1 al 11, así como de las palabras para designar 20, 30 y 100, ya que el diccionario de Mario Aguilar Penagos solamente incluye el uno tiche. Se conserva el orden de las palabras del documento original manuscrito, la organización en columnas y se le agregó la primera columna para facilitar el conteo de las palabras. Cada cuadro del 2 al 11 representa una hoja manuscrita en el documento original (ver cuadro 2, cuadro 3, cuadro 4, cuadro 5, cuadro 6, cuadro 7, cuadro 8, cuadro 9, cuadro 10, cuadro 11).
El traductor, fray Francisco Montoya, incluyó las siguientes aclaraciones en su informe al gobernador intendente Francisco Saavedra y Carvajal:
Para inteligencia de la traducción pongo las advertencias siguientes: La silaba cha se debe escrivir con q. en lugar de c. pero lla los yndios casi pronuncian dicha dicción con en castilla.
Antes de B, D, Y, se debe poner N, assi en el principio como en el medio de las dicciones y se pronuncia con suavidad como decir en castellano el termino pendiente dividido de esta manera: pe-ndiente. Otro. Ambiente, A-nbiente.
La letra H, tiene fuerza de J, assi al principio de el termino, como en el medio; y ponerse h, es porque la mitad de la fuerza se arroja por la voca y la otra por las narizes.
Las rallitas o asentos que pongo sobre de las vocales es para que se conosca en donde cae la fuerza de la pronunciación; y sí en un termino se ponen dos, es porque ambas son largas y con todo eso, esta lengua es mui violenta en su pronunciación.
Señor Gobernador Yntendente Don Francisco Saavedra y Carvajal, Señor Governador Yntendente= Mi mui estimado Dueño y Señor= remito a Usted el diccionario puesto en lengua Chapaneca sus correspondientes términos expresivos de sus significados hecho con la maior prolixidad que mi inutilidad permite, y se acompaña un papel de mediana orthographia para su inteligencia y V. S perdonará los defectos=
Quedo para servir a V. S. y rogamos a Dios Nuestro Señor guarde su vida muchos años= Chiapa y febrero veinte y siete de mil setecientos ochenta y nueve= Humilde servidor de V. S, L. M. D. V. S. Fray Francisco Montoya.
El gobernador intendente a su vez envía el documento al presidente de la Audiencia de Guatemala, Josef de Estachería:
Mui Ylustre señor Presidente Don Josef Estachería= Mui Ylustre Señor: a consequencia del superior despacho de V. S. de veinte y nueve de diciembre anterior se han traducido las voces que expresa la lista No. 2 en los varios idiomas que hablan los yndios en
los Partidos de esta Yntendencia por los sujetos mas instruidos e inteligentes en ellos, con las traducciones originales acompaño a V. S. en el referido despacho, no haviendose podido recoger libro alguno de los que señala la lista No. 1 ni otro que sea conducente al asunto. Nuestro Señor guarde a V. S muchos años, Ciudad Real, marzo 3 de mil setecientos ochenta y nueve. Mui ylustre señor Francisco Saavedra.
Real Palacio catorce de marzo de mil setecientos ochenta y nueve. Pongase con los antecedentes y al señor Oydor Fiscal en estado. Rubricado del Mui Ylustre Señor Presidente Governador y Capitan General de este Reyno. Ygnacio Guerra y Marchán.9
Referencias bibliográficas
Aguilar Penagos, Mario (2012), Gramática de la lengua chiapaneca, México: FONCA-CONACULTA, 2 t.
Arrechavala Romero, Jilma (coord.) (2009), Nuestras comunidades. Una mirada histórica de los pueblos indígenas del Pacífico, Centro y Norte de Nicaragua, Managua: Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.
Borden Eng, Rubén (s.f.), "Fuentes y estudios sobre las lenguas del grupo chiapaneco-mangue", México: UNAM. <http:// www.academia.edu/1693369/Fuentes_y_estudios_sobre_ las_lenguas_del_grupo_chiapaneco-mangue> [29 de marzo de 2013].
De Solano, Francisco (1969), "Áreas lingüísticas y población de habla indígena de Guatemala en 1772", en Revista Española de Antropología Americana, vol. IV, pp. 145-200, <http://revistas.ucm.es/index.php/REAA/article/view/ REAA6969110145A/25552> [2 de abril de 2013].
Francisco Fernández y González (1893), Los lenguajes hablados por los indígenas del norte y el centro de América, Madrid: Establecimiento Tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, Impresores de la Real Casa.
Kinloch Tijerino, Frances (2008), Historia de Nicaragua, Nicaragua: IHNCA-UCA.
Lenkersdorf, Gudrum (1982), "Contribuciones a la historia colonial de los tojolabales", en Mario Humberto Ruz (ed.), Los legítimos hombres. Aproximación antropológica al grupo tojolabal, vol. IV, México: UNAM.
Nandayapa, Mario (2012), Prontuario de la lengua chiapaneca, México: FONCA-CONACULTA.
Navarrete, Carlos (1966), The Chiapanec, History and Culture, Papers of The New World Archaeological Foundation, núm. 16, Provo, Utah: Brigham Young University.
Obara-Saeki, Tadashi (2010), Ladinización sin mestizaje. Historia demográfica del área chiapaneca 1748-1813, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas: Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas.
Ruz, Mario Humberto y Claudia Margarita Báez (eds.) (2003), Las lenguas del Chiapas colonial. Manuscritos. Volumen tres: lengua chiapaneca, México: UNAM.
Notas
1 AGI, Documentos Escogidos 1, No. 165, doc. 2ª.
2 El cachiquel y el cakchiquel se presentan como dos lenguas distintas en el documento, aunque la Academia de Lenguas Mayas de Guatemala indica que hoy día existe el kaqchiquel con esta ortografía. Lo mismo ocurre con el quiché o kiche cuya ortografía correcta es k’iche’, que en el documento en cuestión se presenta como dos lenguas diferentes.
3 Pupuluca o Popoluca en náhuatl significa extranjero. En el siglo XVIII había por lo menos dos idiomas en la Audiencia de Guatemala a los que se denominaba de esta manera. Uno era el que se hablaba en San Andrés Cuilco, una zona muy montañosa en las cercanías de Motozintla. A fines del siglo XVIII, fray Ramón de Pineda y fray Miguel Hermenegildo Muñoz dicen lo siguiente sobre el idioma de Cuilco: "aquí se dice popoluca, es particular de esta parroquia, mezclado del mam y chiapaneco, y aun los del pueblo de Motozintla lo hablan diferente que los otros, de modo que no entienden ni aun son entendidos de los otros pueblos del curato" (Cortés, 1958: II, 138, citado por De Solano), por lo que podría tratarse del mochó o motocintleco. El popoluca-xinca es el otro, el cual se hablaba en el sur de Guatemala, en la zona de frontera con El Salvador. El xinca es un idioma del grupo tseltal.
4 Es probable que chanabal designara al actualmente conocido como tojolabal.
5 Kauffman, que revisó el vocabulario que aquí comentamos, indica que la traducción al subinha está compuesta de palabras tseltales, tojolabales y chujes (Kauffman, 1974, citado por Lenkersdorf, 1982: 73). Francisco Fernández y González al parecer también se basó en el vocabulario comentado, ya que en su obra Los lenguajes hablados por los indígenas del norte y el centro de América, dada a conocer originalmente como conferencia el 29 de febrero de 1892 y publicada en forma impresa en Madrid en 1893, proporciona los pronombres personales y la conjugación del verbo ser, así como los números del 1 al 11, 20, 30 y 100. No cita su fuente pero evidentemente proviene del vocabulario. Hace referencia al subinha, indicando los nombres de los números del 1 al 11, como aparecen en el vocabulario. El documento original indica que el vocabulario fue traducido al subinha en Zocoltenango por el capellán Joseph Anselmo Ortis (AGI, Documentos Escogidos 1_N165_40_0204). En Socoltenango en esa época se hablaba tseltal.
6 Se trata del bribri, idioma de Costa Rica, con una población aproximada de 12 000 hablantes en el año 2000.
7 Térraba, tiribí o téribe es un idioma hablado hoy día en el noroeste de Panamá y en el sur de Costa Rica. Es de la familia chibcha.
8 El material lingüístico en su totalidad fue publicado en 1882 en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, pero es un material difícil de conseguir, por lo que es prácticamente desconocido (ver books.google.com.mx/ books?id=tSQFAAAAQAAJ).
9 Ygnacio Guerra y Marchán era el escribano.