Durante los recientes trabajos de organización del archivo de Frans Blom en la Casa Na Bolom fueron halladas tres notas periodísticas de relevancia para el estudio de los sitios arqueológicos de Chiapas.1 Se trata de noticias pormenorizadas que denuncian el saqueo y destrucción del que fueron objeto un grupo de sitios arqueológicos localizados en la periferia del poblado actual de Chilón, Chiapas, en 1958. Los sitios son los denominados Natentsun, Mukana y Nachoj, pertenecientes al periodo Clásico, mismos que han sido reconocidos por la arqueología como sobresalientes debido a la riqueza material que poseían (Sheseña y Tovalín, 2014; Becquelin y Baudez, 1982; Taladoire, 2015 y 2017).

Las notas provienen de los siguientes periódicos ordenados cronológicamente: El Noticiero, del 16 de octubre de 1958; Excelsior, del 30 de octubre de 1958; y El Sol de Chiapas, del 31 de octubre de 1958. Los autores de las notas son, respectivamente, Roberto Reyes Cortés, Luis de Cervantes y Rafael Arles.

Estos periódicos en sus denuncias siguen el espíritu de las políticas culturales que el Estado mexicano impulsó en los años cincuenta del siglo pasado, las cuales, si bien se caracterizaron por una mayor apertura a expresiones culturales y artísticas de otras latitudes (García Diego, 2010, p. 41), mantuvieron el ideal nacionalista que promovieron los gobiernos surgidos de la posrevolución (1920-1940). En estos años, la élite encabezada por intelectuales como José Vasconcelos y Manuel Gamio (Acevedo, 2000, pp. 17-20) se dio a la tarea de construir una nueva identidad nacional que encontró en el pasado histórico la manera de unificar y cohesionar a la población. Se dio especial importancia a las culturas indígenas y a los sitios arqueológicos prehispánicos, por lo que en 1930 fue creado el Departamento de Monumentos Artísticos, Arqueológicos e Históricos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y posteriormente, en 1939, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Desde entonces, esta institución se ha encargado de fomentar una identidad propia mediante la recuperación de las raíces históricas de la sociedad mexicana. Además de impulsar la exploración de zonas arqueológicas, una de las funciones más importantes que se le asignó al INAH fue precisamente la de vigilar y conservar los monumentos arqueológicos (Yánez Reyes, 2006, pp. 50-53).

A continuación, se presenta una reconstrucción de los hechos a partir de la información que proporciona cada una de estas noticias. Cabe señalar la presencia de algunos datos contradictorios entre las notas en cuestión, lo que da cuenta de las complejas circunstancias en las que ocurrieron los acontecimientos. Cada una de las diferentes versiones de un solo evento serán adjudicadas a sus respectivos periódicos. También se ofrecerá un comentario actualizado sobre los materiales arqueológicos que, según estas notas, fueron hallados durante el saqueo. Al final de estos párrafos se proporciona la transcripción completa de las notas periodísticas para la eventual consulta del lector interesado. La reconstrucción se ceñirá solo a la información de estas notas.2

Las noticias periodísticas se centran en el sitio de Natentsun. De acuerdo con estas, el 24 de septiembre de 1958 Alfonso Jiménez Gallegos, al excavar en un cerro en las afueras de Chilón con el propósito de obtener lajas para la construcción, halló unos “adornos en mezcla pintada” que inmediatamente sustrajo para esconderlos en su rancho denominado “Las Delicias”. El lugar de donde extraía lajas Alfonso Jiménez era una plataforma prehispánica de 50 x 40 metros, según El Sol de Chiapas, que presentaba en su interior decoraciones de figuras de estuco, así como una tumba con pintura mural, otros objetos de ofrenda y los propios restos óseos.

La existencia de este sitio arqueológico era ya sabida desde antes por los tseltales de la localidad, quienes regularmente lo visitaban para adorar ahí la tumba de un “gran rey vigilado por un venado rojo”. Con el propósito de obtener de este “rey” suerte en la caza, los tseltales realizaban procesiones a este lugar, en donde pronunciaban rezos y, como parte de los rituales que ejecutaban, también depositaban flores y quemaban copal en la tumba.

De acuerdo con El Sol de Chiapas, la dueña del terreno de donde se extraían las lajas, Lilia Jiménez Pérez, acude a denunciar a Alfonso Jiménez ante el jefe de Hacienda en Yajalón, José Moscoso, por el robo de la piedra-no por el saqueo arqueológico, por supuesto- La noticia trasciende y entonces una comitiva encabezada por el propio presidente municipal de Yajalón y otros acompañantes acuden al sitio y, “guiados por su ignorancia y ambición”, proceden a excavarlo por cinco días buscando tesoros. Según El Noticiero, llegan incluso a utilizar dinamita destruyendo “la tumba del rey” y otras más, así como sus materiales arqueológicos. El saqueo se extiende al cerro contiguo denominado Mukana y a otras cuatro elevaciones aledañas en donde también se levantaban plataformas prehispánicas.

El Noticiero señala que el dueño del terreno en realidad era Alfonso Jiménez, y que fue él quien, después de la extensa destrucción referida, denuncia los hechos ante el referido jefe de Hacienda en Yajalón, quien en ese entonces se encontraba en funciones de Agente del Ministerio Público en dicha localidad. Este último acude con sus empleados y un fotógrafo al lugar el día 30 de septiembre y atestigua la destrucción del lugar, pero también su “exuberancia”. Decide entonces invitar al especialista alemán Wolfgang Cordan, quien en ese momento se encontraba en San Cristóbal de Las Casas, para llevar a cabo una valoración del sitio.3 Cordan llega a Chilón el 3 de octubre. Ya en Natentsun, el explorador confirma que la gente destruyó prácticamente toda la decoración de la estructura superior y de “la tumba del rey”. También localizó en una casa a una legua del sitio, debajo de un horno y enterradas en un cerco de puercos, “cantidad de esculturas en mezcla” y otros materiales sustraídos de Natentsun. En cumplimiento a una orden del Fiscal Federal de Yajalón, Cordan traslada todo esto a Yajalón “dejando los objetos rescatados en depósito y bajo custodia de las autoridades”.4 Finalmente, el 6 de octubre el especialista alemán rinde su informe final ante el referido jefe de Hacienda Federal.

Según el Excelsior, la noticia llega hasta el doctor Eusebio Dávalos, director del INAH en la Ciudad de México, quien encomienda una investigación a Ignacio Bernal, de la oficina de Monumentos Prehispánicos. Este último comisionó a investigadores que acudieron a Natentsun acompañados de miembros del ejército. De acuerdo con El Sol de Chiapas, también “agentes secretos se trasladaron a practicar las investigaciones”. Todos ellos atestiguaron la completa destrucción del sitio. Después de las pesquisas, y según “un diario de la tarde de localidad”, los hechos fueron consignados el 23 de octubre ante el Ministerio Público Federal Domingo García López, quien estuvo acompañado del Agente Judicial No. 29 Rubén Castillejos Yáñez, además de Porfirio Camacho y Reynold Ochoa de la Cruz. En estas averiguaciones colaboraron el presidente municipal de Chilón y “el cabo de la partida militar”. Los enviados del INAH regresaron a la capital del país el miércoles 29 de octubre y entregaron un informe a Bernal.5

Cabe señalar que las notas periodísticas arriba resumidas corresponden a dos momentos claramente distintos. La primera nota (aquella publicada en El Noticiero) se centra en la intervención de Cordan a principios de octubre. De hecho, según su propio autor, Roberto Reyes Cortés, tenía en realidad como “finalidad última” la de “encomiar la honrada a la vez que oportuna intervención del titular de la Subalterna de Hacienda de Yajalón”. Esto fue en respuesta a la acusación publicada en días anteriores en el periódico Es! (del cual no se ha conservado ningún ejemplar), acerca de que el susodicho había cometido un delito. Las otras dos notas, de finales de octubre, se enfocan en las inspecciones más tardías realizadas por los comisionados que acudieron desde la Ciudad de México a valorar el sitio.

Para una mejor contextualización histórica de las notas, se presenta a continuación una cronología de todas las fechas mencionadas relacionadas con los hechos (todas, por supuesto, de 1958):

24 de septiembre - Alfonso Jiménez descubre la “tumba del Rey”.

30 de septiembre - Después de la denuncia correspondiente, José Moscoso, jefe de Hacienda en Yajalón en funciones de Agente del Ministerio Público en dicha localidad, acude al sitio a atestiguar el saqueo y destrucción.

3 de octubre - Llega Wolfgang Cordan a Chilón.

6 de octubre - Cordan entrega su informe final al jefe de Hacienda en Yajalón.

[Antes del 16 de octubre se publica la nota del periódico Es!]

16 de octubre - Se publica la nota de El Noticiero en respuesta a la nota anterior.

23 de octubre - Según un periódico local, citado después por El Sol de Chiapas, los hechos fueron consignados ante Domingo García López, Ministerio Público Federal.

29 de octubre - Llegan de regreso a la Ciudad de México los comisionados del INAH.

30 de octubre - Se publica la nota del periódico Excelsior.

31 de octubre - Se publica la nota de El Sol de Chiapas.

A continuación, se enlistan para su mejor visualización los materiales arqueológicos hallados, según la información dada por las notas. La descripción se acompaña de un comentario hecho a la luz de nuestros conocimientos actuales sobre el sitio, la región y la cultura maya en general. Así, de acuerdo con las notas, en la estructura asociada y en la tumba de piedra (de 80cm de ancho por 3m de largo, cubierta de lajas) se hallaron los siguientes materiales (además de los restos óseos del difunto):

Pintura mural:

  • - Al interior de la tumba, un fragmento de mural con la imagen de un venado elaborada en color rojo6 y también inscripciones al fresco que fueron completamente destruidas. De acuerdo con estas descripciones, los dibujos presentaban el mismo estilo de aquellos que afortunadamente se han salvado de la destrucción en el sitio arqueológico vecino de Bolonkin, localizado a dos kilómetros hacia el norte (Andrieu et al, 2012; Sheseña y Tovalín, 2013).

Figuras de estuco:

  • - Una “estela de 2 metros de altura” con la representación de “un ave mitológica coronada” que “expresa al mismo tiempo un baktun”. Al parecer, el autor de la nota de El Noticiero se refiere en realidad a la escultura de estuco que Cordan localizó en la casa de Alfonso Jiménez creyendo que se trataba de una representación de la unidad de tiempo maya llamada baktun (400 años) (Cordan, 1963, pp. 70-113) (véase fotos en Sheseña y Tovalín, 2014). Ahora se tiene identificado como un fragmento de la representación de una banda celeste que formaba parte de un programa escultórico más amplio (Valencia Rivera y Salazar Lama, 2017, p. 27).

  • - Varios fragmentos de figuras. Es muy probable que se trate de los fragmentos fotografiados por Walter Sellschopp (Sheseña y Tovalín, 2014, p. 55) que muestran figuras antropomorfas, cráneos, posibles glifos y elementos que parecen corresponder a algunos de los elementos de los mascarones Witz, tales como sus orejeras (véase fotos en Sheseña y Tovalín, 2014). Recuérdese que este tipo de imágenes decoraban precisamente los edificios de las ciudades mayas. Seguramente formaban parte del programa escultórico arriba referido.

Otros:

  • - El rostro de un “dios sonriente” de 40 cm de altura que, según El Noticiero, era la representación del dios de la lluvia de los antiguos mayas. El rostro fue hecho pedazos por los saqueadores.

  • - Vasijas y piezas de jade que “acompañaban al muerto”, conchas y pequeñas figuras de barro y “un hombre en actitud de cuidador sentado en cuclillas y un chivo” que fueron destruidas por suponer que dentro tenían tesoros.

Según la nota de El Noticiero, Cordan sostiene que el cerro de Natentsun presenta una ocupación de por lo menos tres mil años. Según él, había evidencia de las siguientes tres capas:

  • - La más antigua estaba representada por “un ídolo de gran tamaño”. Según Cordan, “la tumba del rey probablemente es de origen olmeca”. Sin embargo, como de hecho ya lo habían notado los comisionados del INAH, el sitio en general data del periodo Clásico. Sobre la existencia en este sitio de materiales olmecas o de estilo olmeca, no existe ninguna referencia hecha posteriormente por otros investigadores (Becquelin y Baudez, 1982; Sheseña y Tovalín, 2013). Posiblemente esta sea una apreciación personal de Cordan (1963, p.114), influenciado por la visita que realizó entre 1955-1958 a la escultura olmeca labrada en un pequeño risco denominada como el “Xoc”, localizada en una de las cañadas de la selva Lacandona.

  • - “Arriba de la tumba se encontraban relieves y glifos grandes de estuco”. Estratigráficamente hay que considerar este espacio como parte de la misma estructura y evidentemente de la misma temporalidad, es decir, del periodo Clásico.

  • - “La última capa a 15 centímetros de profundidad” contenía “idolitos de una civilización reciente”. Es posible que se refiriera a materiales del periodo Posclásico temprano. Durante la inspección realizada por la Misión Arqueológica Francesa en México varios años después, los arqueólogos hallaron en superficie 13 fragmentos de los tipos cerámicos San Gregorio Burdo, seis de Huistan Duro y uno de Silho Naranja, los cuales son representativos de dicho periodo histórico en la región de Toniná (Becquelin y Baudez, 1982, p. 609).

Debido a la información que contienen, las notas periodísticas abordadas en párrafos anteriores constituyen una fuente histórica invaluable, ya que precisan detalles sobre las circunstancias en las que se dio el saqueo y destrucción de los sitios en cuestión y, lo más importante, proporcionan datos adicionales a los que ya conocíamos acerca de los materiales hallados ahí.